Domingo, 5 de junio de 2011 | Hoy
ESTRATEGIA DE DESARROLLO Y ELECCIONES PRESIDENCIALES
Se inicia la campaña electoral de cara a octubre y se abren espacios de discusión sobre planes y estrategias económicas y políticas. La situación de la oposición y del oficialismo.
Por Gerardo De Santis *
La profundización de la democracia requiere indudablemente que se discutan “políticas de Estado”. Ello es mucho más que un slogan vacío. Se necesita que los ciudadanos tomen conciencia de que es algo importante, serio, profundo. Sin embargo, la experiencia actual muestra que para la oposición la política de Estado es la simple enunciación de ideas vagas y generales respecto de las problemáticas identificadas como más acuciantes para los estratos medios en las encuestas de opinión. ¿Por qué los enunciados vagos e imprecisos no se traducen en políticas de Estado?
En primer lugar, porque las “políticas de Estado” requieren espacios de discusión en el seno de los partidos políticos. Situación rara en nuestro país, en donde las fuerzas opositoras no cuentan con estructuras partidarias sino que se organizan en base a las indicaciones de sus asesores de imagen y se recuestan en sus encargados de prensa para garantizar un lugar en la agenda de los programas televisivos.
En segundo lugar, porque aceptan pasivamente la agenda pública impuesta por los medios de comunicación oligopólicos, sin atreverse siquiera a incorporar alguna cuestión que pueda ofender a los dueños del poder real. En tercer lugar, porque la falta de debate interno y relación con sus bases llevó a los partidos políticos a limitar su estrategia, a ponerse detrás de la ofensiva de la alianza agromediática en el 2008. El intento destituyente montado a partir de la rebelión fiscal de las patronales agropecuarias hizo creer a la oposición que se le abría una oportunidad de posicionarse como administradora de un proyecto sectorial que no hace al todo. Esto les impidió discutir ideas hacia el futuro. Hoy es un buen momento para revisar el error de esa estrategia, ya que se inicia la campaña electoral de cara a octubre, y si bien no tienen chances de recuperar el tiempo perdido en las elecciones del 2011, sí pueden tener una posibilidad de redimirse pensando en el 2015.
Es importante que cada candidato, cuando enuncia que está preocupado por la distribución del ingreso, explique claramente a quién le va a cobrar más impuestos y qué destino tendrán esos recursos. En su defecto, seguirá siendo todo declamativo.
La Argentina tiene una estructura productiva desequilibrada. Existen unos pocos sectores con productividades mayores que otros, lo cual genera fuertes brechas regionales, sectoriales y sociales. Esto hace imprescindible profundizar las políticas que permitan reducir las brechas con los sectores que tienen ventajas comparativas, hoy profundizadas por los buenos precios internacionales. ¿Acaso en los países desarrollados los sectores industriales no financian a los sectores con desventajas comparativas?
El crecimiento se traduce en desarrollo en la medida en que exista, por un lado, un ritmo sostenido de aumento del mercado interno y, por el otro, un cambio de la estructura productiva que reduzca dichas brechas. Partiendo de una estructura productiva diezmada por la apertura y la financiación, consecuencia de las políticas implementadas entre mediados de los años ‘70 y principios del actual siglo, el Gobierno dio importantes pasos para reducir las brechas sociales, a través del impulso a actividades generadoras de empleo. Sin embargo, la desigualdad persiste en la medida en que no sean reducidas las brechas productivas entre empleos de baja y alta calidad, entre grandes empresas competitivas y pequeñas empresas con técnicas rezagadas.
Esto abre una importante agenda de “políticas de Estado” que la oposición debería estar discutiendo más allá de las declamaciones. ¿Cómo consolidar lo avanzado? ¿Cómo insertar aquellas buenas políticas aplicadas en una estrategia de desarrollo? ¿Cómo salir de la trampa de especializarse en las ventajas comparativas en unos pocos sectores? ¿Con qué tipos de políticas industriales? ¿Apoyando a grandes grupos nacionales haciéndolos cumplir los planes de inversión local para que dejen de financiar su multinacionalización? ¿Apoyándolos pero a cambio de empleo, inversión y tecnología nacional? Pensar en “políticas de Estado” requiere, en primer lugar, una oposición que deje de defender los intereses de dos corporaciones como si fueran los intereses de todos los argentinos. En segundo lugar, romper el esquema del colonialismo cultural del “no se puede”, para pasar a aceptar que a Argentina quizá le dé para mucho más que ser granero de China o la góndola de las grandes cadenas de supermercado europeas.
Se tiene con qué dar batalla en esta nueva etapa y este gobierno ha tenido la capacidad de entenderlo. Así lo demuestran la protección a sectores productivos con las licencias no automáticas, el aumento al presupuesto de Ciencia y Tecnología, el apoyo a experiencias de empresas estatales exitosas como Invap, el financiamiento a la innovación de las pymes nacionales de maquinaria agrícola, los desarrollos locales en biotecnología de empresas nacionales, entre otras experiencias que requieren ser replicadas. Quizá reconocer estos avances no les permita a los dirigentes opositores estar en la tapa de un gran diario argentino ni una foto junto al divulgador latinoamericano del liberalismo más extremo del Mont Pelerin, pero sí profundizar el debate democrático y poder pensar en la posibilidad de lograr la alternancia en el 2015, tan cara a su concepción de la democracia
* Director del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación (Ciepyc) - Universidad Nacional de La Plata.
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