Dom 05.12.2010
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PECULIAR RUMBO QUE HAN TOMADO LOS ESTUDIOS EN LA CIENCIA ECONóMICA

La economía de la tortura

Investigadores de universidades de países centrales desarrollaron un modelo destinado a optimizar los usos de la tortura. En cambio, muchos otros están dispuestos a dar el debate para transitar con éxito el sendero del desarrollo económico y social.

› Por Paula Español * y Matias Kulfas **

Una advertencia: el lector desprevenido podrá suponer que el contenido de este artículo es irónico, exagerado o hasta apócrifo. Han sido recurrentes las ironías acerca de los efectos letales de los planes de ajuste que han impulsado e impulsan ciertos economistas. Marcelo Matellanes, el fallecido filósofo y economista, sostenía que a los economistas se les debería exigir, como a los médicos, el juramento hipocrático, pero con un detalle adicional: la mala praxis de los médicos tiene efectos más acotados que los programas de ajuste estructural que algunos economistas han puesto en práctica en las economías latinoamericanas. En otras palabras, los malos médicos matan de a uno; los malos economistas hacen un daño generalizado.

Vale llamar la atención sobre ciertos rumbos que ha tomado la academia económica. Sandep Baliga, de la Kellog Graduate School of Management, y Jeffrey Ely, del Departamento de Economía de la Universidad de Northewestern, publicaron a comienzos de este año un trabajo titulado “Tortura”, en el que desarrollan un modelo destinado a optimizar los usos de la tortura. El objetivo de dicho modelo es dar respuesta a cuestiones como el efecto de “técnicas de interrogatorio” o la “delegación de la tortura a los especialistas”, y para ello buscan el “esquema óptimo de tortura”.

El modelo desarrollado parte de un planteo muy concreto: si se conoce el dato de que se producirá un ataque terrorista, la tortura será la única herramienta para obtener información y evitarlo o reducir sus impactos. Pero, reconocen los autores, se corre el riesgo de torturar a un inocente aunque, de hecho, la decisión de torturar a una víctima inocente sería necesaria (y así lo enfatizan) para darle un mayor incentivo al que sí posee información a que proceda a revelarla. La conclusión es que cuando la tortura llega a su máximo punto de efectividad, el que de verdad está informado confiesa inmediatamente, y sólo el inocente se ve sometido a la tortura.

No es novedosa la incursión de economistas en prácticas aberrantes. Es conocida la participación de prestigiosos economistas en la guerra de Vietnam, indicando los objetivos a bombardear para aumentar el daño económico de las fuerzas a combatir. Vale entonces llamar la atención sobre el rumbo que ha tomado la academia en el ámbito de la teoría económica.

Son varias las preguntas que surgen a partir de estas nuevas “líneas de investigación” de los institutos de economía. La más obvia es si se puede afirmar que ya no hay nada para decir con respecto a los problemas del desarrollo económico, de la pobreza, de las enormes brechas existentes entre los países más avanzados y los más pobres, de la desigualdad, del desempleo y la creciente precariedad en el mercado de trabajo, y tantas otras cuestiones clave que hacen al bienestar de las sociedades tanto en los países centrales como en la denominada periferia. No hay que irse muy lejos para ver cómo se desarrollan estas investigaciones en las cuales algunos economistas se sienten habilitados a aplicar sus modelos a cualquier problema de la vida. Por ejemplo, si se observa el listado de trabajos presentados en muchos congresos internacionales de economía, y también los que realizan algunas escuelas de economía en nuestro país, se encuentran papers con aplicaciones de modelos para analizar el problema del crimen y el intercambio de drogas ilegales, la economía política de la violencia en el fútbol, el alcoholismo en los accidentes de tránsito, etc., aunque nadie se animó a llegar tan lejos de modelizar la aplicación óptima de la tortura.

Quienes escriben este artículo han conformado, junto a una gran cantidad de economistas, sociólogos, politólogos y miembros de otras disciplinas, la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), justamente porque consideramos que la investigación económica debe otorgarle un lugar preponderante al estudio de los problemas concretos de de-sarrollo económico que enfrentan los países y que hacen al bienestar de la amplia mayoría de la población del planeta.

Lamentablemente, la matriz ideológica ortodoxa que está detrás de una idea ascética de la investigación económica está muy arraigada en el mundo académico. No obstante, luego de la masiva convocatoria que han tenido los dos Congresos Anuales (2009-2010) que ha organizado AEDA, tenemos la satisfacción de constatar que son muchos los profesionales dispuestos a dar el debate que permita construir una ciencia económica capaz de ofrecer las respuestas necesarias para transitar con éxito el sendero del desarrollo económico y social

* Economista, directora del CEP y vicepresidenta de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA).

** Economista, director del Banco Nación y presidente de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA).

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