DOS POTENCIAS JUNTAS POR CONVENIENCIA MUTUA
La relación armoniosa entre los dos primeros exportadores mundiales se debe a que las economías de ambos países son complementarias. Comienzan a perfilarse tensiones por la creciente competencia china en el terreno de alta la tecnología.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
Es el motor de la Unión Europea (UE), el financista y modelo a emular de la Eurozona, el cuarto país del mundo en PIB, el segundo exportador a nivel mundial. El crecimiento económico de Alemania en medio de la crisis europea ha sido atribuido a las reformas iniciadas por el canciller socialdemócrata Gerhard Schroder en 2003 para flexibilizar el mercado laboral. Esta explicación tiene dos patas flojas. La primera es que ignora que esta flexibilización que se pregona para la Eurozona ocurre en el marco del modelo social de consenso entre sindicatos, empresarios y gobierno alemán, que llevó a subsidiar el empleo luego del estallido financiero de 2008. La otra, menos explorada, es la chino-dependencia del modelo alemán.
Las exportaciones representan más de la tercera parte del PBI alemán. De las 500 compañías más ricas del mundo, 37 son germanas, lideradas por el sector automotor (BMW, Volkswagen) y el farmacéutico (Bayer, Merck). Otras marcas inmediatamente reconocibles son Adidas, Puma o Hugo Boss. La flexibilización “a la alemana” de Schroder contribuyó a neutralizar la pérdida de competitividad, a bajar el desempleo y a aumentar la desigualdad. El impacto concreto de estas polémicas medidas empalidece al lado del dinamismo que está mostrando la relación bilateral con China.
Alemania, que representa la mitad de las ventas de la Unión Europea a China, exportó unos 65 mil millones de euros a esa potencia el año pasado, el doble que en 2007. La demanda china por coches de lujo BMW o Porsche Cayenne ha generado ganancias record en el primer trimestre del año, a pesar de la caída de las compras de sus socios de la UE. Según cálculos del Banco Unicredit de Italia, sin esa extraordinaria expansión de las exportaciones a China del último año, el crecimiento del PBI germano habría sido 0,5 por ciento menor.
En la feria industrial de Hannover, en abril pasado, el primer ministro chino Wen Jiaobao y la canciller Angela Merkel señalaron que el comercio bilateral rondaría los 280 mil millones de dólares en 2015, el doble del actual. Según un estudio del think-tank paneuropeo European Council of Foreign Relations (ECFR), esa relación armoniosa entre los dos primeros exportadores mundiales se debe a que las economías de ambos países son complementarias. “En este momento hay una simbiosis perfecta entre ambos. China necesita tecnología y Alemania mercados”, señaló a Cash Jonas Parello-Plesner, uno de los autores del informe del ECFR.
Además de coches, Alemania le vende a China maquinarias de alta tecnología, esenciales para su sector exportador. “Es una cuestión de tiempo, pero pronto China va a reemplazar a Estados Unidos como el mercado más importante para los productos alemanes”, opinó Andreas Rees, director de la Unidad de Alemania del Unicredit de Munich. China exporta a Alemania textiles, productos electrónicos y juguetes, y tiene una balanza comercial bilateral favorable que el año pasado trepó a unos 14,5 mil millones de euros. Detrás de este mundo de conveniencia mutuo, comienzan a perfilarse tensiones.
El problema que preocupa a muchos alemanes no es tanto el déficit de la balanza comercial como la creciente competencia china en su propio terreno de alta tecnología. “Los industriales chinos están siendo cada vez más competitivos y retando la hegemonía de las compañías alemanas”, señaló en la feria de Hannover Thomas Schrader, director de Air Handling Technology, compañía de alta tecnología. China además está haciendo sentir el poder de fuego de sus reservas, conquistado con décadas de exportaciones.
En enero adquirió Putzmeister, una compañía con 3000 empleados, que produce bombas de cemento. Esa firma se encuentra en Mittlestand, corazón industrial germano, centro de la pequeña y mediana empresa, muchas de propiedad familiar, que constituyen la columna vertebral del denominado “milagro alemán”. No es un caso aislado. Otras compañías como Waldrich Coburg, productora de maquinarias, y Durrkopp Adler, de máquinas de coser, fueron adquiridas por compañías chinas. “Es un llamado de atención. Hay una percepción de que China sólo produce productos baratos. Esto no es así”, señaló al Financial Times Hermann Simon, director de la consultora alemana Imon Kucher & Partners.
Este proceso se va a intensificar. China es consciente de que el crecimiento económico basado en un modelo exportador de mano de obra barata ha tocado su límite y que tiene que dar el gran salto tecnológico para convertirse en una economía plenamente desarrollada. Este salto ya ha comenzado. China es un productor y exportador de primer orden en electrónica o fabricación de trenes de alta velocidad. En maquinarias desplazó a Alemania como primer exportador en 2009. Alemania sigue teniendo la hegemonía en paneles solares en términos de instalación, pero según Unicredit los chinos están dominando el mercado y definiendo la pauta de precios. “El futuro apunta a una profundización de esta competencia. En este contexto es difícil saber si la actual complementación entre ambas economías va a durar. En la medida en que China se convierta en una creciente competencia para los productos alemanes, la relación se volverá más conflictiva”, indicó a Cash Jonas Parello-Plesner
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