Dom 16.09.2007
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EL BAúL DE MANUEL

› Por Manuel Fernández López

El factor económico

Cada tanto se escucha comentar la “exagerada” proporción que tiene el factor económico en nuestra vida pública. Se ha llegado a caracterizar el signo de determinado gobierno por la presencia de graduados en economía de tal o cual universidad extranjera. Sin embargo, una revisión imparcial de los datos históricos permite afirmar que el conocimiento económico especializado ha sido, en la mayor parte del tiempo, un producto escaso, antes que abundante, y por ello altamente valorado por los hombres públicos, y que el factor económico tuvo primacía desde el origen mismo de la República, como aparece destacado en Estudio sobre las Guerras Civiles Argentinas (1914), del eminente historiador santafesino Juan Alvarez (1878-1954). En la Primera Junta de gobierno, por ejemplo, con todos sus integrantes americanos nativos, un tercio de ellos –incluidos el presidente y un secretario– pasaron a ser incluidos en la historia de la ciencia económica local por sus aportes al pensamiento económico de su tiempo. En primer lugar, Manuel Belgrano, que inició su formación económica en 1789, en un esforzado proceso que incluyó la participación en un seminario extracurricular en Salamanca, la adquisición de libros en varios países, la autorización papal para leer libros prohibidos, la traducción de opúsculos fisiocráticos, la redacción anual de monografías sobre las carencias y posibilidades del virreinato, la publicación de un periódico económico, la colaboración con Moreno en el Plan de Operaciones, y la puesta en práctica de sus propuestas educacionales. Por otra parte, el Mariano Moreno de mayo de 1810 no es otro que el Moreno de ocho meses antes, el que redacta la Representación de los Hacendados, la cual, con argumentos adaptados de la reciente obra de Juan Bautista Say, conduce a Cisneros a dar “un paso de inobediencia al ilegítimo gobierno de España”, a saber, abrir el comercio a extranjeros. Por último, Cornelio Saavedra, en su carácter de síndico procurador del Cabildo, el 20 de mayo de 1799 había producido un alegato sobre libertad de trabajo y clases sociales, cuya argumentación se basaba sobre una de las “cartas” del liberal vasco Valentín de Foronda, que a su vez tomaba el texto del Edicto Turgot sobre gremios y jurados. Podría mostrarse que el factor económico primó en la época rivadaviana, la rosista, en la organización nacional y en el siglo XX.

Aportes

Se propende a ningunear los aportes a la ciencia económica originados en la Argentina. El poco interés del investigador local en el pasado de la ciencia económica de este país ha sido un factor importante en ese olvido, y a ello han contribuido con entusiasmo digno de mejor causa los estudiosos foráneos, renuentes a aceptar aportes que no hayan sido escritos en inglés o que compitan con aportes similares de sus propios países. El diccionario de economía New Palgrave ha contribuido parcialmente a remediar tal ninguneo, pero cabe advertir que los autores que reconocen contribuciones argentinas no son anglosajones y que las contribuciones que reconocen llegaron a su conocimiento por estar escritas en inglés. Hans Singer (alemán), en su artículo sobre la hipótesis Prebisch-Singer, reconoce la contribución de Raúl Prebisch al análisis del desarrollo económico en relación con el deterioro de los términos del intercambio. D.M. Nutti (italiano) reconoce a Julio H.G. Olivera como el primero en investigar teórica y empíricamente las fluctuaciones de la inversión como causas de ciclos en las economías colectivistas. Andreu Mas-Colell (español), que en pocas semanas estará en Buenos Aires para incorporarse a la Academia Nacional de Ciencias Económicas, y que fuera amigo de Rolf Mantel, en el artículo “No convexidad” reconoce la contribución del argentino en el trabajo sobre Equilibrio con rendimientos crecientes a escala (1979). También el Premio Nobel Gérard Debreu (francés), en su artículo “Economía matemática”, reconoce a Mantel en la resolución de la conjetura de Sonnenschein-Mantel-Debreu. Ednaldo Araquem da Silva, en su artículo sobre “Intercambio desigual”, reconoce la contribución en ese campo del trabajo de Oscar Braun, publicado en inglés como International Trade and Imperialism (1979). Stanley Fischer, nacido en Africa, que fuera ayudante de Miguel Sidrauski en el MIT, en su artículo biográfico (Miguel Sidrauski, 1939-1968) reconoce su contribución al análisis del crecimiento económico con dinero, contenido en su tesis doctoral (1966). Acaso un día, también, se reconozca a Teodoro Sánchez de Bustamante (1918) como descubridor de la curva de ingreso marginal, a Carlos García Mata como investigador de las manchas solares y los ciclos económicos, a José Barral Souto como precursor de la programación lineal (1941), etcétera.

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