Dom 24.02.2013
cash

LAS BANCAS CENTRALES DE ESTADOS UNIDOS, EUROPA Y JAPóN

Fracaso de la “independencia”

La profunda crisis de las potencias está provocando cambios en el concepto de la ortodoxia sobre la “independencia” del Banco Central. Abultada emisión monetaria y reclamo de acompañar la expansión fiscal de los gobiernos.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

Los países desarrollados son viejos cultores del “haz lo que yo digo y no lo que hago”. Un artículo de fe de la ortodoxia neoliberal, eje del Consenso de Washington, era el lugar que ocupaba el Banco Central en medio de un sistema financiero y económico desregulado. La supuesta independencia o autonomía de la autoridad monetaria era sagrada.

La crisis económica que estalló en 2007-2008 está cambiando las cosas. Con una deuda descomunal en Estados Unidos, Japón y muchos países de la Unión Europea (UE), con multimillonarias inyecciones de dinero para sanear el sistema financiero, las bancas centrales del mundo desarrollado están adoptando un intervencionismo adaptado a las necesidades de los gobiernos. Este cambio se refleja en los medios de comunicación, donde se discute cada vez más abiertamente la necesidad de olvidar el viejo parámetro y reemplazarlo por uno distinto, adaptado a la nueva realidad.

En un artículo publicado recientemente en el Financial Times, sugestivamente titulado “La era de los bancos centrales independientes está tocando su fin”, el economista jefe del HSBC Stephen King apunta en esa dirección al decir que “no se puede seguir hablando de independencia de los bancos porque éstos crean ganadores y perdedores”. King no es una excepción. El ex asesor de la Reserva Federal de Nueva York Zoltan Pozsar y el economista que acuñó el término “banca en las sombras”, Paul Mc Culley, sugieren, en un paper sobre la emisión de dinero electrónico o aceleración cuantitativa, que los bancos centrales deben trabajar a las órdenes del Ministerio de Finanzas para coordinar medidas fiscales y monetarias que ayuden a lidiar con la actual crisis.

Según el catedrático de sistemas financieros de la Universidad de Negocios de Manchester, Ismail Erturk, el estallido financiero de 2008 dejó en claro las limitaciones del modelo autonómico bancario. “Es cierto que había una relativa autonomía en el manejo institucional de los bancos. Pero no en los nombramientos a nivel ideológico. Para ser presidente de un banco había que ser monetarista. Si uno era keynesiano quedaba fuera. No sorprende entonces que se definiera la inflación con una visión monetarista y se ignorara el impacto que tenían otras apreciaciones de los precios, como las burbujas especulativas bursátiles o inmobiliarias. El resultado fue desastroso”, señaló Erturk a Cash.

El sobreendeudamiento actual del mundo desarrollado viene de la hecatombe financiera que forzó a los gobiernos a intervenir para impedir una corrida bancaria y una depresión mundial. Pero ni con aquella intervención fiscal masiva se curó la enfermedad. El Banco Central Europeo (BCE) ha prestado más de un billón de euros a los bancos amenazados por deudas impagables incurridas en la época del dinero fácil con el soterrado objetivo de salvar a sus acreedores, las instituciones financieras de los países del norte, desde Alemania al Reino Unido. La emisión de dinero –la tan criticada con los casos de América latina– está a la orden del día. En Estados Unidos la emisión supera los dos billones de dólares. En el Reino Unido los 600 mil millones de libras.

El último caso de este nuevo intervencionismo es Japón. Con un fuerte respaldo democrático de las elecciones de diciembre, el flamante premier japonés Shinzo Abe ha modificado la tradicional independencia del Banco de Japón para comprometerlo con su gigantesco programa de estímulo fiscal y aumentar las metas inflacionarias que han pasado de un estrecho 1 por ciento a un ligeramente más holgado 2 por ciento anual.

En América latina, Argentina y Bolivia modificaron el año pasado la carta orgánica que gobierna sus bancos centrales, manteniendo el principio de preservación del valor de la moneda, pero añadiendo a su mandato la necesidad de impulsar políticas que contribuyan al desarrollo económico y social del país. En el 2008 la nueva Constitución ecuatoriana había eliminado la autonomía del Banco Central de Ecuador.

Venezuela y en mucha menor medida Brasil también han redefinido el marco de acción de sus bancas centrales. “La redefinición de los objetivos que se está ensayando va por el buen camino, pero hay que recordar que hay límites sobre lo que un banco central puede realmente llegar a hacer. Además, en América latina un objetivo esencial de los bancos centrales es la cuestión cambiaria ante las fluctuaciones que sufren sus monedas”, indicó Erturk.

El cambio de paradigma de los bancos centrales en América latina fue tildado de populista y demagógico por políticos, funcionarios y comentaristas del Primer Mundo. Hoy, cuando en el mundo desarrollado se recomienda o se practica abiertamente un cambio de modelo, nadie recuerda esa definición

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