Dom 13.03.2005
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EL BAúL DE MANUEL

El baúl de Manuel

Benjamín Cornejo

Benjamín Cornejo es un prócer de los estudios económicos argentinos relativamente olvidado. Nacido en Tucumán en junio de 1906, se graduó como abogado en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en 1928, y como doctor en derecho y ciencias sociales en 1936, con una tesis sobre Proteccionismo o librecambio. Desde 1930 se desempeñó como profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de La Docta. En febrero de 1935 la UNC creó una Escuela de Ciencias Económicas (ECE) que expedía, como su similar de la UBA, diplomas de Doctor en Ciencias Económicas y de Contador Público. Se confió su dirección a Cornejo, quien desde allí organizó los estudios de Ciencias Económicas de la UNC. Uno de sus primeros actos fue invitar al profesor de la UBA Dr. Luis Roque Gondra para inaugurar las actividades docentes de la ECE y dictar un cursillo sobre Teorías antiguas y recientes sobre la moneda, el crédito y los ciclos económicos. Gondra fue presentado por Cornejo, y éste resaltó “la presencia del representante más calificado de la ciencia económica argentina”. Como órgano de la ECE se publica, a partir de 1939, la Revista de Economía y Estadística (REE), dirigida por Cornejo. Allí publica Moneda y Sistema Monetario (1939), Moral y Economía (1941), Leon Walras (1941) y Antoine Auguste Cournot (1942). También publica el libro La Competencia Imperfecta y la Teoría Tradicional (1945), que complementa con los artículos Competencia perfecta y teoría tradicional (1946) y La competencia monopólica de Chamberlin (1947), publicados en El Trimestre Económico. Estos trabajos lo sitúan como principal estudioso argentino de la teoría de la competencia imperfecta, desarrollada por Joan Robinson, y la teoría de la competencia monopólica, desarrollada por Edward Chamberlin. Intervenida la UNC, su interventor en octubre de 1946 convierte la ECE en la actual Facultad de Ciencias Económicas. Paradójicamente, Cornejo es cesanteado en noviembre de 1946, lo que interrumpe la publicación de la REE. Cornejo desplaza su actividad docente y sus publicaciones a Venezuela. Al mismo tiempo, pasa a desempeñarse en la Cepal. En 1956 recupera sus cargos en la UNC. Es uno de los fundadores de la Asociación Argentina de Economía Política (1957) y en 1963 sucedió a A. Hueyo en la Academia Nacional de Ciencias Económicas, cargo que ocupó hasta su fallecimiento el 5/6/1974.

¿Competencia imperfecta o monopólica?

La Economía llama “competencia perfecta” al mercado en el cual: 1) ningún vendedor tiene poder para fijar el precio de mercado, condición también llamada “competencia pura”; 2) el producto que ofrece cada vendedor no se distingue en ningún aspecto del que ofrecen otros vendedores, condición conocida como “homogeneidad del producto”; 3) el acceso al mercado es totalmente libre, tanto para instalarse como vendedor como para retirarse del mismo; y 4) no se celebran acuerdos entre vendedores, con el fin de imponer condiciones a los compradores. La condición 1ª implica que cada vendedor puede ofrecer al mercado toda la cantidad que desee de un bien, sin que ello haga caer el precio del mercado; esto implica una demanda “perfectamente elástica”, en la que coinciden el precio del bien, la demanda o ingreso medio y el ingreso marginal (incremento del ingreso total o volumen de ventas, debido a vender una unidad adicional del producto). Si por alguna razón los vendedores adquieren algún poder sobre el precio, la cantidad demandada variará en forma inversa respecto del precio: la demanda se vuelve menos que infinitamente elástica. En términos gráficos, de ser una línea recta horizontal, pasa a tener pendiente negativa. En tal caso, el ingreso marginal es siempre menor que el ingreso medio. Esta situación fue llamada de “competencia imperfecta” por Joan Robinson. Por otra parte, los vendedores pueden diferenciar su producto mediante un envase distinto, o una marca, o propaganda, o con condiciones de comercialización diferentes, etc. Estos métodos crean una suerte de adicción o clientelismo respecto del producto o del vendedor, y le confieren a este último algún poder monopólico sobre la demanda, lo que le permite cargar (hasta cierto límite) un precio más alto en el producto sin que por ello se reduzcan sus ventas. “Puede decirse –decía Benjamín Cornejo (Manual de Economía Política, Buenos Aires: Zavalía, 1969, pág. 158)– que cada vendedor vende su producto o que es un monopolista de su propio producto.” Claro que este monopolio es limitado, y opera sólo mientras los compradores sean muchos y operen atomizados. Distinto es el caso si los compradores forman un frente común y se ponen de acuerdo para boicotear a un vendedor que se anime a subir el precio del producto más allá de lo razonable y posible, no comprándole para obligarle a ceder en su pretensión.

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