Dom 11.11.2012
cash

LA FINANCIARIZACIóN DE LA ECONOMíA Y RIESGOS SISTéMICOS

El peso de la deuda

En 2011, la deuda total de Japón era de 512 por ciento de su PIB, seguido por el Reino Unido, con 507 por ciento, sumando la deuda estatal, provincial o municipal, individual, hipotecaria, corporativa, financiera y bancaria del país.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

Un colosal estudio comparativo de la consultora Mc Kinsey Global Institute mostró que en 2011 la deuda total de Japón –la más grande del mundo desarrollado– era de un 512 por ciento de su PIB (es decir, de todo lo que produce su economía en un año). Lo seguía el Reino Unido, con un 507 por ciento. Estados Unidos “apenas” tenía un 279 por ciento. Esta deuda total es la sumatoria de la deuda estatal, provincial o municipal, individual, hipotecaria, corporativa, financiera y bancaria de un país. Muchos economistas opinan que esta gigantesca desproporción entre la riqueza anual que produce una nación y lo que adeuda se explica por un mecanismo que en las últimas tres décadas ha cambiado la fase del capitalismo actual: la financiarización.

“La financiarización explica el crecimiento del crédito en la década de 2000 y las causas de la actual crisis. En el centro de la misma está la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía y de las finanzas como fuente de ganancias”, señaló a Cash Adam Leaver, investigador y miembro de Cresc (Centro de Investigación del Cambio Socio Cultural) de Manchester.

En el capitalismo de las últimas tres décadas se produce una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, Seguro y Sector Inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al PIB como en detrimento de la economía productiva. Las grandes corporaciones tienen ramas financieras que con frecuencia generan más ganancias que lo que las empresas producen y venden. En Estados Unidos, la General Motors pasó a ganar más con el otorgamiento de créditos para la adquisición de automóviles que con la misma venta de vehículos.

“Las empresas del sector real, productivo, empiezan a comportarse como empresas financieras. Esto es claro en el caso de la misma General Motors, que tenía una compañía de venta de hipotecas de casas. Uno puede argumentar que prestar plata para que le compren autos entra en la lógica productiva: al ayudar al financiamiento del cliente, ayudo a la venta del auto que produzco. Pero invertir en el mercado hipotecario es otra cosa. Funciona como sustituto de una inversión productiva para obtener una ganancia a corto plazo. Es una clara señal de cómo la financiarización afecta la inversión y el cambio tecnológico”, indicó a Cash Gabriel Palma, catedrático de economía comparada de la Universidad de Cambridge.

En América latina, el FIRE se encuentra potenciado por la falta de regulación y competencia. Si se toma como ejemplo el reciente balance anual del banco español Santander, se ve que Brasil y Chile arrojan ganancias muy superiores a las de países desarrollados.

“Brasil, por ejemplo, tiene el 15 por ciento de los activos del Santander, es decir, sus préstamos para consumo, empresas, pero representa el 30 por ciento de sus utilidades mundiales. En países como el Reino Unido es a la inversa. La falta de regulación y competencia les permite a los bancos obtener ganancias absurdamente altas”, señaló Gabriel Palma.

Un informe reciente de la Federación de Comercio de San Pablo muestra que la tasa de interés promedio que pagan los brasileños es de 230 por ciento anual. El cálculo es que el servicio de la deuda individual brasileña será de un 30 por ciento del ingreso disponible este año. En Estados Unidos se considera que cuando la deuda alcanza el 14 por ciento, la situación es de alto riesgo. Brasil no es un caso aislado en el concierto latinoamericano. Chile le sigue de cerca. En Perú, el crédito se cuadruplicó en esos cinco años. En México, el nivel de morosidad en el pago de microfinanciamiento del consumo se sitúa entre el 20 y el 30 por ciento. Argentina es un caso peculiar. La crisis de 2001 y el descrédito del sistema bancario tuvieron un paradójico efecto neutralizador de esta financiarización que había arrasado con la economía en los ’90. Mientras que en América latina el promedio hoy de crédito suministrado por el sector bancario en relación con el PIB es del 67 por ciento, en Argentina es del 29 por ciento. Si uno lo compara con el líder regional, Brasil, que tiene un 98 por ciento, la diferencia es clara, al igual que con Chile (90 por ciento) y México (45 por ciento).

“El crédito aceita la economía, pero un exceso de deuda en el ingreso de los hogares se traduce en un estancamiento del consumo. En América latina el problema no es el monto de la deuda sino su servicio por las condiciones leoninas que tienen muchos créditos. Pero además esta financiarización condiciona la inversión. Es más negocio ganar con un producto financiero que invertir en la economía real. Una parte importante de la élite industrial de San Pablo abandonó la producción por las finanzas”, indicó Palma

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