FINANZAS › LOS FLAMANTES BONOS, EL ATRACTIVO DEL CER Y EL FUTURO DEL DOLAR
Una nueva era comienza
El juego comenzó en la city. Los financistas ya ni se acuerdan del default. Los nuevos negocios con los papeles ajustados por CER y la evolución del dólar concentran las expectativas de los corredores.
Por Claudio Zlotnik
Ahora que terminó el canje y que el default pasó a la historia, empieza otro partido en la city. Los financistas estudian el nuevo escenario y buscan los nuevos negocios. El panorama muestra que se sumaron nuevos títulos de deuda mientras que los emitidos hasta el año 2001 quedaron reducidos a un volumen mínimo. La masiva elección de los bonos en pesos y el futuro del tipo de cambio aparecen como los puntos más interesantes para analizar, en el arranque de la era del post default.
La fuerte pesificación de la deuda marcó el primer indicio de cuál es el favoritismo de los corredores. El apetito por los bonos en pesos da una idea de las expectativas de los inversores: se juegan a una revaluación del peso frente al dólar y a una aceleración de la inflación. Cabe recordar que los nuevos títulos ajustan el capital con la evolución del CER.
La suba del índice de precios al consumidor de febrero pareció darles la razón a los grandes fondos internacionales, que fueron los que más demandaron bonos pesificados. La inflación del mes pasado, del 1 por ciento, fue más fuerte que la esperada.
En la city apuestan a que el repunte de los precios replegará aún más al Banco Central en sus intervenciones en el mercado. Frente a esta expectativa, algunos bancos extranjeros ajustaron sus estimaciones en cuanto a una futura revaluación del peso. En Wall Street gana consenso la previsión de que la paridad podría caer a 2,75 pesos por dólar en las próximas semanas, aun cuando el Gobierno saque nuevas medidas para controlar el ingreso de capitales especulativos.
En Economía tienen sus propias estimaciones. Cerca de Roberto Lavagna aceptan que los controles “a la chilena” pueden fallar en el intento de detener la revaluación. Pero ponen un piso al eventual rally del peso: la cotización no debería pasar los 2,85 por cada billete verde, aseguran los colaboradores del ministro.
Sobre este tema, el Banco Central está jugando un partido aparte. Mientras Martín Redrado confiesa ante sus íntimos que pretende alinearse con Néstor Kirchner y mantener al dólar lo más cerca posible de los 3 pesos, algunos técnicos del BCRA, funcionarios de carrera del organismo, están convencidos de que el dólar debe bajar (para evitar un rebrote inflacionario) y, a lo sumo, intentar una defensa cuando llegue a 2,80 pesos.
Frente a este panorama se entiende la predilección de los inversores por los títulos en pesos. Ese favoritismo dio lugar a la mayor pesificación de la deuda, cuestión que fue destacada por Lavagna. Sin embargo, en el Ministerio ya pusieron un ojo en lo que vayan a hacer los grandes inversores que optaron por esa alternativa.
El temor de Lavagna radica en que los fondos internacionales se desprendan en forma masiva de los títulos en pesos en el corto o mediano plazo, no bien los inversores consideren que ya contabilizaron una buena ganancia. En el equipo económico evalúan que si la inflación se acelera podrían acortarse los tiempos en que los grandes fondos saldrían a liquidar sus títulos en pesos. Si así fuera, podría darse una alta dosis de volatilidad sobre el tipo de cambio, suponen los especialistas. Desde un costado financiero, sería la contracara (negativa) de la masiva pesificación de la deuda.
El final de la reestructuración trajo nuevos negocios a la city. Y renovados desafíos para el Ministerio de Economía.