Dom 09.12.2012
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EN MEMORIA DE DANIEL AZPIAZU

Contra la corriente

El libro, coeditado por las Universidades Nacionales de General Sarmiento y de Tierra del Fuego, es una compilación de cuatro textos producidos por los investigadores Ricardo Aronskind, Karina Forcinito, Roberto Domecq y Martín Schorr.

› Por Julian Blejmar

Daniel Azpiazu, siempre así
Aronskind, Ricardo; Forcinito, Karina;
Domecq, Roberto; Schorr, Martín; (Autores)
Editorial: UNGS - UNTDF
Colección Textos
Institucionales Nº 08
Octubre de 2012

Pocas veces las lágrimas y la emoción dominan la presentación de un libro. Pero ése fue el ambiente que sobrevoló, el pasado 5 de diciembre, el aula repleta del Centro Cultural de la Cooperación, durante la presentación de Daniel Azpiazu, siempre así, texto que intenta dar cuenta de la vida y obra de este economista, fallecido el año pasado a los 62 años.

Azpiazu produjo una vasta obra académica sobre las transformaciones sufridas por la economía argentina a partir de la última dictadura desde su rol como investigador principal del Conicet y de la Facultad Flacso, cargos que desempeñó junto a su labor como consultor externo de organismos multilaterales como la PNUD, la Cepal, la OEA, y la OIT, entre otros.

El libro, coeditado por las Universidades Nacionales de General Sarmiento y de Tierra del Fuego, es una compilación de cuatro textos producidos por los investigadores Ricardo Aronskind, Karina Forcinito, Roberto Domecq y Martín Schorr, quienes estuvieron presentando la obra junto a otros compañeros de ruta de Azpiazu como Camila Arza, Graciela Gutman y Emilio Crenzel.

Todos ellos coincidieron en destacar las distintas facetas que hacían de Azpiazu un hombre único. Por un lado, la del académico riguroso, que luchó contra la corriente para denunciar el comportamiento rentístico de la clase dominante argentina y su marcado rol en el desmantelamiento industrial operado a partir de 1976, así como para exhibir la infame política de privatizaciones desarrollada durante los noventa y la creciente extranjerización de la estructura económica durante la posconvertibilidad. Por otro, la del intelectual comprometido con sus tiempos y su sociedad, para quien el conocimiento científico era una herramienta de transformación de la vida de los sectores populares. Y también, la del hombre con su profundo humanismo, su calidad humana, coherencia ética y generosidad.

De acuerdo con Aronskind, Azpiazu fue un eslabón en una tradición del pensamiento económico crítico, lo cual, “a esta altura de los tiempos, no es muy fácil encontrar ni en la Argentina ni en el planeta”. Asimismo, reflexionó sobre las razones por las que, pese a su nivel de compromiso político con el país y con los sectores populares, Azpiazu no fue ministro de Economía o secretario de Industria, lo cual “lleva a un inevitable balance de las últimas décadas de nuestro país, su pensamiento extraviado, y la colonización y alienación de la sociedad argentina”.

Por su parte, Forcinito dio cuenta de la particular perspectiva teórica de Azpiazu, “que articulaba diversas tradiciones y enfoques, como el marxismo, el estructuralismo latinoamericano, la escuela de la dependencia y elementos de los teóricos neorricardianos”, para luego hacer referencia a su colaboración con el gobierno de Salvador Allende y sus exilios en Brasil y República Dominicana. Además, señaló que “los sentimientos más viscerales eran para él indisociables de las búsquedas que guiaban el trabajo intelectual, por lo que su obra es inseparable de su pasión militante”.

Arza también remarcó el fuerte compromiso social de Azpiazu, al señalar que “Daniel no tenía ambiciones personales ni seguía modas académicas, sino que era fiel a sus sentimientos y convicciones sobre la forma de alcanzar una sociedad más igualitaria”. “Fue un maestro de verdad, que nos legó un modo de ser investigador, con la capacidad de ver en conjunto procesos estructurales y meterse al mismo tiempo en la búsqueda minuciosa de datos primarios, muchas veces en un contexto hostil y contra la corriente.” Al igual que los demás, recalcó el gran sentido del humor de Azpiazu, afirmando que “se tomaba su trabajo muy en serio, y al mismo tiempo se reía de todo”.

A su tiempo, Crenzel señaló que la obra de Azpiazu tuvo una especial significación para quienes estudiaban sociología en el retorno de la democracia, pues “muchos de sus trabajos, en especial El nuevo poder económico junto a Basualdo y Khavisse, venían a exhibir las transformaciones de fondo producidas en la estructura económica por la dictadura, revelando asimismo ciertos trazos de continuidad con los nuevos momentos democráticos, y poniendo en escena a los grupos económicos”.

Gutman también dio cuenta de la potente obra de Azpiazu, resaltando además su permanente apuesta por el trabajo en equipo, “sea en los ya clásicos con Hugo Nochteff, Miguel Khavisse y Eduardo Basualdo, entre otros, como luego con investigadores más jóvenes, como Martín Schorr o Karina Forcinito”, señalando que “este enfoque de trabajo asociado en su contribución académica es todo un dato”.

Con lágrimas en los ojos, Forcinito finalizó diciendo que, efectivamente, “Daniel iba siempre en contra de la corriente. Frente a la academia, que promueve la competencia antes que la cooperación, él prefería el trabajo conjunto, bajo la idea que entre dos se piensa mejor”.

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