FALLO DE LA CORTE DE NUEVA YORK Y LA REAPERTURA DEL CANJE
El caso argentino en los tribunales de Nueva York por la demanda de los fondos buitre tiene repercusión internacional por el impacto en futuras reestructuraciones de deuda de países europeos en problemas.
› Por Alejandra Fernandez Scarano *
La agudización de la pelea que la Argentina lleva adelante con los fondos buitre, a partir de la reciente ratificación del fallo de la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito de Manhattan, es expresión de la feroz disputa entre fracciones de capital concentrado a nivel mundial, y da cuenta de la severa crisis económica que está atravesando el capitalismo.
El capital financiero, lejos de haber sido un perdedor de la crisis mundial, continúa ejerciendo fuertes presiones en tribunales internacionales (los tribunales neoyorquinos, a través de “juzgados de oportunidad” como el de Thomas Griesa, y el Ciadi, donde la Argentina ha sido uno de los países más demandados), así como también en gobiernos de países centrales (a través de la implementación de políticas de ajuste en simultáneo con “rescate” a los grandes bancos) y en el propio Fondo Monetario Internacional, organismo que en primera instancia brindó apoyo a la postura argentina y ahora lo ha retirado.
En este sentido, vuelve a quedar en claro, tal como lo manifestó CFK, que la disputa de la Argentina contra los fondos buitre constituye un leading case a nivel internacional. Se trata de un caso ejemplar que, de ratificarse los fallos en favor de estos fondos especulativos, sentaría precedentes para todos aquellos países que reestructuren sus deudas en el futuro. Ante la ausencia de una normativa internacional que regule los canjes de deuda de los países “en quiebra”, difícilmente los bonistas querrán acceder a los canjes en tanto la vía del litigio judicial resulte ser más exitosa.
¿Qué son los fondos buitre? Se trata de fondos de inversión que funcionan con una clara operatoria: compran títulos de deuda pública de países sobreendeudados, los cuales poseen una baja cotización producto de su alta calificación de riesgo (vinculada a la improbabilidad de cumplimiento de los compromisos financieros). El procedimiento adoptado por los fondos buitre se dirige a la compra barata de bonos y títulos de deuda para el posterior litigio en tribunales internacionales para cobrar el ciento por ciento de los títulos, así como los intereses devengados hasta el momento. Lo cierto es que sólo este tipo de fondos especulativos ostentan la capacidad económica para esperar años (en el caso argentino ya llevan una década) y optar por la vía judicial para cobrar.
Estas prácticas eminentemente especulativas cobraron gran visibilidad en nuestro país en el contexto de la crisis de 2001. Los principales fondos buitre que hoy litigan contra la Argentina son NML Capital Ltd., una unidad de Elliot Management Corp, de Paul Singer, y Aurelius Capital Management (a los que se suman algunos bonistas individuales), los cuales adquirieron bonos de deuda argentinos al momento del default y se estima que pagaron sólo un 10 por ciento de su valor nominal.
Por sólo citar algunos ejemplos, Paul Singer es un financista del Partido Republicano (financió, entre otras, la campaña de M. Romney), multimillonario estadounidense, que a su vez es titular de uno de los principales fondos demandantes en contra de la Argentina: NML Capital Ltd. Este fondo tiene, entre otros antecedentes, haber participado de demandas en contra de Perú en 1995. NML compró 11,4 millones de dólares por bonos, que tenían un valor nominal de 20,7 millones. En 1996, no aceptó el canje e inició demandas en Nueva York, Bruselas y California. En 1999, el Tribunal de Nueva York embargó bienes de Perú por 56 millones de dólares. Finalmente, Perú fue bloqueado y debió pagar el valor nominal más los intereses.
Resulta llamativo, en este marco, que el argumento de los fondos buitre (o su autodefinición) aluda a los beneficios que otorgan a los países en crisis al otorgarles “liquidez” y permitirles salir de la recesión a través del financiamiento de sus deudas.
La Argentina no ha sido demandada por bonistas que han comprado títulos de deuda de buena fe, sino que se enfrenta a capitales especulativos que expresan el modelo de valorización de capital a nivel mundial, y que sólo representan al 0,45 por ciento de los acreedores de la deuda (los demandantes no son la totalidad del 7,6 por ciento que quedó afuera).
Nuestro país, entre 1976 y 2001, fue uno de los mejores alumnos del capitalismo y de los organismos internacionales de crédito que sustentan este modelo que piensa en las finanzas por sobre el bienestar de los pueblos. Pero a partir de 2003, la Argentina dejó de ser un país en crisis mediante la implementación de una política económica basada en el crecimiento económico con inclusión social. Sin embargo, este camino no fue fácil ya que tuvo que desandar una senda de endeudamiento que se inicia en 2005 con una exitosa renegociación de la deuda que continúa en 2010.
Estas negociaciones obtuvieron una adhesión del 92,4 por ciento del total de acreedores e implicaron quitas de hasta el 65 por ciento de capital y ahorros de intereses. A esto se agregó el pago al FMI, de una sola vez, de 9800 millones de dólares. Si la deuda para 2003 representaba el 166 por ciento del PBI, actualmente es del 44 por ciento. También se redujo el porcentaje de deuda en moneda extranjera.
El mundo debería tomar nota que la derrota de la Argentina frente a los buitres oficiaría de ejemplo para todos aquellos países que osen desafiar a los capitales extranjeros: no sólo para los países europeos en crisis como Grecia, sino fundamentalmente para la región latinoamericana, lo que serviría de veto a los procesos políticos del continente.
Lo que hoy estamos discutiendo no es si la Argentina debe pagar su deuda o no, ese debate se saldó mediante una política de desendeudamiento, hoy estamos discutiendo con grupos económicos concentrados de capitales que viven del hambre de los pueblos en crisis que aún cuentan con representantes en organismos como la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito de Manhattan.
La Argentina, en lugar de quedarse en la queja, nuevamente tomó la posta y dobla la apuesta sometiendo a estos grupos carroñeros a un nuevo canje de deuda en nuestro país. Con esto demuestra que, más allá de la injusticia de tener que pagar una deuda contraída por gobiernos anteriores que han endeudado el país irresponsablemente, afronta los problemas para seguir creciendo con una receta a contramano de este mundo en crisis, es decir, de apuesta al capital productivo, la alianza con los trabajadores, el desendeudamiento y la inclusión social
* Centro de Economía Política Argentina (CEPA), con la colaboración de Julia Strada, Laura Bogliano, Juan Manuel Ortiz.
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