EL PROGRAMA ECONóMICO DE MACRI
Dilatar el análisis sobre la estrategia de crecimiento económico que seguirá el gobierno de Macri puede acarrear mayores costos y dejar a propios y ajenos con un saco lleno de promesas vacías.
› Por Esteban Guida *
Munidos de un optimismo sin muchos fundamentos, los más pacientes esperan que, con el correr de los días, el gabinete económico del nuevo gobierno impulse políticas tendientes a morigerar el impacto de la fenomenal transferencia de ingresos resultante de las primeras medidas, el que según palabras del presidente del Banco Central, era fundamental para “retomar la senda del crecimiento”.
Sin embargo, diferentes voces, cercanas y no tanto al nuevo gobierno, han advertido la ausencia de un plan económico integral que explicite un paquete más amplio de medidas que abarquen el área fiscal, comercial e impositiva, entre otros aspectos clave. Ello genera cierta incertidumbre acerca de la estrategia de crecimiento sobre la que estaría trabajando el gabinete macrista (si es que existe dedicación alguna en la materia).
La alegría que intenta contagiar el nuevo presidente, se enfrenta con la realidad que convoca a un análisis más profundo y racional respecto de la estrategia de crecimiento sostenible que emprenderá la Argentina, cuestión deliberadamente omitida durante la campaña presidencial, pero superficialmente maquillada con grandes promesas propias de un optimismo sobredimensionado.
Un informe de Naciones Unidas denominado “Situación y perspectivas de la economía mundial”, prevé que los precios de las materia primas continúen su tendencia decreciente durante el 2016. Respecto a la economía europea, destaca no sólo la desaceleración de su crecimiento, sino también “la debilidad del incipiente proceso de recuperación, al punto que cualquier evento exógeno podría hacer retornar a la región a una recesión”.
Otro elemento de gran relevancia para la supuesta estrategia macrista es el referido a la liquidez internacional. En efecto, el mencionado informe destaca que un aumento en la tasa de interés estadounidense traería aparejado significativos efectos a nivel internacional, especialmente para las economías emergentes, en la forma de una caída de la liquidez mundial; al respecto, cabe recordar la reciente suba de tasas que comenzó a impulsar la Reserva Federal hace pocos días y que se espera continuará durante el próximo año.
Por último, y con referencia a casi todas las economías emergentes del mundo, como por ejemplo Brasil, India, Indonesia, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, el informe refiere que “existen significativos riesgos de una mayor desaceleración o de un período más prolongado de débil crecimiento. Un menor crecimiento generalizado en las economías emergentes, y especialmente una fuerte desaceleración en China, no sólo afectaría el crecimiento de países en desarrollo más pequeños y las economías en transición, sino que también podría descarrilar la frágil recuperación en las economías desarrolladas, especialmente en la Zona Euro”.
En síntesis, y en coincidencia con numerosos informes de especialistas, académicos y organismos internacionales, existen pocos argumentos para sostener que el motor del crecimiento económico provendrá desde el exterior, lo que pone en duda, inclusive, el cuantioso volumen de inversión extranjera que el actual gobierno espera recibir tras el shock de confianza, o sea, la liberalización total del movimiento de capitales.
La opción del consumo interno, que permitió sostener los niveles de empleo y crecimiento económico desde que estalló la crisis internacional en el 2008, tampoco parece ser la alternativa ponderada por el equipo económico. Con tasas de interés cada vez mayores convalidadas por la autoridad monetaria, la inversión productiva se verá desplazada por colocaciones financieras altamente rentables; al mismo tiempo, algunos banqueros ya descartan la suspensión de las Líneas de Créditos para Inversión Productiva que fue una herramienta importante para el financiamiento de la producción, pero que afectaba el rendimiento sobre capital de las entidades bancarias.
Por el lado del poder de compra de los sectores con mayor propensión al consumo, todo indica que en el 2016 el salario real se verá fuertemente erosionado, tanto por la devaluación de la moneda como por un proceso inflacionario que ya se observa más allá de cualquier estadística y que aspira a batir el record de los últimos años. En síntesis, la amenaza de una caída en el consumo, en la inversión privada y en la creación de empleo, auguran el inicio de una peligrosa recesión de la economía doméstica que pone en duda el rol del mercado interno en una posible estrategia de crecimiento.
Otra opción podría ser la del efecto derrame, pero ¿podría el gabinete económico especular con que los sectores beneficiados con las primeras medidas asumirán el compromiso de reinversión de sus ganancias extraordinarias, sosteniendo el nivel de empleo y fijando los precios a niveles previos a noviembre de 2015? Sabiendo que se trata de un gabinete oriundo de la más profunda idiosincrasia empresaria, sería una torpeza pensar en esta como una opción válida.
En síntesis, el contexto internacional, las medidas de neto corte neoliberal aplicadas internamente y la ausencia de un plan explícito y fundamentado con la solidez que debería esperarse de un experimentado equipo de profesionales, abren aún más el gran interrogante acerca de la seriedad y factibilidad de las promesas de campaña del Ingeniero Macri, a saber: pobreza cero, trabajo para todos y crecimiento económico.
Dilatar el análisis y la exposición de ideas sobre la estrategia de crecimiento económico que seguirá la economía argentina puede acarrear mayores costos y dejar a propios y ajenos con un saco lleno de promesas vacías.
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