INTEGRACIóN DE LA ARGENTINA AL COMERCIO Y ORGANISMOS INTERNACIONALES
Durante años se ha estado reiterando el slogan referido al supuesto aislamiento del “mundo”, idea que ha sido desmentida por hechos contundentes. En realidad, la corriente conservadora aspira a reinsertar al país en el mundo de la globalización financiera.
› Por Juan Santiago Fraschina *
Uno de los lugares comunes a los que recurre la corriente conservadora con los economistas ortodoxos como voceros es que la Argentina se encuentra aislada del mundo. Incluso, lo declaman a pesar de que el país fue designada en la presidencia del G-77 más China, entre otros hechos importantes que se dieron en la política internacional desde el 2003.
¿Por qué siguen insistiendo con esa idea de aislamiento del mundo? Porque para esos sectores el mundo es el sistema financiero internacional y el Fondo Monetario. Entonces, surge una segunda pregunta: ¿cómo funciona ese “mundo”?
La actual globalización financiera comenzó a configurarse en la década del ‘70, cuando el sistema financiero internacional pasó de la escasez a la abundancia de dólares que había caracterizado al sistema capitalista durante el período de posguerra. Este fenómeno se reforzó con los petrodólares a partir de 1973. Otro factor que generó un incremento de la liquidez mundial y que por lo tanto constituyó un fuerte estímulo para el desarrollo del capital financiero fue el aumento de los precios del petróleo. Esto provocó una gran afluencia de dólares hacia los países productores de petróleo. Al ser en su mayoría economías subdesarrolladas, esos países no tenían la capacidad de absorberlos en el corto plazo. Entonces comenzaron a depositar gran parte de esa masa dineraria en distintos bancos extranjeros de países desarrollados dando origen a los denominados petrodólares.
En marzo de 1973 se abandonaron definitivamente los tipos de cambio fijos para adoptar los tipos de cambio flexibles. Todo esto condujo a la inestabilidad permanente de los tipos de cambio generando un contexto de incertidumbre en el cual la especulación cambiaria se transformó en uno de los rasgos estructurales de la nueva etapa del capitalismo. En ese contexto, a partir de las recomendaciones del Fondo Monetario se eliminaron las distintas regulaciones de las finanzas internacionales que caracterizaban a las economías de posguerra. Se liberalizó de esta manera la acción de los operadores financieros, sobre todo a partir de la apertura de los países desarrollados a los movimiento de capital de corto plazo. Es decir, mientras que el escenario de tipo de cambio flexible dio lugar a generosas oportunidades para la especulación cambiaria, la liberalización y desregulación financiera permitió el estimulo al capital financiero en general. Fue así como se constituyó la denominada globalización financiera.
La globalización financiera presenta dos características centrales. En primer lugar, una centralidad del capital financiero especulativo donde las instituciones financiera no bancarias se encuentran en el centro de la economía mundial teniendo como objetivo principal la de incrementar los fondos que tienen a su cargo a partir de la especulación financiera. Por otro lado, esas instituciones financieras privilegian las operaciones de colocación de corto plazo en contraposición a las inversiones productivas de largo plazo. De esta forma, durante la globalización financiera se verificó una abrupta distribución del ingreso a favor del capital financiero y en detrimento de los salarios de los trabajadores y del capital productivo, creciendo aceleradamente la inversión especulativa de corto plazo.
Además, esas operaciones financieras crecientemente especulativas se han alejado en forma constante de la producción y del comercio, esto es, de la economía real. La esfera financiera al crecer sostenidamente por encima de la producción se desliga cada vez más de la actividad real. De esta forma, la esfera de la producción real de la economía quedó subordinada y subsumida a la esfera financiera que va adquiriendo en forma creciente una autonomía relativa en una superioridad jerárquica en relación con la producción, la inversión y el comercio.
Una segunda característica de esa globalización es que está marcada por una serie de shocks y crisis que se fueron incrementando por la misma especulación financiera. Esta multiplicidad de shocks demuestra la “fragilidad financiera” y el “riesgo sistémico” existente en la etapa iniciada a mediados de la década del setenta. La globalización financiera se caracteriza por una fragilidad sistémica que se explicita en las sucesivas crisis que azotan en estas últimas décadas a la economía mundial.
Las causas de esta fragilidad sistémica se encuentra en el nivel alcanzado por el monto del valor nominal de los activos financieros, de la distribución del ingreso a favor del capital financiero en detrimento de la producción, la desvinculación creciente entre la esfera financiera y la esfera de la producción y el comercio y la debilidad de los sistema bancarios nacionales producto de la liberalización y desregulación financiera. De esta manera, la desregulación y liberalización financiera que caracterizan a la globalización condujeron a la creación de economías muy frágiles, las cuales se encuentran muy vulnerables a los contagios de los shocks financieros generados por los mercados especulativos.
Por lo tanto, estas crisis de carácter puramente financieras poseen dos rasgos destacables: por un lado, se producen en forma continua durante el modelo de globalización financiera y, por otro lado, presentan consecuencias más devastadoras para la economía en su conjunto y son más complejas de solucionar que las crisis tradicionales del sistema capitalista de producción. En este contexto de riesgo sistémico son las economías periféricas las más vulnerables.
A partir del inicio del nuevo modelo de desarrollado en el 2003 centrado en la producción y reindustrialización de la economía era por lo tanto imprescindible aislar a la Argentina de ese “mundo” de la globalización financiera y el Fondo Monetario Internacional. Romper al mismo tiempo con las relaciones “carnales” con los países centrales y privilegiar la integración latinoamericana. En resumen, la Argentina no se ha aislado del mundo sino más bien que ha cambiado su forma de inserción para poder aumentar la independencia económica
* Economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (Geenap).www.geenap.com.ar
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