REPORTAJE A ANIBAL FERNANDEZ
“El Fondo nos ve como una lata”
El ministro de la Producción no ahorró elogios para Roberto Lavagna y señaló que hubo economistas que fueron a Washington para recomendar que no haya ayuda para Argentina. Define cómo sería la economía en caso de no cerrarse un acuerdo con el FMI. Y explica por qué no se puede pagar a los organismos financieros internacionales
› Por David Cufré
El discurso del Gobierno en relación con la negociación con el FMI ha sido zigzagueante. El propio ministro de la Producción, Aníbal Fernández, admite en este reportaje con Cash que en un momento la situación se planteó como una dicotomía entre “acuerdo o muerte”. “Lo hicimos porque suponíamos que el acuerdo estaba mucho más cerca”, justificó. Hoy el Gobierno, o al menos una parte, entre la que se encuentra Fernández, acusa al FMI de ceguera y defiende el default con los organismos. “Si usamos las reservas para pagar, nos morimos de inanición”, enfatizó. Junto con esto, resalta la labor de Roberto Lavagna, al punto de decir que “salvó a buena parte del país”. Fernández aprovecha para recordarles a los gurúes sus groseros errores en los pronósticos y para acusar a economistas que responden a un candidato, en referencia ambigua a Carlos Menem, por operar en Washington en contra del Gobierno. Finalmente, les apunta a Ricardo López Murphy y Adolfo Rodríguez Saá por haber querido despegarse de su definición sobre que los políticos argentinos “son unos hijos de puta”.
¿Hay vida después del default?
–En principio no estamos en default con los organismos internacionales. Hay una serie de definiciones técnicas que explican cuándo un país cae en default. Tienen que pasar seis meses desde que se incumple un pago y sucederse otras alternativas, que en este caso no se dan. El Gobierno hizo lo que decía mi viejo: cuando uno debe y no puede pagar se pone colorado y pide disculpas. Anteriormente se había festejado el default y eso en el exterior aún duele muchísimo. Nosotros explicamos respetuosamente que no había forma de pagar el capital y desembolsamos 79 millones de dólares por los intereses.
Más allá de las definiciones técnicas, para los mercados y para los propios organismos lo trascendente es que Argentina no pagó.
–Es semántico. Técnicamente no estamos en default, pero es cierto que no pagamos. Si a eso le llamamos default, lo acepto.
Entonces, ¿hay vida después del default?
–Sí, los Estados no mueren. La responsabilidad del ministerio a mi cargo es precisamente bucear en ese punto, para que la vida siga. Trabajamos pensando en el escenario pesimista. Y si llega el acuerdo, mejor. Esto significa que caminamos y mascamos chicle a la vez. Lo podemos hacer. La economía tardará más en arrancar, pero seguirá funcionando. Por ejemplo, nosotros pensamos en un nuevo Plan Canje (de vehículos de más de 10 años por 0 kilómetro), pero se implementará cuando les paguemos la deuda a las terminales (por el Plan Canje anterior) y tengamos recursos para sostenerlo. Yo lo que debo hacer es tener el plan diseñado y en cuanto Lavagna me pueda dar financiamiento, lanzarlo.
¿Qué opina de los economistas que advierten que si Argentina no les paga a los organismos se cae del mundo?
–Los gurúes pronosticaron en julio un dólar a 10 pesos y que habría hiperinflación. Hoy vemos que los depósitos se recuperan, que las tasas de las Lebac bajan y que el dólar está en su nivel más bajo desde mayo. Los gurúes dijeron todo mal. La economía tiene capacidad de recuperación. Ahora, loco no soy. Sin crédito para capital de trabajo las complicaciones son muy fuertes. La pregunta es cómo generamos financiamiento para producir y exportar. Desde esta cartera estamos explorando algunas alternativas. Pero volviendo a los gurúes, la mayoría apostó al desastre porque les convenía desde el punto de vista electoral, y les salió mal. Yo sé que tres economistas de un candidato estuvieron en Washington jugando en contra de Argentina, para que nos caigamos del mundo.
¿Quiénes?
–No voy a dar nombres, no me corresponde. Pero hubo tres economistas que se hicieron presentes en la reunión anual del FMI para jugar en contra de Argentina. Y eso no se hace.
