INTERNACIONALES › UN INFORME RECOMIENDA ELIMINAR SUBSIDIOS AL PETROLEO
Aunque la economía creció un 50 por ciento en 2004, la inflación y el déficit son altos y un 90 por ciento vive en la pobreza.
› Por Claudio Uriarte
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dirigió esta vez sus ataques contra un blanco que cualquier antiimperialista consideraría inesperado: Irak ocupado, virtual estado número 51 de Estados Unidos. El FMI presentó esta semana un informe pesimista sobre la situación de la economía iraquí, afirmando –obvio– que una de las amenazas potenciales para la recuperación del país está en la fluctuación en los ingresos petroleros. El gerenciamiento estadounidense de la economía iraquí parece en una deriva, o no existir; si la invasión, cuya fantasía ostensible era crear un Estado democrático, pluralista y laico que sirviera de imán y de ejemplo a seguir por los jóvenes pueblos de la región, terminó creando un vacío de poder y convirtiendo a Irak en campo de entrenamiento para Al Qaida y otros grupos terroristas –lo que nunca había sido antes– los subsidios al petróleo parecen ser el eslabón débil del país que esperaba que ese recurso le permitiera crecer y desarrollarse, y también para los invasores que ahora querrían sacarse de encima a ese mismo país lo antes posible.
El Fondo recomienda a Bagdad que deje de subsidiar la industria petrolera y utilice los recursos que hoy dedica a eso para construir escuelas, carreteras o mejorar la red sanitaria. Esto permitirá, además, detener el vertiginoso crecimiento de las redes de contrabando, que según el Fondo cuestan al gobierno iraquí 8000 millones de dólares, el equivalente al 30 por ciento de su Producto Bruto Interno. Hacía un cuarto de siglo –la fecha coincide en general con la desastrosa decisión de Saddam Hussein de atacar a Irán– que el FMI no realizaba un examen de las políticas y la situación económica en Irak. Después, en 1990, llegó la igualmente nefasta decisión, por el mismo dictador, 10 años más viejo pero no más sabio, de invadir Irak, lo que le costó una formidable coalición internacional en su contra, derrota, destrucción, sanciones económicas y un largo período de aislamiento regimentado de los organismos multilaterales de crédito. Ahora, sin embargo, el FMI considera que las relaciones con el país están reestablecidas y se siguen muy de cerca los progresos que se están realizando en el ámbito del programa de asistencia postconflicto, por el que se concedió en 2004 un préstamo de 436 millones. El informe representa además un paso para la integración de Irak en el sistema financiero mundial.
Pero este primer análisis del FMI no es muy alentador: la economía de Irak es frágil y su recuperación está condicionada por la difícil situación de seguridad y la corrupción, a lo que se suman los lentos avances en el proceso de reconstrucción, en la transición política y en el reforzamiento de la administración e instituciones del país. Un ejemplo de esta situación son los 1000 millones de dólares donados por la comunidad internacional, de los que apenas se distribuyeron 103 millones en 2004. La ayuda llega con cuentagotas al triángulo sunnita, donde se genera gran parte de los atentados y cuya población (un 20 por ciento de la del país) eligió imprudentemente autoexcluirse de los comicios de principios de año. Esto no ayuda. Según la ONU, el 96 por ciento de las familias iraquíes vive en la pobreza y recibe raciones alimentarias.
El FMI indica que la actividad económica creció un 50 por ciento el año pasado, “gracias en parte a la recuperación de su industria petrolera”. Pero la tasa de inflación creció a un ritmo interanual del 37 por ciento en junio pasado y el déficit público equivale al 41 por ciento del PBI. El FMI advierte que los subsidios a la industria petrolera crean una “enorme distorsión” y “fomentan la corrupción”, por eso pide que se reduzcan cuanto antes. El FMI señala también que Bagdad debe reforzar los controles contables sobre el gasto público y, en especial, en lo que se refiere a la producción de petróleo y su exportación. La producción de crudo iraquí alcanzó una media de 1,4 millón de barriles diarios durante los primeros cinco meses del año, una cantidad netamente inferior a los 1,8 millón previsto por el Ejecutivo iraquí. Y esto se sitúa muy lejos de los 3 millones de barriles diarios de preguerra de 1990, para no hablar de los 6 millones que algunos analistas del mercado piensan que la industria petrolera iraquí podría producir en condiciones técnicas óptimas. Para extraer esa riqueza de su suelo, Irak necesita de la inversión extranjera. Por eso, uno de los principales blancos de los terroristas son los oleoductos y las refinerías.
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