› Por Tomás Lukin
La secretaria de Trabajo, Noemí Rial, reivindica las negociaciones salariales colectivas y considera saludables los conflictos intersindicales. En una entrevista con Cash, la funcionaria, que acompaña al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, hace 8 años, apunta a las compañías de alimentación por reproducir condiciones de trabajo decimonónicas y refuta a empresarios que sostienen que los aumentos salariales generan inflación. Rial cuestiona el rol secundario que ocupan las cuestiones laborales en el discurso de los principales exponentes de la oposición.
“Cuando empezamos la gestión dijimos que era posible bajar el desempleo antes de 2009 y lo hicimos en 2007. Podemos llegar al 5 o 6 por ciento de desempleo antes de finales de 2011, están dadas las condiciones para llegar al pleno empleo. Así se puede incorporar a los nuevos trabajadores como los jóvenes. El trabajo es la única forma para garantizar la distribución del ingreso.”
¿Por qué tiene tanta difusión mediática cada una de las negociaciones salariales?
–Las negociaciones implican la recomposición de los salarios, recuperación del empleo, evidencian el crecimiento, el mayor consumo interno y cierta estabilidad económica. Es un proceso que se incorporó en 2004 con bastante dificultad. La magnitud de los incrementos de 2007, 2008 y durante la crisis de 2009 hizo que se volviera un tema relevante de difusión.
¿Hubo una mejora cualitativa en esas negociaciones?
–Sin el proceso de crecimiento desde 2003 no es posible tener la cantidad de negociaciones salariales que hay hoy, pero se puede tener paritarias sin que haya mejoras salariales. Donde los convenios tenían como base las sumas no remunerativas, los tickets canasta, había incremento en el bolsillo del trabajador a costa de la seguridad social y los propios asalariados. Las sumas no remunerativas en los convenios van a desaparecer hacia mediados de 2011 y pasan a ser parte del salario. Fueron una buena herramienta para comenzar a negociar a la salida de la crisis de convertibilidad, pero ahora la mayor parte de los colectivos laborales superan las pérdidas de 2001 y hay que empezar a que todas las sumas sean parte del salario.
¿Las mejoras salariales inquietan a algunos sectores del empresariado?
–No pueden sostener muchos de sus argumentos. No pueden decir que los costos salariales les impiden competir. En alimentación, un rubro muy sensible en los índices de precios, los costos salariales a valor dólar están más bajos que en 2001 y medido en pesos aumentaron solamente 4,6 por ciento. No pueden decir que los aumentos salariales generan inflación. Los costos salariales no impiden la competitividad.
Entonces los que deben estar inquietos son los trabajadores por los aumentos de precios.
–No, los trabajadores deben seguir negociando salarios más allá de la inflación. La negociación por inflación es la que hacía mi amigo Saúl Ubaldini en el ’86. Ahora lo que plantean los sindicatos es un conocimiento más vasto de la actividad. Si negocian con una cámara exportadora recurren a otros argumentos, como los precios internacionales y las cantidades exportadas. De ahí surge el 50 por ciento de la rentabilidad de esas empresas. La inflación y los precios locales de esos productos pierden relevancia.
Otros sectores no exportan y dependen de la importación.
–En esos sectores, como algunas ramas de la industria textil, el Estado tiene que colaborar para que algunas categorías del convenio estén por encima del Salario Mínimo Vital y Móvil. Este año tuvimos una negociación muy dura con los empresarios del Vestido. Ofrecieron un 10 por ciento y con eso de ninguna manera ese colectivo de trabajadores alcanza un salario mínimo de bolsillo que supere al SMVM. Por eso el Ministerio de Trabajo ofreció un laudo. En este momento el promedio salarial se ubica entre 2600 y 2800 pesos. Pero nosotros sabemos que en algunas actividades, como vestido y calzado, donde las cadenas de valor están muy distorsionadas y hay mucho empleo no registrado, no se registran esos valores.
¿Que sucedió entre el gremio de Camioneros y la empresa de venta de materiales para la construcción Rabe?
–Camioneros está reclamando por el encuadre de algunos trabajadores dentro de su convenio. La firma dice que en algunos casos eso es pertinente pero que en otros se superpone con otros gremios. Eso es lo que estamos discutiendo. Se dictó la conciliación obligatoria, Camioneros la acató, levantó los bloqueos y fijó una audiencia para el lunes (por mañana). Ahí se empezará a discutir un acuerdo que equilibre el reclamo de un lado y del otro.
En el sindicato de Comercio sostienen que el gremio que encabeza Moyano “no respeta los encuadres gremiales” y que el Ministerio de Trabajo siempre falla a favor de Camioneros.
