Dom 20.04.2003
cash

POLéMICA: EL SOBREPRECIO DEL GAS EN GARRAFAS

Muy lejos del costo real

Por Jose Andres Repar
Especialista energético
y Director del Instituto Argentino de Servicios Públicos (IASP).

Nuestra sociedad ha conocido una extensa prédica refractaria de la legitimidad de los intereses sectoriales. De allí que los sectores sociales con menos infraestructura e ingresos no logran torcer la historia y siguen pagando la energía más cara del país, que es la del gas licuado en garrafas. El reclamo legítimo de equilibrar los precios de la energía calórica necesaria pone en cuestionamiento algunos equilibrios de poder. No existe en este rubro lo que podríamos definir como esfuerzo compartido para la crisis entre las empresas, Estado y consumidores.
Los precios del gas en Estados Unidos se mueven sobre bases que poco tienen que ver con nuestra realidad, dado que somos exportadores. Resulta válido pensar en evitar estar a la intemperie con las fluctuaciones y la volatilidad que imponen los fundamentalismos de Oriente y Occidente. Las fórmulas de ajuste de costos del gas basadas en precios del WTI, gas oil, fuel oil, etcétera, no tienen relación con los costos reales de la producción del gas. Se debería revisar en todos los contratos de gas esta situación y colocar indicadores de costos reales.
Así como resulta justo considerar que las tarifas para usuarios de consumo menor a 500 m3 de gas natural y a 300 Kwh de electricidad anuales no aumenten, debería con mayor razón y justicia establecer valores del GLP adecuados con los ingresos de la población, que consume el mismo en condiciones económicas y sociales más críticas.
Incluso en el caso de que se aplicaran retenciones a la exportación de GLP, las empresas aún contarían con márgenes más que razonables para su operatoria. Tomando, por caso, General Cerri o Loma de la Lata, el procesamiento del GLP acarrea a TGS o a Repsol YPF un ingreso equivalente a 10 veces el valor de la materia prima gas. Esto no ocurre en ningún lado ni responde a ninguna ecuación de costos ni rentabilidad, sino simplemente a una clara apropiación de renta y de dineros de la población argentina.
De acuerdo a valores de otros países se llegan a estimar costos de procesamiento y pago de capital en un monto cercano a 12 centavos por metro cúbico. El valor de venta de gas a granel licuado puede entonces con comodidad estar en el orden de los 450 pesos por tonelada. Es decir, 40 por ciento por debajo del valor actual.
Contemplando el costo de transporte, fraccionamiento y comercialización a partir del señalado valor, es posible establecer un precio por garrafa de 10 kilogramos en 15 pesos. Es decir, frente al valor actual de 21 pesos, tendríamos una rebaja sustancial, de casi el 30 por ciento. Esto provocaría mayores consumos y, por lo tanto, mejoras en la actividad empresaria que –vale la pena recalcar– posee un margen operativo más que adecuado para la operatividad y la expansión de su negocio.

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