INVERSIONES, DESARROLLO GLOBAL Y EQUILIBRIO ECONóMICO
Las diferencias entre las naciones van a contramano de un desarrollo global equilibrado y sustentable. La opinión de los economistas se bifurca a la hora de definir las estrategias para reducir las brechas existentes.
› Por Diego Rubinzal
La profundidad de las asimetrías económicas entre las naciones atenta contra un desarrollo global equilibrado, sustentable y éticamente justo.
Aunque coincidan con esa formulación, la opinión de los economistas se bifurca a la hora de definir las estrategias conducentes a reducir las brechas existentes. La teoría neoclásica sostiene que el libre juego de las fuerzas de mercado asegura un proceso de convergencia económica.
Partiendo del supuesto de libre movilidad de los factores productivos, esa hipótesis sostiene que el trabajo se desplaza desde las zonas más atrasadas hacia las más avanzadas, y que el capital lo hace en sentido contrario. Esto último encuentra su explicación en que la tasa de rendimiento marginal del capital suele ser mayor en aquellas regiones en las cuales los salarios y el capital per cápita son más bajos. En otras palabras, el capital tiene rendimientos decrecientes. De esa manera, la tasa de acumulación de capital en el largo plazo y el ingreso per cápita tenderían a igualarse entre las distintas regiones. De esta visión se deriva la idea de que el mercado es un óptimo organizador de la actividad económica y que, por lo tanto, las políticas activas son innecesarias y contraproducentes.
Los economistas enrolados en las llamadas escuelas del crecimiento endógeno sostienen que la hipótesis neoclásica no se verifica en la realidad porque los rendimientos decrecientes del capital se ven compensados por distintas cuestiones (por ejemplo, la existencia de ambientes favorables a la innovación tecnológica). Peter Hall (director del Center for European Studies de la Universidad de Harvard) y David Soskice (integrante del Department of Political Science de la Universidad de Duke) definen esas cuestiones como “ventajas institucionales comparativas”. “La idea de fondo es que las empresas acaso logran desarrollar algunos tipos de actividad y producir de manera más eficiente algunas variedades de bienes gracias al sostén institucional que sus economías proporcionan a tales actividades”, aclaran Hall y Soskice en su trabajo A propósito de los capitalismos contemporáneos. Variedades de capitalismo: algunos aspectos fundamentales (Revista Desarrollo Económico Nº 45). En otras palabras, Hall y Soskice sostienen que el contexto institucional termina condicionando los índices de crecimiento y de progreso tecnológico. Las “ventajas institucionales comparativas” explicarían por qué un alto porcentaje de las transacciones transfronterizas de capital se realizan entre los propios países desarrollados.
El debate instalado alrededor de este tema está emparentando con otro tema controvertido: el rol de la IED en las economías domésticas. Algunos economistas consideran que la abundante recepción de capitales foráneos es una condición sine qua non para el inicio de un proceso de modernización económica. Otros especialistas advierten que las IED tendrán un impacto positivo sobre la estructura productiva doméstica solamente si se cumplen algunas condiciones. En ese sentido, Fernando Luengo, profesor de Economía Aplicada I de la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que es preciso distinguir dos cuestiones básicas: el tipo de inversión (perfil tecnológico) y la orientación del flujo inversor (adquisición de empresas existentes o creación de nuevas capacidades productivas). “Cuanto más acusado sea su perfil tecnológico y mayor el número de nuevas plantas que emerjan en el país, mayor será el impacto de las inversiones foráneas en la transformación estructural de las economías que absorben esos flujos. Mitigarían dicho impacto aquellos flujos de capital cuyo objetivo principal sea capturar los mercados domésticos o que estén muy concentrados en algunos enclaves territoriales”, sostiene Luengo en su trabajo Capital extranjero y cambio estructural. Una necesaria revisión de los “lugares comunes”. Por otra parte, el economista de la Complutense recuerda que el impacto de la IED en la estructura productiva dependerá de la estrategia (productiva, comercial, tecnológica) seguida por la empresa foránea y también de las relaciones entretejidas con los establecimientos domésticos y los respectivos Estados nacionales
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