POLíTICAS LOCALES Y CONTEXTO INTERNACIONAL
Para enfrentar la crisis internacional, el Gobierno ha aplicado políticas de fomento al consumo y a la inversión. Una de las herramientas es una política de ingresos progresiva. También ha concretado alianzas estratégicas con China y Rusia.
› Por Leandro Ziccarelli, Julia Strada y Hernán Letcher *
El panorama de la economía mundial sigue siendo sombrío desde la crisis de 2008 iniciada en su centro, Estados Unidos. En un contexto signado por repetidas recetas para la región que hacen hincapié en el ajuste, es útil observar las variables del contexto internacional para encontrar el mejor camino para sostener el empleo y los ingresos en Argentina y sus vecinos.
El posible aumento de la tasa de referencia que fija la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) representa un riesgo para la región. La cuestión no es nueva, nuestros países tienen largos antecedentes en materia de inconvenientes externos por la determinación de dicha variable, basta recordar la crisis de la deuda desatada en la década de los 80 por la suba de la tasa FED decretada por el entonces presidente de la entidad Paul A. Volcker.
Esa tasa, que a su vez oficia de termómetro del desempeño económico estadounidense, en la actualidad se ubica en un nivel bajo (0,25 por ciento). Esto no refiere al bajo riesgo real de la economía de dicho país, sino a la estrategia adoptada por el mismo para salir de la crisis a través de la emisión y de la reducción de los intereses al mínimo posible. De consolidarse la reversión de la crisis en Estados Unidos es de esperar que las autoridades monetarias decidan revitalizar la tasa de referencia para poner un ancla al crecimiento y evitar así problemas de inflación y futuras burbujas.
Conocido el vasto proceso de desendeudamiento que encaró la región durante la última década, la incidencia de dicha política tendría otros canales de impacto distintos a los tradicionales. Particularmente, la capitalización del dólar podría transmitirse por dos vías: la comercial y la financiera. En la vía comercial, la polea de transmisión son los precios de los commodities que guardan una relación inversa con la tasa FED, es decir: un aumento de la tasa de interés desalentaría los precios de los productos primarios, la soja entre ellos.
Incorporando otra variable, es importante mencionar que una baja en el precio de los productos primarios podría resultar parcialmente neutralizada en la medida en que, dentro de esos productos (tomando el “Indice de los 25”), se encuentran también el petróleo (WTI) y el gas, ambos con relevancia en las importaciones energéticas. Mientras que los precios internacionales de los commodities exportados como la soja acumulan a marzo, en Bolsa de Chicago, una caída anual del orden del 30 por ciento (28 por ciento harina, 26 aceite y 31 el grano), los hidrocarburos importados cayeron 46 por ciento en el mismo período (49 por ciento el crudo y 43 por ciento el gas natural estadounidense). Asimismo, el bajo nivel de actividad en la región disminuyó la cantidad de energía demandada, lo que se suma a la neutralización de la caída del precio de los productos exportados. La caída de las exportaciones de commodities es compensada con un menor déficit energético.
Por otra parte, la cuenta capital sería el vehículo del impacto financiero, teniendo en cuenta que una suba en la tasa de interés de Estados Unidos ha representado históricamente para la región fuga de capitales de corto plazo. En esta línea, el mayor impacto sobrevendría por la vía financiera, frente donde nuestro país se encuentra mejor posicionado que el resto de la región, ya que ha emprendido el proceso de crecimiento con inclusión y desendeudamiento sin depender de capitales financieros, a diferencia de Brasil, donde la incidencia de estos capitales de corto plazo es muy alta. De hecho, la financiación exitosa a través del Bonar 2024 verifica esta solidez y contradice las recientes aseveraciones en el último informe del FMI, el cual reza que “la confrontación en curso con los que se quedaron fuera del canje (holdouts) impide que el país acceda a los mercados mundiales de bonos”.
El caso brasileño parece mucho más complejo, su vuelco hacia la obtención de divisas mediante la cuenta capital lo colocaría como uno de los principales afectados ante una eventual suba de tasas en los países centrales. Sólo durante 2013 y 2014 ingresaron a dicho país 68 mil millones de dólares netos en concepto de inversiones extranjeras en cartera, más del doble de las reservas que tiene hoy el BCRA y cerca del 20 por ciento de las que tiene Brasil. A su vez, más de un tercio de esas inversiones extranjeras refieren a compra de acciones en la plaza local, mientras que los dos tercios restantes son adquisición de bonos y otros activos de renta fija. Si sumamos a eso el déficit comercial de dicho país (4000 millones en 2014), con su consecuente déficit de cuenta corriente (91.000 millones, 4 por ciento de su PBI), la depreciación del real y el estancamiento económico que arrastra ya cinco años, vemos que el panorama para nuestro principal socio comercial puede ser fuertemente turbulento. De darse la suba de los tipos de intereses en los países centrales se configuraría un escenario peligroso para Brasil caracterizado por una carrera por mantener, para sus inversores externos, rendimientos financieros en dólares más elevados que en el resto del mundo. Esto implicaría más depreciación del real y aumentos de la tasa de interés local (la Selic es estructuralmente alta: 11,25 por ciento) para compensar la revalorización mundial del dólar y la suba de tasa FED. Claro está que esa política es incompatible con una política de crecimiento económico e inclusión social.
En ese marco, nuestro país ostenta una solidez superior: sostiene hasta la actualidad su superávit comercial y ata al mismo su proceso de crecimiento con desendeudamiento.
En este escenario, las recomendaciones de ajuste realizadas por el FMI para la región resultan doblemente peligrosas. Por un lado, se trata de consejos que atrasan respecto a un cambio de época que se manifiesta en el continente. Por otro, la aplicación de ajustes a través de las restricciones al consumo, vía reducción de gasto del Estado y de la pérdida de poder adquisitivo salarial, inciden negativamente con mayor magnitud al estar en caída el nivel de exportaciones producto de la baja en los commodities, que en Argentina se conjuga con la caída del comercio con Brasil. Menos mercado interno no sólo conduce a una economía de enclave con trabajadores afuera, sino que además constituye un camino errado dadas las complicaciones en el mercado externo y países vecinos.
Lo cierto es que en su último informe anual para la región, el FMI realiza una serie de propuestas de política económica que, sin demasiadas sorpresas, vuelven al camino conocido del patrón de acumulación neoliberal. Así reza un fragmento del documento “Perspectivas Económicas del Hemisferio Occidental”: “Argentina necesitará una combinación de políticas macroeconómicas más restrictivas, un tipo de cambio más débil y un menor nivel de distorsiones microeconómicas para sentar las bases de un retorno a la estabilidad y al crecimiento”. Reducción del gasto (social), devaluación (y caída salarial), fin al cepo (con liberalización) y fin a la inflación (con menos consumo) son los novedosos consejos del organismo internacional.
La lectura del Gobierno ha sostenido que una fuerte devaluación no solucionaría los problemas de fondo que tiene hoy la economía nacional, sino que los desplazaría en el tiempo y a costa de hacer retroceder la progresividad distributiva. Lejos de lo propuesto por el FMI, el análisis sensato de este contexto internacional induce a la insistencia en la aplicación de políticas de fomento al consumo y a la inversión. Alianzas con China y Rusia, inversiones en sectores estratégicos (hidrocarburos, energía nuclear), promoción a las exportaciones (PADEx), protección al empleo (RePRO) y sostenimiento de los ingresos (paritarias, aumentos de AUH, entre los principales) son las herramientas de indudable necesidad para sostener un proceso de acumulación que aún tiene mucho por profundizar.
* Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
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