FINANZAS › LOS BLOQUES ECONóMICOS BRICS, ALIANZA DEL PACíFICO Y ALBA
La participación de Argentina en el último foro de los Brics, en Brasil, reavivó el viejo debate sobre el modo en que la economía doméstica se inserta en el mercado mundial.
› Por Igal Kejsefman *
El foro de países que componen Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (Brics) representa más del 40 por ciento de la población mundial y más del 20 por ciento del PIB global. Con esa relevancia y el impulso del crecimiento chino, analistas y dirigentes políticos empiezan a mencionar esa alianza como una nueva forma de incorporarse al mercado mundial. Desde esas visiones, asociarse a ese bloque permitiría a la Argentina embarcarse en la senda del desarrollo. La participación del país en el último foro de los Brics, organizado en Brasil, reavivó el viejo debate sobre el modo en que la economía doméstica se inserta en el mercado mundial.
Durante la decadencia de la metrópoli española pugnaban quienes sacaban provecho del monopolio peninsular y pretendían mantener ese vínculo colonial, contra los sectores criollos (terratenientes y comerciantes) librecambistas, que apostaban por una relación con Inglaterra que precisaba de las materias primas para la alimentación de la clase obrera inglesa en plena expansión industrial. El modelo agroexportador entendió la demanda externa como el motor del desarrollo.
La Primera Guerra Mundial destruyó el esquema de división internacional del trabajo que tenía a Inglaterra como centro del sistema y puso en crisis la estrategia del desarrollo hacia afuera. Al mismo tiempo, la Gran Depresión marcó la influencia predominante del mercado de Nueva York sobre nuestra economía, como antes de la guerra sucedía con Londres. Esto abrió una polémica en el seno de las clases dominantes entre quienes seguían apostando la restauración del orden internacional de la preguerra expresado en el pacto Roca-Runciman contra los sectores industrialistas beneficiados por la falta de un orden financiero y los fuertes proteccionismos. Ese sector, encabezado por Federico Pinedo, promovía una integración –a diferencia de sus antagonistas– con Estados Unidos que, a pesar de su baja tasa de importaciones, era indispensable para el abastecimiento de bienes de capital y algunas materias primas. Desde la segunda posguerra la industrialización se transformó en una estrategia de desarrollo hacia adentro, donde el poder de compra de los trabajadores fue clave para la colocación de la producción agropecuaria e industrial.
Las transformaciones económicas a nivel mundial a mediados de los ’70 pusieron fin a la estrategia desarrollista local, pero no al vínculo dependiente de Estados Unidos. La apertura indiscriminada al mercado mundial del neoliberalismo se erigió como una nueva estrategia de desarrollo. La crisis del ese modelo a comienzos del Siglo XXI reabrió la polémica al interior de las clases dominantes.
La apertura económica e incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001, su rápido crecimiento económico y la expansión de sus importaciones, junto con la visita de su presidente Hu Jintao en 2004 (que prometió inversiones por 20 mil millones de dólares en diez años), permiten ensayar una explicación del rechazo de Argentina a la integración a través del ALCA en la cumbre de Mar del Plata. Desde ese momento al presente, China se convirtió en el segundo destino de las exportaciones (relegando al tercer puesto a Estados Unidos) y una de las principales fuentes de divisas. Una década más tarde, el presidente chino Xi Jinping volvió a la región y presenta como alternativa de integración al mercado mundial a los Brics, que representan el 32 por ciento de las exportaciones argentinas.
La estrategia neodesarrollista que promueve el gobierno nacional –y de algunas fracciones de la clase dominante que hoy están en la oposición– está basada en un crecimiento hacia afuera, exportando materias primas procesadas cuyas cadenas de valor tienen al salario como costo y no como factor de demanda. La expansión interna es subsidiaria del ingreso de divisas y de la recaudación por derechos aduaneros (y de la presión popular por la distribución de esos recursos).
Pero hay otro sector de la clase dominante que aún apuesta por mantener el vínculo con Estados Unidos e integrar la economía argentina a través de la Alianza para el Pacífico (el bloque representa el 15 por ciento de las exportaciones argentinas). Este es el proyecto del PRO de Mauricio Macri, asesorado –entre otros– por Federico Pinedo (nieto).
Frente a estas dos estrategias que –más allá de los matices– comparten una inserción dependiente, se contrapropone un tercer proyecto de desarrollo: el de la integración latinoamericana cuya senda marcó el ALBA. Esta estrategia debe estar basada en una coordinación productiva regional que busque la autonomía en la producción para la satisfacción de las necesidades de la población y la cooperación de los pueblos.
* Economista, miembro del Instituto de Política y Economía Siglo21. @igalkej
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