INTERNACIONALES › LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE LA INESTABILIDAD
El tercer shock petrolero
Fue una semana de nervios en el petróleo, que alcanzó precios más altos que en los dos shocks de los '70. Tal vez empieza el tercero.
Por Claudio Uriarte
Por primera vez desde los dos grandes shocks de la década del ‘70, el precio del petróleo amenaza a la economía mundial. Después de que el martes alcanzara un record histórico de más de 42 dólares el barril en el mercado de Nueva York, el anuncio por Estados Unidos de reservas mayores a lo esperado y la simultánea decisión de la OPEP de aumentar sus márgenes de producción lograron un retroceso de cuatro dólares en la cotización (una caída del 10 por ciento, al cierre del viernes). Con ser una buena noticia, esto aún es muy alto, mucho más que la cota de 20-25 dólares que Arabia Saudita había hablado con optimismo de restaurar, y no hay señales que indiquen que se está a las puertas de un retroceso sostenido. Ya que las preocupaciones no giran en torno de la escasez sino que son de distinta índole y a futuro: la OPEP se ha convertido en un vasto arco de inestabilidad política que va desde la seguidilla de atentados extremistas en Arabia Saudita y la efervescencia insurreccional contra la ocupación estadounidense de Irak hasta las incertidumbres por el referéndum revocatorio del mandato de Hugo Chávez el 8 de agosto en Venezuela, pasando por la guerra intermitente en las costas de Nigeria. El panorama sugiere que los precios altos están para quedarse, justamente cuando la recuperación de la economía estadounidense y los indicios de sobrecalentamiento de la de China apuntan a un aumento de la demanda.
Inicialmente, Arabia Saudita había especulado en público con la idea de subir la producción de la OPEP, que actualmente está en más 80 por ciento de su capacidad, a un 100 por ciento. En ese momento, algunos analistas advirtieron que, precisamente por el origen extraeconómico del aumento del precio, esa decisión podría restar poco o nada a la tendencia a mediano plazo, al tiempo que el cartel estaría privándose del único instrumento que queda en sus manos para hacer frente a una contingencia mayor. Luego, en la reunión de los ministros del jueves en Beirut, se llegó a un compromiso de aumentar la producción en dos millones de barriles diarios a partir del 1º de julio y en medio millón adicional a partir del 1º de agosto. Sin embargo, analistas petroleros en Beirut y en Londres estimaron que, más que la decisión de la OPEP, el motivo del descenso subsiguiente del precio se encuentra en otra parte. “Fue mucho más el alza de las reservas en Estados Unidos que la reunión de la OPEP lo que desencadenó la baja de los precios del barril”, opinó Frédéric Lassere, del banco Société Générale. Según Kevin Norrish, un analista petrolero de Barclays Capital, el alza decidida por la OPEP “no hizo más que legitimar los recientes niveles de sobreproducción (del cartel) y no es suficiente para empujar los precios hacia abajo, pero podría al menos frenar su inexorable marcha hacia arriba”. No obstante, el mismo analista advirtió que “hay un límite a lo que se puede esperar que logre hacer la OPEP”, y agregó que “ni los números de la demanda y el suministro de crudo en el mercado ni la situación en el mundo” actúan para que los precios del barril bajen de manera duradera.
Omar Ibrahim, director del Departamento de Información de la OPEP, fue más terminante, al advertir que el efecto de un incremento de la cuota o de la producción de la OPEP “durará probablemente no más de 48 horas, porque el abastecimiento y la demanda no son realmente el problema”, y subrayar que los precios altos responden a factores “geopolíticos” y a “problemas de los mercados de gasolina de Estados Unidos”, donde faltan refinerías. Y Rafael Ramírez, ministro de Energía y Minas de Venezuela, declaró: “No espero que este acuerdo tenga algún efecto sobre los precios (...). Mientras no se solucione la situación en Medio Oriente, los precios no bajarán”.
Esto obliga a volver a situar el foco del análisis en el lugar donde empieza todo: Arabia Saudita y su inestable y opaca monarquía, en que al menos un sector de la Casa Real financia y simpatiza con los esfuerzos de Osama bin Laden por convertir al país en un Estado fundamentalistadesembozado. Al-Qaida festejó en un comunicado del viernes el impacto de sus atentados terroristas en el precio del petróleo, sosteniendo que su suba “es una buena noticia para el mundo musulmán”.
Y es que efectivamente lo creen. Para los integristas de la Casa de Saud, el petróleo y las divisas generadas por él constituyen la gran fuente de corrupción y occidentalización del reino. Desde el punto de vista estrictamente económico, Arabia Saudita siempre tuvo razón al apostar a un precio bajo. Pero Al-Qaida dista de actuar desde un punto de vista estrictamente económico, paradójicamente por lo cual el impacto económico de sus operaciones tiene perfecto sentido político.