RED METALúRGICA COOPERATIVA
› Por Esteban Magnani
Quince empresas recuperadas por sus trabajadores del rubro metalúrgico han decidido formar una red nacional que les permita compartir conocimientos y negociar mejor con proveedores y clientes. Ya existen antecedentes exitosos de este tipo de redes en el mundo cooperativo local.
En las empresas recuperadas por los trabajadores (ERT) hace tiempo decidieron organizarse internamente por medio de lazos de solidaridad, en lugar de hacerlo a través de la competencia y las jerarquías: ésa es la esencia del cooperativismo. Pero resulta llamativo que en un mercado donde en general se intenta ganar como sea, esa forma de organización solidaria lleve a potenciales competidores a unirse para fortalecer su posición en el mercado. Existen antecedentes de este tipo como la Red Gráfica o la Federación de Cooperativas Autogestionadas de la Carne y Afines, que nuclean a emprendimientos cooperativos del mismo rubro.
Más recientemente, quince ERT relacionadas con la metalurgia han comenzado a compartir experiencia y recursos para fortalecerse por medio del asociativismo. La red de trabajo funciona desde hace tiempo de manera informal, pero actualmente está en vías de transformarse legalmente en una asociación, la Red Metalúrgica Nacional Cooperativa. Ya se han realizado visitas mutuas para compartir saberes, recursos y conocer las necesidades de cada uno, y el objetivo de institucionalizarse es extender las ventajas de la unión y la fuerza.
La propuesta surgió y se empujó desde la Cooperativa 7 de Septiembre, una recuperada de 2006, que tiene una historia similar a la de muchas otras ERT. Allí se fabricaban motores para electrodomésticos bajo las marcas Ultracomb y Yelmo, pero una mezcla de importaciones baratas de inferior calidad y un intento de vaciamiento llevaron a los trabajadores a ocuparla y pelear por una expropiación que les permitiera seguir trabajando. Luego de seis años, y en buena medida gracias a las limitaciones a las importaciones, la cooperativa está viviendo un despegue que le permite imaginar un horizonte de crecimiento más sostenido, pero para lograrlo necesita sumar fuerzas.
Las cooperativas que actualmente conforman la red son parte de las 47 ERT metalúrgicas relevadas por el Programa Facultad Abierta (UBA) en 2009. El rubro es el de mayor peso dentro del universo de las recuperadas, con un 23 por ciento del total. La mayoría se halla en la zona sur del conurbano, algo que se explica por el apoyo activo que la Unión Obrera Metalúrgica de Quilmes tuvo en muchos de los conflictos que surgieron ya en los años ’80, pero que hicieron eclosión a partir de 2000. Esta seccional fue una de las pocas que apoyó la autogestión activamente en los conflictos. Para los otros sindicatos, aunque con excepciones, los socios de las cooperativas suelen considerarse como dueños de empresas más que como trabajadores; de hecho, la legislación vigente respalda esta visión y, por ejemplo, los socios deben facturar a la cooperativa como monotributistas. Justamente, la UOM Quilmes, junto con la Federación de Cooperativas de Trabajo (Fecootra), la ONG Fundemos (que pertenece a la UOM) y la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) han sido los actores que, con las cooperativas mismas, permitieron formar la red iniciada el año pasado. El número de ERT aumentó recientemente a quince cooperativas de localidades diversas (Buenos Aires, Santa Fe, Tandil, Tucumán), aunque hay varias más interesadas en sumarse. El objetivo fundamental es mejorar la competitividad de las cooperativas a través de varios mecanismos: intercambio de experiencia organizativa y técnica, compra conjunta de insumos, asociación para algunos productos, ventas y demás alternativas que van surgiendo, como la posibilidad de elaborar electrodomésticos terminados de marca propia. La dificultad para conseguir insumos estratégicos –como chapa o cobre– podría resolverse al unir fuerzas y hacer compras en cantidad. Para Emilio Almada, joven presidente de la 7 de Septiembre y uno de los impulsores de la red, los logros son sobre todo dos: “Haber conseguido la unión estratégica de las cooperativas metalúrgicas en un país tan grande y diverso, y tener el total apoyo real de un sindicato tan fuerte como la UOM para el sector cooperativo de su rama”. Las expectativas son grandes, el desafío también. Cooperativistas que hasta hace pocos años en su mayoría sólo trabajaban como operarios y hoy dirigen una fábrica, empiezan a analizar cómo articular entre varios de ellos para acercarse más a un horizonte que ni imaginaban. No es poca cosa
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