LA APLICACIóN DE LA BIOTECNOLOGíA EN EL CAMPO DE LA ECONOMíA
El investigador André-Yves Portnoff dialogó con Cash sobre el cruce de saberes alrededor de las ciencias de la vida y de los intereses sociales, políticos y económicos que la atraviesan.
› Por Natalia Aruguete
Los mayores avances de la biotecnología se están dando en el sector de la salud. Pero la biotecnología influye en casi todas las actividades humanas. Esta premisa recorre el reciente libro del investigador André-Yves Portnoff, Repensar las ciencias de la vida. Portnoff es director de investigaciones de la asociación científica Futuribes Internacional y profesor de la Alta Escuela de Gestión de Suiza. En su paso por Buenos Aires, dialogó con Cash sobre el cruce de saberes alrededor de las ciencias de la vida y de los intereses sociales, políticos y económicos que la atraviesan.
¿Cuál es la relación entre las ciencias de la vida y la economía?
–Propone vías alternativas de producción. En estos momentos se está trabajando en la construcción de bio-refinería a partir de la biomasa, para obtener productos que en general se obtienen mediante la producción de petróleo. Se gasta menos energía, se contamina menos y se obtienen productos de mejor calidad, con menos contaminantes y menos productos tóxicos.
¿Por qué los países desarrollados y sus empresas están tan interesados en esta disciplina?
–Hay una crítica a nivel mundial que tiene que ver con la ecología y la contaminación y, entonces, hay una necesidad de producir de manera más biológica y, sobre todo, de producir mayor cantidad de alimentos. Las empresas que quieren y necesitan sobrevivir deben innovar en esta área.
Frente a esa necesidad de innovar, ¿por qué cree que se dio una caída en la producción de medicamentos en la industria farmacéutica?
–Aunque digan lo contrario, las empresas grandes se concentran en moléculas que tienen mercados importantes. En el caso de las farmacéuticas, esta lógica de funcionamiento se llama blockbuster, es decir que venden de 1500 millones de dólares para arriba. Pensar que estas empresas van a dejar de funcionar con la política de blockbuster, que implica reducir la innovación, es ilusorio.
¿Cómo se relaciona la política blockbuster con la tercerización en la industria farmacéutica?
–Es un problema más general que apunta a la organización de las empresas. Desde hace unos treinta años, en el mundo occidental se busca la obtención de ganancias en muy corto tiempo. Ese objetivo significa reducir la investigación. Se necesitan diez años para hacer un nuevo medicamento. De esa manera no se podría obtener un beneficio del 15 por ciento por año. Se corrompió a los dirigentes de las grandes empresas. El poder financiero ha orientado no tanto hacia el valor de las empresas sino de las acciones. Por ejemplo, la empresa informática americana, para aumentar el beneficio, renunció a diseñar las notebooks en Estados Unidos, se hacen en Taiwan. Excepto por Apple, que sí diseñó el iPod en los Estados Unidos. En Estados Unidos, esta deslocalización ha destruido el armado industrial, se han perdido las competencias y muchos empleos, porque se destruyeron muchas de las pequeñas empresas que trabajaban para los grandes en una forma de cadena de valor.
¿Cómo estima la evolución que hubo en los últimos años de la producción de cultivos transgénicos?
–El problema no es la planta transgénica sino para el beneficio de quién. Las empresas deben producir valores para el conjunto de la sociedad. Los políticos no entienden. Lo que habría que hacer es aumentar la investigación y crear empresas que desarrollen los OGM y que tengan por objetivo mejorar la producción para poder alimentar a la mayor cantidad de personas.
¿Qué consecuencias trae este tipo de producción?
–Hay una disminución de la diversidad biológica. Y hay un riesgo de que el productor campesino esté cada vez más dependiente y pendiente del vendedor de semillas. Insisto: el problema no son los OGM sino el cultivo intensivo que destruye la biodiversidad. La agricultura no hizo aún la revolución que hizo –y sigue haciendo– la industria. Produce grandes cantidades de lo mismo. En cambio, la industria produce grandes cantidades diversificadas. Lo que debe hacer la agricultura es tener productos cada vez más diferenciados, respetando la biodiversidad.
¿Cómo evalúa la relación entre países desarrollados y países en desa-rrollo, en el área de la innovación tecnológica?
–La innovación no es investigación sino una idea para hacer algo. Nosotros podemos explotar una investigación que fue hecha en otro país. Todos los países deben invertir en formación y, si es posible, en investigación. Los países del Sur deben movilizar la capacidad creativa de los empleados en sus empresas y construir sinergia con otras empresas. Si las pequeñas empresas constituyen una red de alianzas, devienen mucho más eficaces que una gran empresa. En los ’80, la alianza entre Microsoft, Intel y Compac logró imponer un ritmo de innovación que superó a IBM. Microsoft e Intel eran empresas medianas y Compac recién había aparecido
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