BUENA MONEDA
Equipo de notables
› Por Alfredo Zaiat
El equipo de las estrellas
del mundo financiero que desembarcará la semana próxima en Buenos
Aires para asesorar sobre el diseño del programa monetario y la reestructuración
del sistema bancario ya tiene el veredicto. No habrá que esperar el documento
que entregarán al ministro Roberto Lavagna y al número uno del Fondo
Monetario, Horst Köhler. Basta con mirar sus antecedentes de los cuatro notables
para estimar cuál será la conclusión. También resulta
suficiente saber quiénes fueron los padrinos de cada uno de ellos en la
conformación de esta selección de figuras internacionales para adelantar
el resultado de ese comité independiente. Todos ortodoxos,
vinculados con la banca y con estrechos contactos con una de la partes del conflicto,
que no es precisamente la Argentina. Dos de ellos trabajaron en el FMI. Si Lavagna
buscó ganar tiempo cuando todo parecía que se derrumbaba en su último
viaje a Washington, lo logró. Pero este grupo de expertos no vienen, precisamente,
a convalidar su estrategia de solución del corralito.
Por caso, Hans Tietmeyer fue presidente del Bundesbank, y como los estadounidenses
se obsesionan por la recesión por el recuerdo de la crisis del 29,
los alemanes se persiguen con no repetir la dramática experiencia de la
hiperinflación vivida a comienzos de la década del 20. El
teutón manejó la banca central alemana con esa ortodoxia monetaria
que busca en forma excluyente frenar la inflación. Cuando observe el engendro
del corralito creado por Domingo Cavallo, su más probable recomendación
será que hay que evitar el drenaje de depósitos, fondos que presionan
sobre el tipo de cambio y, en consecuencia, resultan inflacionarios. La solución,
que acompañarán sus colegas, será la de un bono compulsivo.
Como ya se sabe que con el FMI lo que se discuten son negocios, simulados en medidas
económicas para diseñar un plan sustentable, este comité
no queda fuera de esa lógica perversa. En esa selección de notables
entró por la ventana Luis Angel Rojo, quien ocupó la presidencia
de la banca central española. Con antecedentes mucho menos brillantes que
el resto en el mundo de las finanzas internacional, Rojo fue una imposición
del jefe de gobierno José María Aznar, con la evidente misión
de defender los intereses de los bancos españoles Santander (Río)
y BBVA (Francés). Las otras dos figuras restantes, los ingleses Andrew
Crockett y John Crow, fueron funcionarios del Fondo Monetario. Crow, pese a su
origen británico, fue presidente de la banca central de Canadá,
con lo que no hay que ser muy perspicaz para imaginarse los preconceptos con que
vendrá dada la experiencia traumática del Scotiabank.
¿Qué puede espera Lavagna de este equipo de estrellas?
La banca extranjera ha jugado en contra del canje optativo de bonos. Política
deliberada que quedará en evidencia pasado mañana cuando venza el
plazo de elección y se conozca la escasa adhesión a esa alternativa
por parte de los ahorristas. Pese a ese rechazo, redoblarán las presiones
para endosar por la fuerza los bonos, utilizando el drenaje de depósitos
por amparos como argumento para remarcar que la situación resulta insostenible
para el sistema financiero. Los bancos, así, quieren desentenderse de su
cuota de responsabilidad, transfiriendo al Estado, o sea a toda la sociedad, una
carga tan pesada que sumergiría a la economía en un estancamiento
por largos años.