FINANZAS › UNA SEMANA EN LA QUE QUEDO CONFIRMADO EL INGRESO DE CAPITALES
La codicia supera al miedo
En medio del cruce de acusaciones con Washington, inversores locales y extranjeros se lanzaron a comprar bonos de la deuda argentina. ¿Se olvidaron del default?
› Por Claudio Zlotnik
La escena ocurrió repetidas veces en los últimos años. Los protagonistas: el gobierno argentino de turno y los máximos directivos del Fondo Monetario. Como actores secundarios figuraban los voceros locales del establishment que pregonaban el caos si no se seguían las recetas escritas en Washington al pie de la letra. Si se rechazaban los deberes, los inversores dejarían a la Argentina fuera del menú y sobrevendría el caos. La historia es conocida: aunque el país se portó como el mejor alumno y como un buen rehén, cumpliendo con todas las exigencias, la debacle no pudo impedirse.
La cuestión viene a cuento por lo que ocurrió en la city en las últimas semanas. Y, en particular, durante la última. A los financistas poco les importó el cortocircuito con Washington. Siguieron con sus negocios, aun cuando la pelea ni siquiera era con el Fondo sino entre la Casa Rosada con el propio gobierno estadounidense.
La verdad es que la actualidad económica y financiera de la Argentina no les permite dar ventajas, y no hay demasiado espacio para detenerse. Incluso cuando las causas de fondo de la pelea con Washington no difieran demasiado de las que se conocieron en los años ‘90. Ahora, como entonces, la cuestión central pasa porque el país se comprometa a transferir la mayor parte posible de su riqueza a los acreedores extranjeros.
¿Cuál es, entonces, la diferencia? Que ahora la Argentina les vuelve a ofrecer un escenario de crecimiento, en un contexto de calma financiera. Ese es el motivo principal del boom de las acciones y de los títulos públicos. ¿No es acaso llamativo que los inversores, locales y extranjeros, se hayan lanzado a comprar bonos de la deuda argentina? ¿Olvidaron el default? Para ellos, el pasado no importa demasiado. Vale la actualidad.
En ese sentido, la apuesta es comprar activos de un país cuyo producto se expandió 8 por ciento en el 2003 y promete un comportamiento parecido para este año. En un contexto de empresas y bancos más solventes por el incremento de sus negocios y por la reestructuración de sus deudas en dólares, los inversores compran acciones. El volumen operado diariamente en el salón de 25 de Mayo y Sarmiento ya duplica al de los mejores momentos del año pasado.
La fiebre bursátil incluye a los bonos pos devaluación. Los preferidos son aquellos que, además de una tasa de interés, ofrecen un ajuste de acuerdo a la inflación. Como el Boden 2008.
El comportamiento de los financistas encuentra motivos en el plano local, pero también en el internacional. Las tasas de interés se ubican en mínimos históricos. Las Letras del Banco Central a tres meses rinden apenas el 1,9 por ciento anual. Y el 8 por ciento a un año de plazo. Un plazo fijo a 30 días rinde cada vez menos, tan sólo el 3 por ciento anual.
Una de las enseñanzas que dejó la crisis fue que los financistas se mueven de acuerdo a expectativas de corto plazo. Por ahora, creen que los tironeos con Washington son fuegos de artificio que no amenazan el contexto económico. Esto último, en definitiva, es lo que les importa.