Dom 22.12.2002
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BUENA MONEDA

En piloto automático

› Por Alfredo Zaiat

Los neoliberales están desesperados; los progresistas, confundidos. La economía argentina adquirió una dinámica que no responde a los pronósticos de catástrofe que difunden los primeros gurúes. Y para los segundos, medidas que eran de su recetario son aplicadas por Roberto Lavagna, con lo cual les resulta difícil oponerse pese a que la estrategia y objetivos del ministro son diferentes. La economía se estancó en niveles bajísimos; las variables financieras están en una precaria estabilidad y el fantasma de la hiperinflación sobrevoló amenazante, pero ahora se ha alejado. Aquellos que están abrazados al fundamentalismo de mercado falsean indicadores, al difundir que los depósitos caen o que el default implicaría sanciones durísimas para el país, para tratar de no quedar descolocados. Pese a ese esfuerzo, una y otra vez han quedado pedaleando en falso. Por su parte, los que se ubican en la otra vereda varias veces se han desconcertado ante la espectacularidad de una medida (no pagar a los organismos financieros internacionales, por ejemplo), pero sin evaluar con detenimiento el contenido. Entre esos dos senderos, al Gobierno se le abre un espacio para alegrarse por lo que no merecería ni un brindis, como el leve repunte de la producción industrial. Lejos del exasperado fracaso de los neoliberales, de la ingenuidad de cierto progresismo y del engaño festivo de Lavagna, el congelamiento de la crisis se produjo por el control de cambio, la cesación parcial de pagos de la deuda y el masivo programa de asistencia Plan Jefes y Jefas de Hogar.
La mejora del indicador de producción industrial en el mes pasado respecto del anterior y en relación con noviembre del 2001 se origina desde el quinto subsuelo donde se derrumbó la economía. Se está utilizando apenas el 30 por ciento de la capacidad instalada de la industria. Lavagna no tiene que ir muy lejos para enterarse de algunas otras cifras. El Centro de Estudios para la Producción (CEP), dependiente del Ministerio de la Producción, destaca que el Estimador Mensual Industrial desestacionalizado se ubica en la actualidad un 22 por ciento por debajo del registrado en 1997. El informe precisa que “en forma débil” se tiende a retomar un sendero de crecimiento y que luego del fuerte proceso recesivo de 2001 “la actividad industrial parece haber encontrado el punto de inflexión”.
Pero ese cambio de tendencia se registra en sectores vinculados a la exportación y sustitución de importaciones, que por ahora no han sido activos tomadores de empleo. Además de que muchas de esas actividades no son demandantes importantes de trabajadores. Y, por ahora, cuando el aumento de la producción lo requería han utilizado horas extra del plantel en lugar de incorporar personal. Ese comportamiento explica el escaso impacto en las expectativas por el crecimiento de esas actividades.
En palabras del CEP: “Más allá de estas señales de recuperación relativa, la importante caída del salario real y, por tanto, del poder de absorción del mercado interno, se establece como otro factor limitante a una mayor aceleración en la recuperación del ciclo industrial”. Esto queda reflejado en el estancamiento del rubro Alimentos y Bebidas, sector que representa cerca del 25 por ciento del PBI industrial. Para alejar el fanatismo triunfalista en que puede caer el Gobierno, el CEP brinda un interesante indicador que intenta “adelantar” los movimientos del ciclo productivo en base a 27 variables económicas.
Ese índice arroja que, según ese centro de estudios gubernamental, “ha aumentado la probabilidad de que la reversión del ciclo industrial sea estructuralmente consistente”. Pero también remarca que “la fase de recuperación –luego de cierta aceleración– será lenta y con bajas tasas de crecimiento”. O sea, una perspectiva que motiva a poco y nada para festejar.
En su política de gestos con cuestionamiento del pasado económico y “rebelión” al FMI, Lavagna se ha subido al piloto automático de un tipo de cambio recontraalto, contracara de una pobreza record, para mostrar su éxito y no hacer nada para que esa reversión del ciclo sea vigorosa e implique una mejora en la distribución del ingreso.

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