› Por Natalia Aruguete
Oscar Ugarteche asume que la crisis no pasó, ni siquiera quedó atrás el peor momento de este proceso iniciado en 2007. Una etapa en la que las teorías conocidas no están funcionando, ya que no logran explicar los problemas migratorios en Europa, la caída de la demanda de materias primas o proceso de ajuste del consumo con altos niveles de especulación, advierte el economista peruano radicado en México. En diálogo con Cash, Ugarteche expone las características de este proceso de crisis de dos tiempos: primero hubo un problema financiero en Estados Unidos que se contagió al resto del mundo, y luego se transformó en una crisis de subconsumo con sus consecuencias en el crecimiento y la deflación. Su lectura teórica y analítica se puede encontrar en el trabajo La crisis mundial del capitalismo en 2016. Financiarización con subconsumo, publicado en el Nº 300 de Realidad Económica.
Usted señala que América latina sorteó la crisis hasta ahora con políticas no ortodoxas. ¿Cómo evalúa esas políticas hoy cuando la región pende de los vaivenes en la suba o la baja de los commodities?
–El proceso de ajuste del consumo en Estados Unidos, en Europa y en Japón, ha llevado a una caída de la demanda de materias primas. China sigue con la demanda creciente de materia prima. Como contrapartida, las tasas de interés negativas en Estados Unidos, Europa y Japón, han llevado a especular con el precio de los commodities, con consecuencias positivas para el crecimiento latinoamericano, sobre todo en el período 2008-2012. Es decir que la etapa de gran crisis allá coincidió con nuestro gran auge. Y es equivocado decir que el gran auge es producto de China. El aumento del consumo en Brasil y Argentina en particular, pero también en Venezuela y Ecuador, no contrapesa el problema general pero sí mejora las condiciones de vida en estos países.
¿Por qué no atribuirlo a China?
–Porque China presenta, desde antes, una curva creciente y constante en el crecimiento de la demanda de materias primas. Las políticas post-neoliberales lograron aumentar el consumo en América latina. Lo que hace que los precios crezcan más o bajen no es la demanda china sino que, sobre la base de una demanda real, funciona lo especulativo. En el momento en que la tasa de interés baja a cero más crecen los precios de las materias primas y coincide con el momento en que la tasa de crecimiento chino está en descenso. Entonces, la correlación con el crecimiento chino en todo caso es inversa.
¿Cuál es el objetivo que persigue Estados Unidos cuando decide subir la tasa de interés, a fines de 2015?
–En la historia, nunca hubo un período con tasa de interés cero que sea más prolongado de tres o cuatro trimestres. Por primera vez tenemos una tasa de interés en cero o negativa, durante casi ocho años. El intento fue recuperar la política monetaria, y cuando lo hicieron la pudrieron, porque hay un elemento especulativo muy fuerte. Eso tampoco es China.
¿Qué se pone en riesgo con una suba de la tasa de interés?
–Cuando sube la tasa de interés se produce una caída brutal de los precios de las materias primas. Y eso que todavía los precios están inflados, porque no reflejan la oferta y la demanda real. Pero en definitiva si se quiere que la tasa suba a un nivel normal, vamos a estar sobre un mercado real chico porque todo es especulativo.
¿Qué efectos tienen estos niveles de especulación sobre los países emergentes?
–En el momento del auge hemos tenido este boom de consumo en todos lados. Pero en el momento de la baja se nota que no hemos cambiado el aparato productivo, pone de manifiesto las rigideces que hay y los cambios que no se hicieron. Venezuela debería haber cambiado su aparato productivo en los últimos 20 años y no cambió nada. Hemos visto un proceso de reprimarización muy fuerte en las últimas dos décadas. Con un gran peso de los productos primarios de las exportaciones que nos ha regresado al siglo XIX. Los gobiernos posneoliberales tendrían que haber apuntado a que la inversión pública indujera a los inversionistas privados hacia una sustitución de importaciones, pero no lo hicieron.
¿Por qué cree que no lo hicieron?
–Tanto en Brasil como en Argentina y en Ecuador, la primera urgencia era recuperar el nivel de vida de la población y dinamizar el mercado interno, distribuyendo el ingreso. Ese empuje del consumo tendría que haber regresado con mayor inversión privada, pero no dio la vuelta.
¿Qué falló? ¿Qué responsabilidad tuvo el sector empresario?
–Es posible que no haya emprendedores. Cuando obtienen ganancia dicen: “mejor me la guardo para un día de lluvia, porque no vaya a ser que se nos venga una crisis de la balanza de pago, no vaya a ser que suelten el tipo de cambio, no vaya a ser que…”.
