Dom 11.09.2011
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EL SALARIO MíNIMO VITAL Y MóVIL

El valor de la fuerza de trabajo

› Por Matias Cremonte *

Cuando en los años ‘30 Estados Unidos estaba sumida en una de sus crisis más profundas, el presidente Roosevelt tomó una serie de drásticas medidas económicas, entre las que sobresale la fijación de un salario mínimo que, en sus palabras, “no solamente permita la subsistencia, sino que haga posible una vida decente” a los trabajadores.

En la Argentina, en diciembre de 1945 y luego de una gran movilización, se aprobó el decreto 33.302/45. Una huelga general que enfrentó un lockout patronal en enero de 1946 logró imponer la vigencia de ese salario mínimo, a pesar de la negativa patronal. En febrero de ese año Perón ganó las elecciones, en gran medida, gracias a la sanción de ese decreto, viejo anhelo del movimiento obrero. Aquel decreto estableció lo mismo que actualmente estipula la Ley de Contrato de Trabajo: “salario mínimo vital y móvil es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión” (artículo 116). Es decir, hace más de medio siglo que en Argentina y en el mundo capitalista occidental se estableció que el valor de la fuerza de trabajo es la suma de dinero necesaria para cubrir esas necesidades.

Según un cálculo de la Universidad Nacional de Rosario, a fines de 2010, la suma necesaria para cubrir las necesidades era de 5000 pesos. Es indudable que para alquilar una vivienda, vestirse, alimentarse adecuadamente, garantizar la educación de los hijos, pagar el transporte diario, irse de vacaciones, e ir al cine, al teatro o comprarse un libro, 5000 pesos es una suma razonable. El órgano que tiene a cargo la fijación del SMVM es el Consejo del Salario, que recientemente lo estableció en 2300 pesos. A pesar de que con el SMVM un trabajador debe cubrir todas las necesidades antes mencionadas, al fijarse en menos de la mitad, los trabajadores deben prescindir de la mitad de esas garantías.

Se ha señalado que la tasa de ganancia media de los empresarios en Argentina es superior a la de cualquier país del mundo. Si a eso le sumamos los balances sumamente positivos de la banca local, podemos concluir que ello sólo es posible pagando la fuerza de trabajo menos de lo que vale. Debieran observarse sin temor las políticas que hace medio siglo sirvieron para enfrentar aquella crisis, y que en estas tierras llevaron a los trabajadores a ser no sólo los mejores remunerados de Latinoamérica, sino los que se enorgullecían de tener, fruto de su trabajo, su propia casa, y de que sus hijos asistan a la universidad pública. Ni las dictaduras militares ni el neoliberalismo pudieron borrar las huellas de aquella senda. Es cuestión de tener gobiernos con la voluntad política de implementarlas y trabajadores que luchen por ellas

* Abogado laboralista. Director del Departamento Jurídico de ATE.

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