Dom 26.01.2014
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EXAMEN SOBRE CALIDAD EDUCATIVA

El debate del PISA

La Argentina mostró progresos importantes en inclusión educativa los últimos años. Sin embargo, la calidad de esa educación todavía debe mejorar. La prueba PISA y sus limitaciones.

› Por Diego Rubinzal

La resolución del conflicto docente entrerriano fue una de las primeras medidas del presidente Néstor Kirchner. Esa decisión política inauguró una nueva etapa en materia educativa. Las sucesivas disposiciones adoptadas (asignación presupuestaria mayor al 6 por ciento del PIB, Programa Conectar Igualdad, repatriación de científicos, recomposición del salario real docente, construcción de más de 1000 escuelas) contrastaron fuertemente con lo acontecido en años anteriores.

A pesar de los avances, la elevación de la calidad educativa continúa siendo una asignatura pendiente. La difusión de los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) renovó ese debate. Los estudiantes argentinos retrocedieron un lugar en el ranking general (hasta el puesto 59) respecto de la medición anterior (año 2009).

El PISA fue creado a mediados de los ’90 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Cada tres años, el programa evalúa conocimientos en matemática, ciencias y lectura. El universo examinado comprende a estudiantes de 15 y 16 años residentes en 65 países (34 miembros de la OCDE y 31 naciones asociadas).

En el último relevamiento, los alumnos argentinos mantuvieron el rendimiento en matemática (388 puntos), registraron un leve descenso en comprensión de lectura (de 398 a 396 puntos) y mejoraron en ciencias (de 401 a 406 puntos). Las cifras promedio obtenidas por los estudiantes de los países de la OCDE fueron 494, 496 y 501, respectivamente.

Los resultados del PISA revelarían cierto estancamiento del rendimiento educativo argentino durante los últimos tres años. Sin embargo, el fuerte incremento de la matrícula –estimulado por la aplicación de la Asignación Universal por Hijo– es un aspecto muy relevante al momento de realizar análisis comparativos.

Lo cierto es que el camino de alcanzar sistemas inclusivos de alta calidad no está exento de dificultades. En ese sentido, el ministro de Educación Alberto Sileoni sostuvo que “hay países que están en mejor nivel pero tienen un 10 o 12 por ciento menos de alumnos en el secundario”.

La otra cuestión a interrogarse es acerca de la validez de los resultados PISA como parámetro de evaluación de la calidad educativa.

El secretario ejecutivo adjunto del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, Sede Brasil), Pablo Gentili, sostiene que “PISA parece haber logrado una verdadera hazaña ideológica: imponer como evidente y necesaria la suposición de que los sistemas escolares de todos los países pueden ser evaluados mediante la aplicación de una misma prueba aplicada a un conjunto de estudiantes elegidos al azar. ¿Cómo ha sido posible convencer al mundo de que la aplicación de una prueba a medio millón de jóvenes de diversos países nos puede ofrecer un mapa, una radiografía, una imagen del estado de la educación en cada una de nuestras naciones en términos particulares y del planeta de modo general?”.

Según Gentili,el PISA se apoya en tres supuestos fuertes:

1) Un conjunto de especialistas puede definir las competencias necesarias para enfrentar los retos y desafíos de la “vida real” con independencia de las diferentes realidades nacionales.

2) El grado de eficacia de un sistema escolar puede establecerse mediante una fotografía de su trayectoria obtenida en un momento determinado.

3) La evaluación es un requisito necesario y suficiente para solucionar los problemas sistémicos. En otras palabras, el resultado del examen es el insumo esencial para la toma de decisiones de los responsables políticos educativos.

“Estos supuestos constituyen los tres pilares de la razón jerárquica: el colonialismo cultural y el idealismo pedagógico; la aberración metodológica de la subordinación del todo a una parte, y la naturaleza normativa y prescriptiva de los resultados de una prueba artificialmente estandarizada. PISA es un emblema de los extravíos y delirios a los que nos somete la razón jerárquica en el campo educativo”, concluye Gentili

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@diegorubinzal

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