Dom 14.09.2003
cash

EL FRACASO DE LAS RECETAS DEL CONSENSO DE WASHINGTON

“El Fondo perdió la brújula”

Sin comprender los motivos de la crisis argentina, el FMI insiste con sus programas aunque, por su desprestigio, se encuentra en una situación de relativa debilidad. Así piensa el francés Robert Boyer.

Por Verónica Gago

El economista francés Robert Boyer estuvo en Buenos Aires para participar en el seminario “La economía argentina y su crisis 1976-2003”. Boyer, una de las figuras fundamentales de la teoría de la regulación, asegura que Néstor Kirchner aún no ha tomado las decisiones fundamentales para emprender la lenta salida de la crisis que, según asegura el economista, es más grave que la de los años ‘30. En diálogo con Cash, Boyer explica cuál es su propuesta para afrontar el pago de la deuda.
A dos años de la crisis argentina, se ha intentado una recomposición institucional a la vez que se habla de un crecimiento de la economía. ¿Qué opina de ese escenario?
–Hay recuperación económica porque hubo cuatro años de depresión. La devaluación y pesificación detienen ese proceso y permiten la recuperación. Pero el Gobierno aún no ha tomado ninguna decisión importante sobre el futuro. Me refiero a decisiones sobre cómo reestructurar la deuda, qué tipo de especialización productiva adoptar, cómo revisar el financiamiento y la cobertura social y cómo definirse en relación con el Mercosur o el Alca. Esas decisiones clave, por el momento, no fueron tomadas y si se deja entrar y salir libremente los capitales financieros habrá una nueva crisis. Durante uno o dos años la Argentina puede seguir creciendo pero hay que hacer reformas para que esa tendencia se prolongue, si no podría precipitarse una nueva crisis financiera con costos sociales muy grandes.
¿Con qué modelo de viabilidad económica cree que está pensando a la Argentina el FMI?
–La mayoría de los economistas está de acuerdo en que el FMI perdió su brújula. En Washington hay una enorme controversia entre los expertos del FMI y los del Banco Mundial e incluso entre ellos mismos. Por ejemplo, Jeffrey Sachs o Joseph Stiglitz, que antes formaban parte de ese establishment, ahora son los más críticos. El FMI fue muy atacado por la mala comprensión que tuvo de la crisis asiática y está claro que el FMI no entendió la crisis argentina. El primer punto es la desestabilización del FMI porque el Consenso de Washington explotó. Pero las instituciones financieras internacionales no encontraron estrategias. De tal forma que la Argentina sirvió de laboratorio. Con la crisis argentina es la primera vez que el FMI rehusó entregar fondos frescos, mientras que sí lo había aceptado con Turquía. Y esto porque Washington, y Anne Krueger en particular, tenía la idea de que el FMI es utilizado para resolver las crisis financieras. De modo que el FMI usó a la Argentina para dar el ejemplo de que no iba a salvar siempre a los países endeudados.
¿Y entonces?
–La dificultad actual del FMI con la Argentina es la siguiente: primero, conoce muy mal el país. Por ejemplo, un documento del ex economista jefe del Fondo, Mussa, sigue diciendo que fue el exceso del gasto público lo que generó la crisis, cuando todos los economistas que vieron las cifras están de acuerdo con que el déficit es la consecuencia de la depresión y no la causa de la crisis. Por lo tanto, no entendieron nada sobre cuál es el régimen de la crisis. Por eso mismo están muy molestos para negociar. Primero, porque tenían un modelo típico para todos los países. Pero ese modelo no funciona para la Argentina y eso hace que actúen como ciegos. La consecuencia de eso es que se vuelven ideológicos: no tienen buenos análisis económicos. Es bastante increíble su debacle intelectual.
¿Cómo afrontaría la relación con el FMI?
–Con colegas argentinos imaginamos el siguiente proceso: si la economía crece un 3 por ciento, se paga 3; si se crece sólo un 1 por ciento, se reembolsa ese porcentaje y si hay una crisis no se reembolsa nada. De esta manera, se aseguraría que la economía siga creciendo y que el rol del FMI sea contracíclico, en vez de agravar la crisis exigiendo determinados pagos. Pero como el FMI está en manos de quienes son, en la mayoría de loscasos, los que dieron los créditos, defiende los intereses de esos financistas. Es realmente una crisis grave del FMI y es una pena que coincida con la crisis argentina. Porque podría ser la oportunidad de un nuevo FMI, en el cual los préstamos estarían condicionados al nivel de crecimiento y a la disminución de las desigualdades.
Las decisiones que dice que el Gobierno aún no tomó, ¿de qué dependen?
–Esas decisiones suponen una gran legitimidad política. A nosotros nos sorprende la facilidad con la que los argentinos abandonaron su soberanía monetaria y productiva vendiendo todos los servicios públicos. Una solución es que el Gobierno, aprovechando la gravedad de la crisis, planteara una salida a lo Karl Polanyi: es decir, si el mercado deshizo la sociedad, el gobierno tiene derecho de reconstituir los lazos de solidaridad a través de impuestos progresivos, un ingreso mínimo, la cobertura social y, obviamente, retomando la soberanía monetaria para tener un crédito controlado por un banco central nacional, para alentar el consumo y tener los recursos para ajustar la tasa de cambio en caso de fluctuaciones internacionales. La estrategia general sería desvincularse de las finanzas y reconstruir los compromisos internos.

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