EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
Raúl Prebisch creó el Banco Central argentino. Todo comenzó en 1931 cuando una comisión ad hoc, en la que Prebisch era el más activo integrante, produjo un anteproyecto. El ministro de Hacienda de Justo, Alberto Hueyo, lo rechazó y llamó a Sir Otto Niemeyer para tener otro distinto. En 1934, Federico Pinedo, nuevo ministro, encomendó a Prebisch una Ley Bancaria y un Banco Central. Prebisch se basó en el anteproyecto de 1931 y en el de Niemeyer. Inaugurado el BCRA, Prebisch fue su gerente ocho años. En la recesión de 1937, creó la política anticíclica, que operó con éxito y motivó elogios de Ragnar Nurkse y Robert Triffin. También dio inicio a la medición del Producto e Ingreso Nacional, y la capacitación de funcionarios en Harvard. Sin embargo, al ocurrir la revolución de junio de 1943, por una típica picardía criolla, Prebisch fue virtualmente echado. Se hizo rodar la falsa noticia de que “habría presentado su renuncia” y el 19 de octubre se publicó, en La Nación, La Prensa, El Mundo, Crítica, etc: “Aceptaron la renuncia del Gerente del Banco Central”. No mucho después, en septiembre de 1945, se anunció que Prebisch integraba una terna para la presidencia del BCRA, pero sólo para volver a denigrarlo. Su puesto de profesor en la UBA, entretanto, había quedado a cargo de adjuntos. Viéndose echado, retomó sus actividades académicas. A sus clases iban muchos más alumnos que los regulares. En 1945 y 1948 expuso sus ideas sobre la reforma de los estudios de ciencias económicas. En 1946 dio las bases para crear una Escuela de Economía en la República Dominicana. Pero la picardía criolla seguía atenta, y en 1947 se lo invitó a opinar sobre el Plan Quinquenal, a lo que Prebisch contestó que su cátedra no se ocupaba de la política económica. Perón, sin vacilar, ordenó al decano de la Facultad echar al díscolo docente. Después del ‘55 hubo varios intentos por designarlo profesor Honoris Causa de la UBA y ninguno se concretó. Después de pasar por la Unctad, y unir a los países del Tercer Mundo, Prebisch fue postulado al Premio Nobel. No se le concedió, aludiendo fallas en su producción científica, que alcanzaba ya varios centenares de títulos. Como en Una vieja dama indigna, recién al morir se comenzó a valorar su figura, y a medida que el tiempo pasa la admiración crece. Esta semana precisamente, se celebró en Cepal el Seminario Raúl Prebisch, con presencia del Nobel Stiglitz.
¿Cuándo comenzó la ciencia económica? ¿Qué transformaciones se operaron en sus contenidos y modos de construirse? En la época más remota sólo hallamos fragmentos de ideas económicas, y siempre subordinadas a un contexto jurídico, filosófico o religioso. Por ejemplo, el código Hamurabi y los escritos de Platón, Aristóteles o Jenofonte. Por tanto, un primer punto de avance fue independizarse de esos contextos y constituirse en un pensamiento por sí mismo. Pero el carácter autónomo, por el cual se desligó de formas muy estructuradas del pensar –derecho, religión, filosofía– no le aseguró poder remontarse por encima de los casos particulares. Recién a partir de la investigación sistemática se superó el carácter puramente empírico de la economía. La última revolución de la ciencia económica vino dada por la gradual matematización de la ciencia, inicialmente imitando una transformación similar que se operaba en las distintas ciencias, que tomaban como paradigma la física, pero después con la creación de formas propias de matemática o utilizando técnicas matemáticas más generales. Un historiador italiano, Luigi Cossa, propuso denominar la primera etapa como “período fragmentario o de exposición incidental”, que abarca los fragmentos de economía en Babilonia, Judea, Grecia, Roma y la Edad Media. Luego se tiene el “período de elaboración autónoma”, que coincide históricamente con la aparición de los Estados nación y con la forma de política económica llamada “mercantilismo”, quese extiende desde la declinación feudal hasta las primeras manifestaciones del liberalismo. El tercer período es el de “investigación sistemática”, que comprende la transición a la economía clásica (Petty, Boisguillebert), las distintas variantes nacionales de la Ilustración (escocesa, francesa, italiana, española, alemana, etc.) y las obras de Hume, Cantillon, Quesnay, Genovesi y Smith, y asimismo la escuela clásica (Malthus, Ricardo) y sus críticos (Sismondi, Saint Simon, Marx). El cuarto período es el de “perfeccionamiento analítico”, caracterizado por la aparición de la “economía pura”, o reemplazo de los objetos y procederes concretos por formulaciones generales y abstractas, y el tratamiento de los distintos capítulos de la economía mediante técnicas matemáticas. Este enfoque fue rechazado en su origen, pero hoy es el que prevalece.
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