Dom 29.05.2005
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INTERNACIONALES › FRANCIA ANTE EL REFERENDUM CONSTITUCIONAL DE HOY POR LA UE

La república de Asterix

“El Imperio Romano ya domina todo. ¿Todo? ¡No! Una pequeña aldea resiste.” Así empiezan las historias de Asterix. Y, como el diminutivo guerrero que prohijó, Francia se prepara para hacer valer su excepción en el referéndum constitucional europeo de hoy.

› Por Claudio Uriarte

Francia está a punto de aplicar un brusco frenazo al mismo tren que puso en marcha hace 55 años: el de la integración europea. Y, cuando una locomotora aplica un brusco frenazo, es inevitable que los vagones que arrastra se choquen entre sí. De confirmarse las encuestas por el “no” en el referéndum de hoy sobre la Constitución Europea, es seguro que Holanda votará el miércoles en el mismo sentido. De allí en más, las propuestas para un aumento importante del presupuesto de la Unión Europea en 2007-13 serán más difíciles de defender (dado que dos miembros fundadores habrán resultado tan “euroescépticos”), y Turquía encontrará reforzados los candados que hasta ahora le impiden el acceso al club, dado que parte de la campaña del no se ha basado en el espectro de que Ankara se convierta en un gigante demasiado competitivo dentro de la Unión, a desmedro de los privilegios de que gozan los miembros fundadores. Y el inicio de inestabilidad en la cotización del euro puede señalar el fin del proyecto.

Por el “no” está militando una extraña alianza de ultraderechistas, comunistas y socialistas desencantados. Y su campaña tiene un argumento común: el miedo. Desde la derecha, es el miedo a la inmigración, a la adhesión de Turquía y a la islamización de Europa; desde la izquierda, el miedo a la exportación de puestos de trabajo a Europa del Este, a la entrada del “plomero polaco” que hará su trabajo por menos dinero que el francés y a la nebulosa de medidas conocidas como “neoliberalismo”. En los hechos, lo que prima es una actitud proteccionista al viejo estilo, y un deseo de cuidar a cualquier precio las ventajas de país rico de que goza Francia. La Unión Europea está moviéndose en una dirección heterodoxa para el continente: hacia una enorme ampliación y hacia políticas basadas en rebajas de impuestos y de gasto público y en economías de mercado, todo a costa de Estados del Bienestar como el que existe en Francia. En otras palabras, es puro egoísmo y codicia, nada distinto a lo que los partidarios del “no” achacan a los reformistas de mercado: no se ve por qué los trabajadores franceses no pueden delegar parte de sus ventajas para que los polacos adquieran algunas, y de ese modo la Unión pueda convertirse en un vehículo económico más dinámico de lo que representan ahora sus actuales “locomotoras”, Alemania y Francia (cada una estancada en más de un 10 por ciento de desocupación).

En palabras de Francis Brochet, jefe de Internacionales del diario Le Progrès de Lyon, “los franceses siempre hemos sido muy europeístas mientras Europa era francesa. Eso era muy posible en la Europa a seis. Junto a Alemania, podíamos acordar cualquier cosa y el resto nos seguía. Eso aún se podía seguir haciendo con la Europa a 12. Ya era más difícil a 15. Y es imposible hoy, a 25. En esa Europa la voz de Alemania ya no sería hegemónica. Y tenemos miedo del cambio que se ha producido en Alemania. Ya no es como antes. Ahora se puede ser alemán y nacionalista al mismo tiempo. Y eso nos da miedo”.

Un rechazo francés y holandés a la Constitución probablemente matará el tratado, ya que las reglas de la Unión Europea requieren la aprobación unánime de sus 25 miembros para poner en vigor cualquier medida, y especialmente una tan ambiciosa como la que se está discutiendo. Por eso, es posible que después de esos noes los funcionarios de la Unión se desvivan por fingir lo imposible, decir que el tratado no está muerto y proponer que los referendos continúen en los países que faltan (nueve han votado hasta ahora) con la esperanza de que Francia vote de nuevo y se vea súbitamente esclarecida de sus telarañas nacionalistas. Pero este escenario es improbable, sobre todo considerando el llamado “complejo de Asterix” que conmina a los franceses a atrincherarse en su pequeña aldea contra el resto del mundo.

Pero esto tampoco implicará una catástrofe. Al día siguiente de los noes, la UE seguirá haciendo negocios como siempre, con base en el viejo Tratado de Niza. Cuando se aprobó el euro, Alemania y Francia impusieron sobre elresto un pacto de estabilidad que limitó al 3 por ciento el límite del déficit público de los países signatarios. Luego, ellas fueron las primeras en violar el pacto, y al día siguiente no pasó nada. Pertenecer desde el comienzo tiene sus privilegios.

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