EL BAúL DE MANUEL
› Por Manuel Fernández López
¿Cómo se formó un grupo de economistas tan numeroso y calificado como el de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)? En 1935, en febrero, la UNC creó una Escuela de Ciencias Económicas, dirigida por Benjamín Cornejo, y el 30 de diciembre creó el Seminario de Economía y Finanzas. ¿Qué individuos dieron vida a esas instituciones? En Italia, 1938, la ley racial prohibió ejercer la docencia a descendientes de judíos, y causó una ingente emigración de notables intelectuales. Al país vinieron Rodolfo Mondolfo (1877-1976), de Bolonia, y Gino Arias (1879-1940), de Roma. Ambos se incorporaron a la Universidad de Tucumán. Arias luego pasó a la Universidad de Córdoba, era figura destacada de la variante privatista-católica del fascismo, y halló seguidores en Ferri y en Vito. Su visión de la economía se basaba en la experiencia de la Italia medieval y en fundamentos aristotélico-tomistas. Había sido activo en su país en la fase de auge del corporativismo, entre 1925 y su emigración a la Argentina. Publicó dos conocidos manuales de economía corporativa, Economia corporativa (1934) y Corso di economia política corporativa (1937-38). Participó en las principales revistas fascistas, como Gerarchia (su editor, Benito Mussolini, elogió expresamente a Arias), con los artículos “Il problema economico e politico dell’Italia Meridionale” y “Progresso economico e stabilità monetaria” (1924), “Aspetti sociale della riforma política” y “La riforma monetaria ed il suo profeta” (1925), “Il primato demografico” (1926), “Il ritorno all’oro” (1928); en Economia publicó “Contro la svalutazione legalle della lira” (1922), “La crisi e i giudizi degli economisti” (1931), “I sindacati industriali” (1934), “Il concetto di equilibrio e l’economia política” y “L’interesse della nazione” (1935); también escribió en Critica Fascista y en Educazione fascista. En la Argentina publicó “La restauración aristotélico-tomista de la ciencia económica” (Sol y Luna, 1939), “Las crisis económicas” (Sustancia, 1939) y “Recientes interpretaciones de la teoría de los costos comparados” (Revista de economía y estadística, 1940). Arias falleció el 12 de octubre de 1940, pero alcanzó a escribir un Manual de Economía Política, en el que resumió su pensamiento, editado por su hija, Irene Arias (que sería profesora de Latín en el Colegio Nacional de Buenos Aires).
Bajo el régimen colonial español de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, nada más provocador y contrario a los intereses creados de la metrópoli que reclamar libertad de comercio con el exterior, libertad de trabajo en lo interior y libertad de proclamar las propias ideas en la prensa. Ni hablar de establecer una Constitución propia. Y bien, ésa fue la estrategia que eligieron los patriotas argentinos. Algo así como lo de “sed realistas: pedid lo imposible”. Belgrano pidió el libre comercio exterior desde el Consulado, Vieytes lo hizo desde el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, y Moreno en su celebérrima “Representación de los hacendados” (1809). Este mismo año, además, Belgrano intentó persuadir al virrey Liniers haciéndole leer un escrito a favor de la apertura del comercio externo a las mercaderías inglesas. Y Belgrano mismo nos aclara que con ello buscaba que el virrey diera un paso de desobediencia a la corona. Tales pedidos de naturaleza económico-liberal tenían, pues, propósitos políticos y se inscribían en el trabajoso camino hacia la independencia. A ellos se añade Saavedra, quien desde su cargo de síndico del Cabildo de Buenos Aires se opuso a la creación de gremios de oficios en el virreinato. Todos ellos tuvieron en común dos cosas: primera, haberse servido de las “Cartas” de Valentín de Foronda para dar forma a sus escritos. Segunda, haber participado en el cabildo del 22 de mayo de 1810, y emitido un voto coincidente con el comandante de Patricios, don Cornelio Saavedra, que decía: “debe subrogarse el mando superior que obtenía el Excelentísimo señor Virrey en el Excelentísimo Cabildo de esta capital, ínterin se forma la corporación o Junta que debe ejercerlo; cuya formación debe ser en el modo y forma que se estime por el Excelentísimo Cabildo, y no quede duda de que el Pueblo es el que confiere la autoridad o mando”. Además, salvo Vieytes, todos ellos ocuparon cargos en la Primera Junta de gobierno patrio. Además, a poco de instalarse la Junta, Moreno publicó en la Gazeta un artículo sobre “La libertad de escribir”, inspirado en Foronda. Y el cordobés Gregorio Funes, el 20 de noviembre de 1810, hace hoy 195 años, publicó en el mismo periódico una carta favoreciendo dictar una Constitución, también inspirándose en las cartas de Foronda. Este autor vasco, pues, había hallado el modo apropiado de escribir convenciendo.
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