Usted menciona la pelea electoral. Pablo Rojo, del menemismo, estuvo en Washington hablando con el FMI. ¿Se refiere a él?
–Investigue, yo no voy a dar nombres.
Cuestiona a los gurúes, pero en abril el Gobierno convocó a uno de ellos, Guillermo Calvo, para reemplazar a Jorge Remes Lenicov.
–Buscábamos un hombre con estatura. Lavagna y Calvo son dos economistas con estatura. Buscamos al hombre que interpretara mejor lo que quería el Gobierno y el Presidente se inclinó por Lavagna. Felicitaciones porque acertó. Yo a Calvo lo he visto siempre con un pensamiento muy claro. A mí me parecía potable. Pero el trabajo de Lavagna es para sacarse el sombrero.
¿Lavagna salvó al Gobierno?
–No, Lavagna salvó a buena parte del país. El Presidente acertó en ponerlo y cuando entendió su idea, la compartió y la sostuvo. Perón decía que las guerras son algo lo suficientemente importante como para que las manejen los militares. Yo sostengo que la economía es lo suficientemente importante como para que la manejen los economistas. La manejan los políticos, con economistas de fuste. En este caso, un economista de fuste y un Presidente con bolas le permitieron a la Argentina salir de una situación muy fea. Falta muchísimo, pero por lo menos salimos de una situación muy fea.
¿El Gobierno pagará con reservas los próximos vencimientos con los organismos?
–No. Y la demostración ya está hecha. Seguramente se cancelarán los que sean chirolas, para no hacer de esto una cadena. Pero es imposible pagar los vencimientos importantes porque vamos a una muerte por inanición. Vamos a un cuello de botella inexorable: nuestras reservas contra lo que se debe. En esos términos es acuerdo o muerte, no hay solución. No podemos aceptar que sea acuerdo o muerte.
El Gobierno muchas veces presentó las cosas como si fuera acuerdo o muerte.
–Sí, porque suponíamos que el acuerdo estaba mucho más cerca. Vamos a seguir intentando. Y si no se puede, no se puede. Fijamos la política cambiaria, fijamos la política monetaria y fijamos la política fiscal. Eso nos trajo crecimiento. Vamos a tener el tercer trimestre consecutivo con crecimiento, lo que técnicamente implica una salida de la recesión. Lo digo muy tímidamente, sin festejos, porque sería estúpido pensar que la vida está resuelta.
¿El Fondo tiene voluntad de acordar con este gobierno?
–Creo que sí. Algunos pueden no tenerla.
¿Quiénes?
–Hacer nombres es meterse en un lío.
Entonces por qué no hay acuerdo.
–Me parece que hay actitudes del Gobierno no comprendidas y que no se evalúa correctamente el esfuerzo que está haciendo el pueblo argentino. Es un esfuerzo que se mide mal y que nos deja fuera de una solución rápida. Pero creo que el gobierno estadounidense y el Grupo de los 7 están inclinados por una definición favorable de esta negociación.
Usted dijo que los políticos argentinos son unos hijos de puta. ¿Cómo calificaría a los funcionarios del FMI?
–No, lo que dije frente a las imágenes de chicos desnutridos fue que la sociedad argentina está enferma. Yo formo parte de esta sociedad enferma. Y dije que el grupo que gobierna y el que gobernó lo son (hijos de puta). Hubo algunos que se enojaron. Otros, como los candidatos (Ricardo) López Murphy y (Adolfo) Rodríguez Saá, dijeron que a confesión de parte relevo de prueba. Yo les digo, ustedes también son uno de esos, de ésta no se escapan, ustedes también tienen culpa. Todos hicimos algo para que la desnutrición no se resolviera.
¿Y cómo calificaría a los funcionarios del FMI?
–Hace poco Steven Forbes sacó en su revista que si él fuera presidente de los Estados Unidos obligaría a los auditores del Fondo a cobrar el sueldo en la moneda del país que auditan y pagar los impuestos del país que auditan. El Fondo nos audita con un producto enlatado, que es el mismo para todos los países. No importa si nos queda largo de mangas o ancho de espalda. Nos ven como una lata. Esa sería la calificación.
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