Dom 24.02.2002
cash

EL BAúL DE MANUEL

BaúL I y II

Por M. Fernandez Lopez

Más ilusiones

A cada cosa, aun las antipáticas, se le puede ver un lado amable. El regreso de la inflación no sólo motiva la emoción del reencuentro, sino que también aporta diversidad y cambio a un paisaje monótono y previsible. Cada día al despertar ya no diremos “a la noche la nafta costaba X, hoy también”. Diremos: “hoy hay un precio y mañana otro, un poco más alto”. Nacen nuevas relaciones positivas, como ésta, aplicable a todo artículo: precio (lunes) mayor que precio (domingo), que es equivalente a precio (lunes).precio (domingo) igual positivo. Esa relación es el “incremento del precio”, y para los amantes de los símbolos, puede indicarse: p(t+1) . p(t) = ‘p(t) > 0, donde p es el precio del artículo, t un día y t+1 el día siguiente, y ‘p el incremento del precio. Pero saber que algo sube 3 centavos o mil pesos no indica si todas las cosas suben al mismo ritmo o no. Para conocerlo, deberíamos comparar cada incremento absoluto con el precio que tenía el artículo antes de subir, o en símbolos, dividir ‘p(t) por p(t). Ello nos da el incremento en “tanto por uno”. Si lo queremos en “tanto por ciento”, basta poner ‘p(t)/ p(t) 100: es el “incremento porcentual del precio”. Para comparaciones generales, el precio de un solo artículo no alcanza. Si tomamos un grupo de artículos 1, 2, 3, etc. y sabemos en qué proporción se gasta en ellos (por ejemplo w1 en el artículo 1, w2 en el 2, etc.), puede hacerse una “suma ponderada” de los incrementos: w1’p1 + w2’p2 + etc. = ‘p. Este valor es el incremento general de precios, o “tasa de inflación”. La inflación trajo nuevas ilusiones. Con ella nada es simple y todo existe dos veces, como el Ka en el antiguo Egipto. Lo que hoy nos pagan en moneda por la cifra M, que podemos escribir M(t), no es igual a M(t+1), lo que usaremos mañana para comprar. Si creemos eso, incurrimos en “ilusión monetaria”. Si al recibir M los precios son p, y cuando vamos a gastar los precios son p’ –más altos– la capacidad de compra, o “valor” del dinero, es menor: si p’ es el doble que p, como ocurre con el dólar, con los mismos M compramos sólo la mitad de unidades. Igual ocurre con la tasa de interés. Si recibimos una tasa de interés i por un depósito a 30 días, y durante ese tiempo los precios suben ‘p/ p, i es sólo una tasa nominal de interés. La tasa “real” (r) se calcula restándole la inflación: r = i - ‘p/ p. Este doble cálculo, para corregir la “ilusión monetaria”, se debe a Irving Fisher .

El momento

Un presidente, hace años, ante el desborde del Paraná, prometió que construiría un muro que, a la vez que contendría el descontrol hídrico, resguardaría vida y hacienda de los ribereños. Nadie le creyó, él no hizo nada, ni tampoco nadie le pidió explicaciones por el incumplimiento. Sin embargo, sus palabras encerraban un núcleo de verdad. Que la propuesta es factible lo demuestra Holanda, país de alto desarrollo económico, situado debajo del nivel del mar, que depende del muro para existir. En otro caso, en las obras hidráulicas resolvieron desastres naturales causados por el desborde fluvial del río Tennessee, en Estados Unidos. Allí el principal motivo fue sacar al país del pozo recesivo en que cayó desde 1930. El Ejecutivo norteamericano, hasta 1932, pensaba que el mercado por sí solo resolvería el desempleo masivo. No fue así, y el Ejecutivo a partir de 1933 emprendió una política activa de grandes obras públicas. Las circunstancias son análogas a la Argentina de hoy. Nuestro problema recurrente, en todo el siglo XX, fue el anegamiento de la provincia de Buenos Aires que, a la vez, empobrece el factor productivo (la tierra), destruye la producción del período corriente y genera enormes pérdidas de divisas por menores exportaciones. Algunos propusieron canales de drenaje que llevasen las aguas a la costa atlántica, y de hecho se construyó una parte de los canales en las tierras más ricas, discontinuados a la altura de las tierras más pobres, que reciben así un nuevo ataque a sus rindes,que se suma a la sobreexplotación causada por los regímenes de arrendamientos y aparcerías. Otros, como Ameghino, propusieron conservar en reservorios el agua de las épocas de inundación, para usarla en épocas de seca. Siempre tales obras fueron pensadas para realizarse con tecnología ultramoderna, con grandes equipos, que hoy no podrían comprarse. Sin embargo, la situación de desempleo indica que podrían hacerse mediante técnicas trabajo-intensivas, con herramientas producibles en el país, como hicieron China y la Unión Soviética en su momento. Los desempleados hoy engruesan la lista de 14 millones de pobres, que reclaman bolsones de alimentos. La tierra da alimentos, que podrían saciar el hambre de los pobres, y la obtención de un salario digno permitiría reinsertarlos en la sociedad, sin temor de que lo llevasen a casas de cambio para comprar dólares.

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