Dom 24.08.2003
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BUENA MONEDA

El tailandés

› Por Alfredo Zaiat

Usted sabe quién es Thaksin Shinawatra? Se trata de un empresario tailandés que ahora es el primer ministro de su país. Este señor, histriónico, un poco autoritario y de fortuna, como marca el estereotipo del gobernante asiático, miró a las cámaras, de pie frente a una enorme bandera nacional, y declaró la liberación de Tailandia de las cadenas del Fondo Monetario Internacional. Thaksin celebró esa independencia luego del pago anticipado de la deuda que mantenía con el organismo, pasivo originado del paquete de rescate por 17.200 millones de dólares. Ese salvataje fue otorgado durante la crisis asiática de 1997. Además, el hombre, que para el diario conservador Financial Times es una nacionalista con ideas disparatadas, se comprometió, entre otras medidas, a cambiar las leyes financieras impulsadas por el Fondo para dar mayor protección para los deudores. “Tailandia nunca más será presa del capitalismo mundial”, sentenció TS.
En los últimos años una línea crítica recorrió ámbitos académicos y políticos sobre el papel del FMI, desde que no sirve para nada excepto para profundizar las crisis y defender intereses de los más poderosos hasta que se trata de una estructura burocrática mediocre y costosa. Entre esos extremos existen diversas posiciones sobre la actuación de ese organismo multilateral. Pero todos coinciden, incluso el propio Fondo, que su tarea en Asia fue desastrosa. El consenso señala que sus recetas financieras ortodoxas y de austeridad impuestas en Asia, cuando sus economías se estaban derrumbando, aceleró y profundizó el colapso.
Malasia salió del atolladero imponiendo los controvertidos controles de cambio. Tailandia dispuso medidas para reforzar el consumo doméstico que le permitió una recuperación acelerada. Corea del Sur se apresuró a cancelar anticipadamente sus deudas con el Fondo e Indonesia adelantó que no tiene la intención de continuar con su programa con el FMI el próximo año. Incluso el Financial Times admite, en una reciente editorial, que el grupo de las diez economías del sudeste asiático crecerán este año a un ritmo del 4 por ciento promedio, pese a los efectos adversos del SARS en el nivel de actividad de esa zona.
Cada uno con sus particularidades esos países salieron de la crisis, con un factor que los ha unificado que fue la estrategia de acumular reservas. En un mundo globalizado, con barreras débiles al movimiento del capital financiero, las reservas son la mejor defensa para ataques especulativos, así como también para resistir absurdos reclamos del FMI. Por ese motivo, independientemente del curso de las negociaciones por un nuevo acuerdo, no es un hecho menor si se pagan los 3000 millones de dólares al Fondo que vencen el 9 de septiembre. Con menos dólares en el Tesoro del Banco Central, el gobierno de Kirchner quedará en una posición relativa más débil para cerrar el programa previsto a tres años.
En esa mesa, la parte que debe estar más inquieta es la visitante. Aunque el coro de profetas del Apocalipsis preanuncien el diluvio universal en caso de repetir el default con los organismos, que duró menos de 60 días a fines del año pasado, la tormenta estará en Washington y no en Buenos Aires. Después de este año y medio largo de “castigo” internacional, no se han verificado las consecuencias catastróficas por haber “dado la espalda al mundo”. Más bien el FMI y los acreedores han visto reflejado sus rostros de desesperación en un espejo que ellos mismos ayudaron a construir.
Se dice que el tren de la historia no pasa dos veces por la misma estación. Aunque por ser una trocha con suerte, porque todos saben que Dios es argentino, esos vagones volverán a transitar ese corredor. Perder una oportunidad histórica es imperdonable. Una segunda es de bolu... Perdón, ¿cómo se llamaba ese tailandés?

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