INTERNACIONALES › COMO ES KURDISTAN, DONDE SE PUEDE HACER NEGOCIOS
Las noticias arrecian con bombas y atentados en Irak. Pero en el Norte, hay un enclave semiautónomo de prosperidad.
“Al llegar al Kurdistán desde Irak se sale del estado de emergencia para entrar en un Estado emergente.” El aeropuerto internacional de Erbil, por donde acaban de regresar miles de kurdos de la ritual peregrinación del “hadj” a La Meca, los flamantes hoteles o los proyectos comerciales en marcha en la capital de la región parecen dar por bueno ese retruécano del semanario The Economist. Mientras en el resto del territorio iraquí, sobre todo en Bagdad y las provincias sunnitas, la violencia insurgente y las patrullas militares marcan el ritmo de la vida cotidiana, en las ciudades kurdas el tránsito se congestiona, los bazares rebosan de mercaderías y los nuevos negocios florecen.
“Después de poner en marcha nuestra autonomía, en 1992, y de superar los bloqueos impuestos por Saddam y la ONU, la economía está empezando a recuperarse”, asegura Abdulá Abdulrahim, viceministro de Economía del gobierno regional del Kurdistán. “Más de 1300 compañías internacionales mantienen relaciones comerciales con nosotros y un centenar de empresas extranjeras, turcas en su mayoría, se han instalado en la región”, puntualiza el ministro en el complejo de edificios de Erbil que albergan al Parlamento y al gobierno autónomos. “Con los resultados de estas elecciones en la mano, vamos a poder recuperar aquí todo el control, para que desaparezcan los actuales gobiernos de Erbil y Suleymaniya”, adelanta Abdulrahim, en relación a las administraciones separadas que mantienen el Partido Democrático del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán en el norte y el sur, respectivamente. “Esta es la única terminal aérea que está operando en todo Irak, la única que tiene seguridad absoluta”, aseguraba orgulloso durante la jornada electoral del domingo Zaid Zwain, de 46 años, director de operaciones de vuelo del aeropuerto de Erbil. “Por primera vez en cerca de 15 años, más de 5000 peregrinos han podido viajar desde el Kurdistán hasta Arabia Saudita durante el “hadj” (pascua musulmana)”, precisaba. El gobierno regional kurdo acaba de inaugurar una terminal provisional para vuelos charter mientras construye una nueva pista de cuatro kilómetros de longitud y las instalaciones definitivas. Por ahora, las previsiones apuntan a que los vuelos regulares comenzarán dentro de dos meses con destino a los países escandinavos.
“He regresado para quedarme”, explica Mustafá, de 43 años, refugiado en Suecia junto con su familia de nacionalistas kurdos perseguidos por el régimen de Saddam Hussein. Empleado de una organización norteamericana de ayuda humanitaria en Erbil –”Esto es mucho más satisfactorio para mí que volver a trabajar en una compañía sueca”–, asegura que los antiguos exiliados vuelven ahora “para ayudar a construir un nuevo país”. Desde Turquía también ha retornado, tras el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein, Sabah Cihan, director general de un grupo de empresas que extiende su red por todo el Kurdistán y que acaba de establecerse también en Bagdad. “Si acabamos con la violencia, en este país seremos capaces de cualquier cosa”, proclama Cihan en la flamante sede del primer concesionario de automóviles inaugurado en Irak desde la guerra del Golfo. “Aquí vienen clientes desde Mosul, de Bagdad... yo soy kurdo y nacionalista, quiero libertad para el Kurdistán, pero creo que tenemos que mantener un mercado único en Irak”, matiza, mientras observa con atención los espesos atascamientos del mediodía en Erbil. “La gente está harta de conducir coches de segunda mano europeos o de los países del golfo... y, en el Kurdistán, la mejora de la economía se nota ya en que nuestras ventas se han multiplicado por tres.” Muchos kurdos confiesan en privado que les gustaría cavar una profunda zanja para separarse del resto del país. Pero a pesar de que el omnipresente despliegue de sus milicias locales, los “peshmergas”, ha creado un clima de seguridad envidiable paraotras regiones, el Kurdistán tampoco ha podido librarse de la violencia, aunque es considerablemente menor que en el resto del país.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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