REFORMA IMPOSITIVA
› Por Diego Rubinzal
La reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y la expropiación del 51 por ciento de YPF revelan una profundización del rumbo político inaugurado en 2003. En su momento, algunos sectores quisieron asimilar la “sintonía fina” con las políticas de ajuste de los noventa. Las últimas medidas desmienten esa afirmación. La pregunta que surge es ¿cuáles serán los próximos pasos del gobierno nacional?
A comienzos de año, las versiones indicaban que probablemente el Ejecutivo promoviera una reforma impositiva. La Cepal señala que la conformación de una estructura impositiva progresiva es una asignatura pendiente en todos los países latinoamericanos. En el documento Espacios iberoamericanos: Hacia una nueva arquitectura del Estado para el desarrollo, los economistas cepalinos sostienen que en materia tributaria “se ha priorizado la equidad horizontal (los agentes con igual potencial recaudatorio deben soportar la misma carga tributaria) por sobre la equidad vertical (los agentes deberían tener una carga tributaria proporcional a su capacidad contributiva)”. Eso implica una menor participación de los llamados impuestos directos en el total recaudado. Ese diseño tributario es compatible con una lógica neoliberal según la cual el “exceso” de impuestos directos frena el crecimiento económico.
“En sociedades tan desiguales como las latinoamericanas, no basta con la política redistributiva que pueda hacerse a partir del gasto público, sino que resulta importante el rol que juegan los sistemas impositivos en pos de una mayor equidad en la distribución del ingreso... para aumentar el impacto redistributivo de la política fiscal, no sólo interesa generar una cierta cantidad de recursos que financien el gasto público (y en particular el social), sino que es importante tener en consideración los segmentos de la población que aportan estos fondos”, señalan Juan Carlos Gómez Sabaini, Juan Pablo Jiménez y Andrea Podestá en Tributación, evasión y equidad en América Latina y el Caribe.
Volviendo al caso de Argentina, el kirchnerismo no introdujo modificaciones sustanciales en el terreno legislativo tributario. Sin embargo, el perfil de la recaudación tributaria es muy diferente al vigente durante los noventa. Eso se debe a la expansión de las fuentes contributivas del sistema de seguridad social, a la implementación y/o aumento de las alícuotas de los derechos a las exportaciones y a un sostenido crecimiento de la recaudación del Impuesto a las Ganancias. En los noventa “de cada 100 pesos de recaudación, 53,9 pesos los aportaban los impuestos al consumo, mientras que en 2010 aportaron 34,8 pesos, esto es, 19,1 pesos menos. Los gravámenes al comercio exterior en los ‘90 aportaban apenas 4,3 pesos y con el nuevo modelo lo hacen con 13,1 pesos; los impuestos sobre la propiedad contribuían con 1,6 peso y ahora con 7,9 pesos. En los impuestos a los ingresos (básicamente Ganancias) y en las Contribuciones Sociales las diferencias no son tan manifiestas, pero en la actual estructura aportan casi dos pesos más cada uno”, detalla el economista Alfredo Iñiguez en Tributos al modelo. Records del presente y desafíos del futuro.
Iñiguez sostiene que una futura reforma tributaria debería estar orientada a ampliar la carga tributaria sobre la propiedad y los patrimonios, mejorar la imposición sobre los activos financieros y sus rentas, asignarles mayor progresividad a los impuestos sobre los ingresos y patrimoniales existentes, reformular la imposición al consumo para mejorar la equidad distributiva, promover la actividad productiva de manera selectiva y mejorar la Administración Tributaria de las provincias, respetando las autonomías
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