AJUSTE Y DESMANTELAMIENTO DE LA SEGURIDAD SOCIAL EN EE.UU.
Brendan Martin, economista de los Estados Unidos, trabaja en Wall Street y en emprendimientos de la economía social en varios países, incluida Argentina. Asegura que la crisis de su país tiene motivaciones políticas más que económicas.
› Por Esteban Magnani
Brendan Martin es un joven economista de Nueva York. En 1997 se sumó a una incipiente empresa llamada theflyonthewall.com que ofrece información sobre Wall Street. En 2004 vio la película La toma, de Avi Lewis y Naomi Klein, en la que se cuenta la historia de la empresas recuperadas en Argentina. Entonces decidió retomar sus estudios sobre cooperativas. En 2005, con la colaboración de varias personas, incluida Avi Lewis, formó La Base en Argentina, fundación que se dedica a dar créditos productivos a cooperativas, la mayor parte de ellas recuperadas. Desde ese cruce entre dos mundos analiza la actual crisis de los Estados Unidos.
¿Cuál es la principal característica de la crisis?
–La actual crisis es fundamentalmente política, aunque en el marco de una crisis económica. Como dice un columnista de The New York Times, Joe Nocera, Estados Unidos no es Islandia; está en condiciones de pagar toda su deuda. Incluso si se leen los informes de Standard & Poor’s se menciona la política: de la inestabilidad del gobierno, no de la inestabilidad de la economía. Cuando S&P bajó la calificación de la deuda, inversores entraron en pánico y comenzaron a vender acciones. ¿Dónde pusieron ese dinero? En bonos del Tesoro. Es decir que sigue habiendo confianza en que Estados Unidos puede pagar.
¿Qué tipo de análisis hacen los ejecutivos de Wall Street?
–La derecha política evalúa que es una oportunidad para aplicar ciertas condiciones a un Estado que ellos quieren que sea lo más pequeño posible. Pero esto profundiza el problema, porque se siguen llevando adelante las políticas que causaron la crisis en 2008. Se pagó la crisis bancaria con un rescate por un monto que nunca se había movido en la historia del capitalismo y no se hizo ningún control sobre ese dinero. Algunos en Wall Street pueden estar de acuerdo conmigo en que las medidas que se tomaron no fueron buenas para la economía, pero piensan: “Bueno, yo voy a seguir enriqueciéndome”. Y hay gente que cree realmente que no se debe regular a Wall Street porque sería dañino para la economía. Puedo imaginar a la aristocracia francesa antes de la revolución en una situación similar: algunos pensaban: “Sí, estamos jodiendo a los campesinos, pero tenemos las armas y seguiremos haciéndolo mientras podamos”. Pero había otros que pensaban que era por su bien: “¿Qué harían los campesinos solos sin la aristocracia? Estarían perdidos, nos necesitan. Esta es la mejor opción que existe”.
¿Qué lugar ocupa en esa tensión Barack Obama?
–La sensación del sector de izquierda de los demócratas es que está cediendo en todo. Muchas editoriales se están preguntando qué le pasó a Obama. Por otro lado, creo que Wall Street está intoxicada con su propia imagen. Los ejecutivos estaban preocupados por el tipo de regulación a los bancos. Creían que íbamos hacia el socialismo, aunque Obama nunca hizo absolutamente nada en ese sentido. Aun así, hoy parece que Obama puede lograr la reelección. No parece haber muchas alternativas porque además los republicanos también están divididos y no encuentran un candidato. El Tea Party está generando una crisis interna en el Partido Republicano.
¿El Tea Party se está fortaleciendo?
–Es posible, pero en realidad son una pequeña porción de los republicanos que está recibiendo una atención exagerada de la prensa. Puede ser que eso sea culpa de la prensa liberal progresista que les terminó dando demasiada atención. Ni siquiera la prensa republicana les daba tanta importancia.
¿No hay reacción social por la crisis?
–Hubiera esperado una reacción más fuerte de la sociedad, por ejemplo en el rescate financiero de 2009. Es increíble que no haya habido una reacción en ese momento. La polarización es cada vez mayor, algo que viene ocurriendo desde hace varios años, al menos desde que “W” (George W. Bush) fue elegido presidente. Lo que ocurre es que la furia está muy dispersa. Ahora están desmantelando el sistema de protección social y muchos creen que es necesario mantenerlo, pero también que el Estado es algo necesariamente malo. Hay que ver qué pasa cuando se saque toda la protección social.
¿En el análisis político de Estados Unidos la culpa la tiene siempre el Estado?
–Algunos apuntan a los bancos, a los petroleros. Pero esos grupos aportan mucho dinero tanto en la campaña de los republicanos como en la de los demócratas. Entonces que gane quien gane es más o menos lo mismo. De alguna manera en EE.UU. se vive en una plutocracia.
¿Qué alternativas hay?
–Mi padre, que fue CEO de una multinacional durante muchos años, me dijo: “Algo dramático va a pasar en los EE.UU. en los próximos años. La desigualdad es hoy mucho más grande que en la mayoría de los países en vías de desarrollo, incluyendo Brasil”. Los ricos se volvieron más ricos. Visto desde Argentina se puede decir: “Algo tiene que pasar, alguien tiene que reaccionar”. De hecho, lo peor que puede pasar es que nada pase y que las cosas sigan empeorando de a poco hasta que Estados Unidos sea una potencia de segundo orden.
¿No hay síntomas de reacción?
–Apareció el Coffe Party, en oposición al Tea Party. Son un grupo muy educado que habla, pero nadie parece estar listo para salir a la calle como pasa en Londres o en Argentina. Aquí la gente tiene memoria reciente de la dictadura, valora la democracia y cuando algo no le gusta sale a la calle a demostrarlo
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