INTERNACIONALES › COMO (NO) INCIDE LA PAUPERIZACION EN EL VOTO
El imperio de los pobres
El último censo divulgó un aumento impresionante en el número de pobres en EE.UU., pero Bush, de momento, no se inquieta.
Por Claudio Uriarte
George W. Bush se dirige a la convención republicana que se abre mañana en Nueva York con una ligera ventaja en las encuestas que contrasta con los demoledores resultados de un informe oficial que cifra en casi 36 millones el número de pobres, alrededor del 12,5 por ciento de una población de unos 290 millones. De aplicarse rígidamente los criterios del determinismo económico, esto sería la sepultura política del presidente en sus intentos de ser reelecto en noviembre y un pasaporte rápido a la victoria de su opositor, John Kerry, quien promete revertir este aumento en la pobreza por medio de suprimir los privilegios impositivos concedidos por Bush a los más ricos. Pero hay dos detalles que tienden a contradecir esta lectura: en Estados Unidos los más pobres son los que menos tienden a votar y la reversión impositiva no será suficiente para modificar la pobreza en aumento. La única posibilidad verosímil de restaurar los niveles y servicios sociales perdidos parece ser más bien aumentar los impuestos sobre la ya castigada clase media, donde se encuentra la mayor base de recaudación tributaria.
El informe de la oficina de censos, que corresponde al año 2003, es terminante. El aumento del nivel de pobreza se verifica en forma constante en los últimos tres años. El 12,5 por ciento de pobres representa un incremento de 1,3 millones de personas desde 2002, cuando el porcentaje de pobres era el 12,1 por ciento. El censo consigna que, de los 35,8 millones de pobres, 12,9 millones son niños, lo que supone el 17,6 por ciento de los que tienen menos de 18 años. El censo considera que una familia tipo de cuatro es pobre si sus ingresos anuales son inferiores a 18.810 dólares. Si la unidad familiar es de dos personas, su índice de pobreza está por debajo de los 12.015 dólares anuales. El umbral para una persona sola son 9573 dólares al año. El ingreso medio por hogar es de 43.318 dólares al año, aunque hay diferencias. La media de ingresos anuales para familias blancas es de 47.777 dólares y, en cambio, en las familias hispanas es de 32.007, con una ligera caída con respecto a años anteriores. El 24,4 por ciento de las familias negras vive bajo el umbral de la pobreza, igual que el 22,5 por ciento de las hispanas. Esto ocurre sólo al 8,2 por ciento de los blancos. En cuanto al seguro médico, el número de estadounidenses que carecen de él se acerca a los 45 millones, el 15,6 por ciento de la población, frente al 15,2 por ciento de 2002. ¿Cómo esto no hace mella en Bush? Por la misma razón que los blancos de clase media son los que más votan y los negros e hispanos son los que menos alicientes tienen para registrarse y poder ejercer su derecho al sufragio.
Kerry saltó inmediatamente sobre estos datos para denunciar el fracaso de la política social y económica de Bush. El candidato afirmó que desde que Bush llegó a la Casa Blanca hace tres años y medio “5,2 millones de personas han perdido su seguro médico y 4,3 millones se han visto atrapadas por la pobreza”. Las políticas de redistribución hacia arriba de Bush son evidentes para todos, pero lo que parece quedar menos claro es que la administración republicana ha creado una nueva realidad económica de la que sólo puede salirse con más sacrificio. No es, sin duda, lo mismo que gane uno u otro candidato, aunque más no sea por la idea de Bush –a quien puede tomársele la palabra– de eternizar las reducciones de impuestos a los ricos. Pero los agujeros fiscales de que depende parte del aumento de la pobreza se resuelven con medidas antipáticas para el electorado que vota, algo que Bush seguramente explotará.