Dom 12.01.2003
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COMPETENCIA, PRECIOS E INVERSIONES EN EL NEGOCIO DE LA CERVEZA

“No estamos asustados”

La guerra de la cerveza entre la alemana Isenbeck y la fusionada Quilmes-Brahma se desarrolla en Tribunales y en la Comisión de Defensa de la Competencia. El negocio de la espumita está estancado.

› Por Cledis Candelaresi

La industria de la cerveza es atípica y belicosa. Cuando a mediados de los ‘90 el país crecía, su producción se estancaba. En plena recesión, y con un mercado en picada, Quilmes y Brahma decidieron fusionarse, en una operación que Isenbeck objetó ante la Justicia, denunciando la conformación de un monopolio. Mientras esta cuestión se dirime en los Tribunales y en la Comisión de Defensa de la Competencia, Juan Pablo Piccardo, gerente general de la cervecera del grupo alemán Warsteiner, explica algunos secretos de esa actividad.
¿Cree que hay favoritismo de la Justicia o del Ejecutivo hacia Quilmes y Brahma?
–Nosotros tratamos de ser bastante objetivos. Creemos que la fusión no sólo perjudicaría nuestros intereses, ya que tendríamos que enfrentar una competencia monopólica, sino también afectaría a los consumidores.
¿Cuáles pueden ser los perjuicios?
–Brahma y Quilmes concentrarían más del 80 por ciento del mercado y en zonas como Mendoza o el Litoral tendrían más del 90 por ciento. Esto deteriora los procesos de competencia y hace que los mercados sean menos transparentes.
Eso como criterio general. Pero en concreto, ¿significaría restricción de oferta o suba abrupta de precios?
–Tendría tres consecuencias claras. Una mayor dificultad para acceder a las materias primas, ya que concentrarían el 75 por ciento de la demanda de la malta, que es un insumo clave. Otra cuestión decisiva son los sistemas de distribución, cómo se llega desde una planta a los 200 mil puntos de venta que tiene el producto. La restricción al acceso de esos canales puede ser fatal. El tercer tema central es que toda la capacidad disponible y ociosa queda en manos de estos competidores.
¿Por qué?
–Isenbeck está trabajando al máximo de su capacidad. Para aumentarla debería hacer nuevas inversiones en dólares. Pero el hecho de que la capacidad ociosa esté en manos de sus competidores la transforma en una decisión muy riesgosa: puede haber acciones de depredación de precios para hundir esa posible inversión.
¿Por qué si hay riesgos tan contundentes la Comisión de Defensa de la Competencia autorizaría la fusión?
–Me pregunto lo mismo. No hay antecedentes en el mundo de que se haya autorizado una fusión que represente este poder de mercado. Esta operación no se aprobaría en ninguna parte del mundo.
¿Que Isenbeck esté al tope de su capacidad para producir significa también que factura tanto como había previsto originalmente?
–Nosotros pensamos en llegar al 8 por ciento del mercado en cuatro años. Lo conseguimos, pero en ocho.
En el mercado se comenta que la inversión de Isenbeck era sólo una máscara para encubrir el desembolso de dinero negro.
–El accionista tiene 250 años de historia. Es una marca y una compañía muy importante en Alemania, que decidió salir al mercado internacional ya que el alemán entró en un proceso de declinación por cuestiones demográficas. La intención fue producir en otros lugares del mundo una cerveza de la misma calidad que en Alemania.
Pero hicieron la inversión justo cuando la actividad económica comenzó a declinar.
–El país venía de una curva de crecimiento muy importante a partir de 1992. Pero desde 1995, cuando formalizamos nuestra inversión, la industria cervecera no creció más. Fue un fracaso contundente de la industria cervecera que no entendió qué es lo que necesitan los consumidores. En 1994 o 1995 el país crecía fuertemente y la cervecería no. La producciónde gaseosas aumentó en ese lapso un 30 o un 40 por ciento. Y desde 1998 la industria cervecera casi mantuvo su nivel de producción.
Da la impresión de que la cerveza está destinada a un sector de la sociedad muy castigado por la crisis.
–Sí, en la medida que es un producto de consumo masivo. Pero también es cierto que ganó a los consumidores que desertaron de otras bebidas, como podía ser un vino de 3 o 5 pesos.
¿Cómo ven la decisión del Gobierno de controlar precios?
–El mejor mecanismo de control es estimular la competencia. Así, hay pocos vivos. Esto no significa que por cuestiones más coyunturales que estructurales el Gobierno necesite apelar a algún tipo de control provisorio.
¿A qué supedita Isenbeck sus inversiones futuras: a la fusión de sus competidores, al resultado electoral?
–Estamos evaluando la posibilidad de nuevas inversiones, pero éstas estarán condicionadas por el contexto de credibilidad país. No estamos asustados por una competencia monopólica y, en ese caso, defenderemos nuestra posición con más inversiones. Invertimos 180 millones de dólares y todavía no llevamos ni un centavo afuera.

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