RECESIóN EN LOS PAíSES CENTRALES Y LA EXPANSIóN DE CHINA
En un contexto de incertidumbre sobre la economía global, China está ocupando un espacio relevante como locomotora del crecimiento mundial. Pero su modelo empieza a mostrar ciertas restricciones.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En medio de los vaivenes del mundo desarrollado, China ha sido un baluarte para la recuperación global luego de la debacle de 2008. De ahí el temor que provoca una posible desaceleración del crecimiento chino. Uno de los pocos economistas que salieron con la reputación intacta de la última crisis, Nouriel Roubini, ha advertido que “en algún momento, probablemente en 2013, China va a sufrir un aterrizaje forzoso”. Cash dialogó sobre el momento actual de esa economía con el especialista chino de la Universidad de Nottingham en el Reino Unido, Shujie Yao.
¿Se justifican los temores de una caída de la economía china?
–En la primera mitad de 2011 la economía ha crecido un 9,6 por ciento. No me parece que se transite hacia una fuerte desaceleración. Lo que sí, es que se han adoptado medidas con las tasas de interés, por ejemplo, porque es difícil manejar constantemente un crecimiento cercano a los dos dígitos. Este crecimiento trae aparejada una fuerte presión inflacionaria y el riesgo de creación de burbujas, un exceso de inversión y cuellos de botella en el suministro eléctrico por el ritmo de expansión industrial que, además, tiene implicaciones en el medio ambiente.
¿Cuáles son los desafíos?
–China tiene hoy una excesiva dependencia de las materias primas. Esto provoca dos problemas. Un precio muy alto de las materias primas y el peligro de que el mundo no pueda abastecer su demanda. Tomando todo esto en cuenta, no está mal que la economía se enfríe un poco. Es lo mejor para el país y para el mundo, que necesita una China estable.
Desde la crisis de 2008, el gobierno chino viene hablando de cambiar de un modelo exportador a uno basado en el consumo interno. ¿Este cambio va a tener repercusiones, tanto en China como en el mundo?
–Los tres motores de crecimiento económico en China son las exportaciones, el consumo doméstico y la inversión. El proceso de cambiar de exportaciones a consumo doméstico es un proyecto a largo plazo: no se hace del día a la noche. Es fácil hablar de aumentar el consumo doméstico: es más complicado hacerlo. El ingreso de la población ha crecido menos que el PIB. Hay gravísimas falencias en los servicios públicos, como en seguridad social y en salud. Sin esos servicios, con una población que está aumentando su expectativa de vida, se vuelve muy difícil incrementar el consumo porque la gente ahorra para poder pagar esos servicios en caso de necesidad.
¿Qué está haciendo el gobierno para cambiar esa situación?
–El gobierno es consciente del tema y está adoptando algunas medidas, pero el problema son los desequilibrios estructurales acumulados de la economía china. El sistema impositivo, las distorsiones del mercado inmobiliario y la Bolsa, el monopolio de ciertas empresas estatales y la corrupción llevan a una sociedad con profundas desigualdades. Estas desigualdades generan fuertes problemas económicos. Los ricos tienen más dinero que el que pueden invertir. Los pobres tienen que ahorrar por el creciente costo de los servicios.
¿Por ejemplo?
–La salud. El Estado suministra los servicios, pero cobra como una institución privada y hay grupos beneficiados con esta situación que no quieren ningún cambio: los hospitales públicos, la burocracia estatal que maneja esos presupuestos. Se está avanzando hacia una forma de seguro de salud que todavía tiene limitaciones, porque no es universal y está muy estratificado: si uno es un empleado estatal la cobertura es buena; si uno es un campesino o un trabajador inmigrante, no tanto. Modificar esa situación es fundamental para que la economía se pueda apoyar más en el consumo doméstico.
¿Se están tomando medidas para controlar la burbuja inmobiliaria, que fue el origen de la última debacle global?
–En esta cuestión hay dos visiones. Muchos en el gobierno se encuentran entre los optimistas que piensan que China puede controlar la situación con las medidas que está adoptando. Se ha prohibido la adquisición de un segundo o tercer hogar, lo que ha enfriado un poco la demanda, pero hay una red de intereses creados, desde funcionarios públicos y municipalidades hasta compañías inmobiliarias, con mucho poder de lobby, que buscan contrarrestar esa medida. Los pesimistas piensan que hay un agotamiento del actual modelo exportador, de bajos salarios y superinversión, que va a terminar mal. Hay límites naturales para este modelo. El mercado global no es un destino inagotable de exportaciones, más en el actual clima económico. El modelo de bajos salarios se está agotando por la presión de los mismos trabajadores
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