› Por Santiago Fraschina y Ramiro Bogado *
En el cuadro que se publica en esta misma página se puede observar la comparación del poder de compra del salario mínimo en noviembre de 2015 (5588 pesos) respecto al de agosto de 2016 (6810 pesos), en una canasta de 55 bienes y servicios que conforman en su mayoría la canasta básica de los hogares. Es importante destacar que este aumento nominal del salario mínimo se produjo en enero de este año y ya estaba determinado desde julio de 2015 cuando Cristina Fernández de Kirchner había convocado la reunión del Consejo del Salario.
Se detalla el precio por unidad de cada producto en noviembre de 2015 y agosto de 2016, y la cantidad de unidades que por producto se puede comprar con el salario mínimo correspondiente. Por ejemplo, el aceite de girasol costaba en noviembre pasado 10,8 pesos pudiendo comprar con el salario mínimo (5588 pesos) 517 unidades. Por su parte, el mismo aceite de girasol vale en agosto de este año 43,85 pesos, con lo cual con el nuevo salario mínimo (6810 pesos) se puede comprar 155 unidades. Es decir, si bien el salario mínimo es mayor, en términos de posibilidad de comprar de aceite de girasol disminuyó por el aumento mayor que tuvo el precio de dicho producto.
De la misma forma se puede observar que pasó con el poder de comprar del salario mínimo entre noviembre del año pasado y mayo de este año con los 55 bienes y servicios seleccionados.
Uno de los grupos de productos el salario mínimo de 2015 tenía mayor capacidad de comprar que el de 2016; en otro es igual; y por último existen bienes donde el salario mínimo de mayo de 2016 tiene más capacidad de compra. Como se observa en el cuadro, de los 55 bienes y servicios, en 47 el poder de compra era mayor el salario mínimo de noviembre de 2015, 1 se mantiene igual y 7 el salario mínimo de mayo de 2016 presenta un mayor poder de comprar.
Sumando la canasta total incluyendo una unidad de cada bien y servicio de los 55 productos, en noviembre de 2015 esa suma daba 2395,18 pesos que con el salario mínimo de 5588 pesos se podía comprar 2,33 canastas. En cambio, esa misma canasta en agosto de 2016 equivale a 3577,49 pesos, que con el salario mínimo de 6810 pesos se puede comprar 1,91 canastas.
En sólo ocho meses de este año se redujo notablemente el poder de compra del salario mínimo.
Este ejercicio facilita la comprensión de cuál es uno de los objetivos del modelo económico macrista: la reducción del poder de compra de los ingresos un amplio sector de la población (salarios, jubilación, asignación universal por hijo). Es decir, que la suba nominal de los ingresos sea menor al aumento de los precios logrando de esta manera una disminución de los ingresos reales. A su vez, la reducción del poder de compra tiene fundamentalmente dos metas:
* La disminución de los costos laborales de las grandes empresas, donde los precios de los productos que producen aumentaran más que los salarios de sus trabajadores.
* La reducción del consumo y del mercado interno para aumentar el saldo exportable de los productores de alimento en la Argentina y de esta forma incrementar la tasa de rentabilidad de los sectores agroexportadores.
Las consecuencias visibles de estas dos principales metas del macrismo quedan al descubierto con el incremento en los despidos en el sector de la producción de alimentos y la pequeña industria debido a la imposibilidad de las empresas de poder afrontar los aumentos en los servicios básicos (luz, el gas y agua) y en insumos indispensables, como combustibles y otros productos de producción nacional.
En ese mismo sentido, la evolución de la industria marca una importante caída: 2,4 por ciento en el primer cuatrimestre del 2016, según el Indec. Con despidos en sectores industriales y de producción de alimentos, se refleja una marcada caída de la producción en general –y de los consumos a nivel particular–, donde el principal actor en este escenario de estancamiento es la inflación.
Con un nivel alto de desempleo y uno bajo de producción se crean las condiciones que el macrismo necesita para impulsar nuevamente la flexibilización laboral y la apertura de las importaciones de productos. Con un mercado interno debilitado y una distribución que se concentra hacia los sectores formadores de precios y monopólicos, la alternativa del negocio de la especulación financiera es aún más atractiva para aquellos que analizan que la economía real no prospera.
En un contexto donde se invierte más dinero en el sector financiero que en obras de infraestructura o en subsidios a la producción nacional, se empiezan a escuchar más fuertes las voces que reclaman por las privatizaciones de servicios y roles del Estado, con la falsa e instaurada excusa de la improductividad generada por el mismo vaciamiento que hace el gobierno neoliberal de las responsabilidades del Estado.
El resultado final de la caída del poder de compra de los ingresos de la población es, entonces, una fuerte transferencia de ingresos de los sectores populares y la clase media a los grupos concentrados, lo que implicará una sociedad más desigual.
* Integrantes de Economía Política para la Argentina (EPPA). www.eppa.com.ar
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