–En principio tengo que responderles que las actividades han cambiado mucho. El convenio de Comercio habla de empleados de comercios y la incorporación del sector servicios en su estatuto los llevó a firmar convenios colectivos en los puertos. Como en la década del noventa, Comercio tenía un acuerdo más lábil todos aspiraban a estar dentro de ese convenio. Es cierto que Comercio comprende en su estatuto a la logística, pero Moyano no se está saliendo de su personería gremial sino que le interesan los camioneros y los auxiliares que están en el marco de esa actividad, no reclama al vendedor, al que arma los pedidos o al cajero. El problema de Comercio es que los tenía a todos los trabajadores y es el que está perdiendo. Entiendo que no estén contentos, pero el Ministerio de Trabajo no encuadra, sino que resolvemos conflictos. No decimos “todos los trabajadores de logística son de Camioneros”. El encuadre convencional está en manos de la Justicia. Ninguno de los dos gremios quiere ir a la Justicia donde se analizaría no un caso puntual, sino que definirá los límites entre ambos sindicatos para, por ejemplo, toda la actividad de logística.
¿Esa es la única disputa intersindical por el encuadre de los trabajadores?
–No. Sólo adquiere trascendencia en los medios, pero esos reclamos son parte de la vida sindical. Es saludable que los sindicatos se fuercen por tener más afiliados. Todos tratan de avanzar sobre otros ámbitos con mayor o menor suerte. Además el mundo laboral cambió y aparecieron actividades que no las contemplaba nadie que son disputadas entre distintos sectores. ¿Comercio no se acuerda de los conflictos que mantiene con gastronómicos por turismo? Cada vez que uno de los dos sindicatos firma acuerdos salariales por ese ámbito el otro lo impugna. Hay problemas entre Smata y el gremio de las estaciones de servicio, donde ese último está peleando por recuperar el espacio que perdió en Mar del Plata por una sentencia judicial. Existió también una disputa importante entre Smata y UOM en los ochenta por las terminales automotrices. En los noventa llegamos al escándalo del convenio colectivo de General Motors que apenas se instaló se sentó a negociar con ambos el primer convenio colectivo sin haber siquiera incorporado trabajadores. Lo que los medios cuestionan es la metodología para llamar la atención. No es algo tan dramático.
Finalizó la negociación salarial del sindicato de Sanidad con un incremento en las remuneraciones del 27 por ciento. ¿Ese ajuste puede impactar sobre los costos de las prepagas y obras sociales?
–Las prepagas ya aumentaron dos veces este año. Así ya hicieron un colchón suficiente para poder pagar. Hace menos de un mes sobreaumentaron 15 por ciento. Con las obras sociales, hace varios años que la Superintendencia de Servicios de Salud certifica que si es necesario aumentar para que los trabajadores perciban los incrementos salariales se hace, pero en este caso no será necesario. El resto de la salud se rige por otra normativa.
El Ministerio de Trabajo considera totalmente finalizado el conflicto en Kraft.
–Cuando los conflictos se extienden por demasiado tiempo pierden los trabajadores. La peor consecuencia que puede tener una huelga es que despidan trabajadores y que después en la negociación no se logre reincorporarlos. Lo de Kraft terminó así. Reincorporaron a muchos pero quedaron 19 afuera. Por suerte se pudo consolidar la posición de los delegados. No se rompió la estructura interna de la fábrica. El tema económico no existía, empezó por la gripe A y una serie de reclamos, pero no se pudo avanzar en mejorar las condiciones de la actividad. El otro día hablando con el presidente de la Copal le decía que no puede ser que en cada establecimiento alimentario que vamos nos encontramos con situaciones decimonónicas. Son empresas que ganan muy bien y tienen que mejorar las condiciones de trabajo. Mejorar las condiciones laborales de los asalariados. En Felfort verificamos todas las denuncias que nos habían hecho; con Kraft pasa lo mismo. Si tenés buena productividad, el costo laboral es bajo, ¿por qué no mejoras las condiciones laborales? Estos conflictos toman estado público pero de ese tipo tenemos muchos que se solucionan en silencio sin pérdida de puestos de trabajo.
En vistas a las elecciones presidenciales de 2011, ¿qué aspectos de la política laboral considera son los más relevantes?
–Hay algunos aspectos sobre los que no puede volverse atrás como la movilidad jubilatoria, la Asignación Universal por Hijo o la estatización de las AFJP. En el ámbito del Ministerio de Trabajo, la negociación fue impulsada por la derogación de la Ley Banelco. Si viene un gobierno que tenga tendencia a la negociación por empresa pueden atomizar, debilitar la negociación colectiva como ocurrió en los noventa. Lo mismo puede suceder con el Salario Mínimo. Los convenios marco hoy permiten poner pisos salariales en las distintas actividades. El trabajo es un área muy sensible a los cambios. Pueden revertir la devolución de las facultades que tenemos para inspeccionar y que quede todo en manos de las provincias. Si se suspenden los incrementos salariales o bajás salarios achicás el mercado interno
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