FINANZAS › EL CAMBIO DE BASE DEL PBI Y LA MAGNITUD DEL ENDEUDAMIENTO
El peso de la deuda equivalía a un 45 por ciento del PIB, mientras que en 2013 el monto total se redujo en un 30 por ciento, a partir de la modificación del año base de cálculo del Producto.
› Por Cristian Carrillo
El Gobierno difundió esta semana los resultados de la nueva metodología en el cálculo de la actividad económica, el cual arrojó, entre otras cifras, un incremento del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita del 25 por ciento, al pasar de 12 a 15 mil dólares para el año pasado. Esta mejora, debido a las modificaciones en la estimación y la actualización del año base, se reflejará también en los distintos porcentajes que se expresen en relación con el PIB. Los indicadores de deuda o la presión tributaria se verán reducidos en comparación, pero lo mismo sucederá con el nivel de reservas o superávit. Previo a cualquier recálculo, el peso de la deuda equivalía a un 45 por ciento del PIB, mientras que en 2013 el monto total se redujo en un 30 por ciento, según un estudio del EAE Business School de España, país en el que la deuda es 5,2 veces más elevada que el caso argentino. Sin embargo, realizar una medición de la deuda sobre el PIB puede ser engañoso. “El análisis del nivel de la deuda no debería ser en términos absolutos sino en términos relativos, a través de distintos indicadores de sustentabilidad”, señala Juan Matías De Lucchi, analista de CefidAr.
El uso de la medición en proporción del PIB oculta el rasgo principal del proceso de desendeudamiento que caracterizó los últimos años: el cambio en la composición de la deuda. Esto implica observar la calidad y no la cantidad de esos compromisos. Esto es utilizado por algunos economistas del establishment para enfatizar que en el agregado –en el que incluyen hasta la deuda intrasector público– no hubo cambios en el desendeudamiento ni local ni regional, y que los gobiernos simplemente sustituyeron la nominalidad sin modificarla estructuralmente; es decir, cambiar una deuda por otra.
El principal rasgo a tener en cuenta es que casi la totalidad del servicio de la deuda pública con ley extranjera de países periféricos se paga en moneda extranjera. “Es por ello que, como los servicios de la deuda pública en moneda extranjera se validan con divisas, lo que importa es observar al momento del pago la disponibilidad de divisas del Banco Central y no la recaudación tributaria”, explica De Lucchi. Esto implica que la composición de la deuda no aporta mucha información si no se mide en términos de las reservas internacionales, o de las exportaciones, ya que éstas son en última instancia la fuente genuina de ingreso de divisas. Antes de la caída en el stock de reservas –en 2012– los ratios de deuda sobre reservas y exportaciones eran de 185 y 84 por ciento, respectivamente. También debe tenerse en cuenta el cambio en la composición de la deuda. La calidad del endeudamiento latinoamericano estuvo históricamente caracterizada por contratos en dólares, bajo ley extranjera y con no residentes. En la última década esa situación se revirtió y actualmente la mayor carga de la deuda es en moneda doméstica. Varios países emergentes han conseguido desendeudarse en moneda extranjera y endeudarse en moneda propia en un marco de entrada neta de capitales, detalla un Informe Macroeconómico de noviembre pasado del Banco Central. Si se analiza en términos absolutos, sin discriminar la denominación y la tenencia de agencias públicas, se verifica un crecimiento del stock agregado de deuda del Sector Público No Financiero, hasta superar el pico de 191.296 millones de dólares de 2004. Sin embargo, la participación de las agencias públicas en este total pasó de 9 por ciento en 2003 a un 80 por ciento actualmente, lo que convierte al Estado en el principal acreedor de la deuda pública en moneda doméstica. De todos modos, el margen de absorción (posibilidad de recomprar deuda en moneda extranjera) de las agencias públicas se redujo a 10 por ciento, señala el economista de CefidAr.
De todos modos, si se proyectan los desembolsos que el Gobierno debe afrontar durante los próximos diez años en concepto de vencimientos de interés y capital, se verifica que las limitaciones de la deuda pública en moneda extranjera no fueron plenamente superadas. Incluso, si el deterioro en la balanza de pagos no se revierte, la restricción externa podría agravarse. Por último, analizar la deuda en términos absolutos oculta otra paradoja argentina de los últimos años: “La coexistencia de un fuerte desendeudamiento público en moneda extranjera con una aceleración de la dolarización de las carteras del sector privado no financiero”, agrega De Lucchi
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