Salvando las diferencias entre los distintos países, ¿qué falló en las políticas económicas de ¿Argentina y Brasil?
–Brasil tiene unos polos industriales que Argentina ya no tiene. Argentina tuvo sus polos industriales y los regaló en 1956 y en 1976. Quizás faltó que estos países tuvieran Estados más intervencionistas en la inversión productiva, centrando algunos polos, planificando la base industrial a futuro para ver si podemos retomar alguna senda productiva nueva. Pero la polarización política, en todos los países, también lo dificultó. El sector financiero internacional en los países tiene un peso muy grande, en Argentina y Brasil particularmente, y eso dificulta negociaciones para planificar aparatos productivos nuevos. Porque ellos sólo están interesados en ver cómo mueven excedentes adentro de su economía y cómo la sacan.
Larry Summers dijo hace unos meses que los países más avanzados están con crecimiento nulo, el Fondo Monetario y el Banco Mundial revisaron sus pronósticos y ahora son más negativos. ¿Cree que estamos inmersos en una crisis continua?
–Estamos en un proceso crítico, que es diferente de un momento crítico. Y el proceso crítico sigue el curso. Estamos en un cambio de tiempo, no es sólo un problema económico.
¿Qué rasgos tiene la crisis como proceso?
–En Europa, por ejemplo, estamos viendo problemas migratorios que no habíamos visto desde los años 30, ahora mucho más porque se agregó el problema migratorio de Medio Oriente, por las guerras. Los polacos buscan trabajo en Gran Bretaña, los ingleses jóvenes buscan trabajo en España, donde tampoco hay trabajo pero creen que sí. Asia está viviendo un proceso de articulación muy dinámico. A su vez, Estados Unidos intenta recuperar el espacio latinoamericano como un espacio propio, cuestión que no hacía desde hacía muchísimo tiempo, con golpes civiles y manipulación de elecciones que no veíamos desde los años 70. Es un regreso muy fuerte.
¿Qué ofrece hoy la teoría económica para explicar la crisis?
–En el campo económico además las teorías que conocemos no están funcionando; eso se refleja en la falta de crecimiento y en que esta política monetaria expansiva no reactivó el consumo. ¿Qué hacemos entonces? Y en cuanto a la política fiscal tampoco queda claro que haya funcionado, están con grandes déficits fiscales y altos niveles de endeudamiento. Hay un problema conceptual sobre cómo está funcionando la economía en las economías maduras y en las emergentes. No están operando teorías como creíamos que operaban.
¿Se refiere a las teorías ortodoxas? ¿Cree que las heterodoxas han funcionado?
–Las heterodoxas han funcionado hasta donde han llegado, ahora vemos límites reales de las heterodoxas en la relación entre consumo e inversión, es el talón perdido que no terminamos de descular cómo funciona. No hay garantía de que el inversionista privado recupere lo que invierte, yo creo que hay mucha incertidumbre todavía. Es allí donde el Estado debe cumplir un papel rector, comunicando el consumo con la inversión, asociándose con agentes privados, compartiendo el riesgo a ver si de esa manera la tasa de inversión sube.
¿La caída en el precio de los productos primarios puede redundar en una reconfiguración de las alianzas del Mercosur?
–Hay una dinámica del Mercosur que es de comercio, esa dinámica va a seguir porque allí está presente la industria automotriz. Lo que probablemente no siga sea la presencia de Venezuela en el Mercosur, y eso sí tiene que ver con la caída del precio de petróleo. Esto genera, para los países del Mercosur, una pérdida de interés de Venezuela como mercado final; para Brasil en particular, ya que deja de ser el vecino rico del Norte y se convierte en una especie de carga.
¿La situación política de Venezuela influye en el hecho de convertirse en una carga?
–Sí. Venezuela sería vista de otra forma si no hubiera un problema político de por medio. A los problemas internos en Venezuela se suma el viraje hacia la derecha que ha habido en Brasil y en Argentina. De todos modos, la caída brasileña es coyuntural. El mercado brasileño es grande y su economía es grande, así como la economía argentina también es grande, entonces sí hay momentos más complicados que otros pero son momentos cortos.
Con las nuevas políticas que se implementan en ambos países, ¿cree que esta caída también será corta?
–La nueva política tiende a la concentración del ingreso, el consumo de automóviles no debería de caerse. La tasa de crecimiento va a bajar respecto de los niveles de crecimiento que mostraron ambos países en los últimos años, pero seguirá habiendo crecimiento aunque más concentrado.
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