Dom 11.09.2005
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INTERNACIONALES › EL MUNDO - CUATRO AÑOS QUE DEBILITARON A ESTADOS UNIDOS

El 11-S y el huracán K

Bush y el huracán Katrina están logrando lo que no pudo Osama bin Laden hace cuatro años: golpear la economía de EE.UU.

› Por Claudio Uriarte


El costo del huracán Katrina ya ha sido equiparado con el del derribamiento de 20 Torres Gemelas. Es decir, 200.000 millones de dólares. Los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 afectaron a sólo un kilómetro cuadrado de Nueva York y a una de las alas del Pentágono; los del huracán llegaron a anegar la mayor parte de ciudades enteras. La Oficina de Presupuesto del Congreso estadounidense ha calculado que los daños del H-K incluirán la pérdida de 400.000 empleos y recortar el crecimiento por un punto porcentual entero para la segunda mitad del año, aunque matizó estas afirmaciones diciendo que el impacto del huracán en la economía debería ser “significativo aunque no abrumador”. La recuperación económica tras los ataques del 11-S mostró que catástrofes de este tipo pueden tener un efecto limitado sobre la economía –para finales de 2001 la economía estaba creciendo de nuevo, al menos fuera de la ciudad de Nueva York– pero esta vez hay una diferencia: la Reserva Federal y la administración Bush tienen menos armas en su arsenal para combatir la debilidad económica que las que tenían en 2001; un déficit presupuestario en crecimiento geométrico complicará los esfuerzos de la Casa Blanca para imponer nuevos recortes de impuestos, y la Fed ha estado subiendo la tasa de interés de referencia desde comienzos de año en una suerte de guerra preventiva contra las presiones inflacionarias.

Y esta vez, también, el precio del petróleo está alto, y sigue subiendo. El mercado de Nueva York cerró el viernes a 67 dólares el barril, y con la marca histórica de 80 dólares bien a la vista (que es la cifra actualizada por inflación a la que llegaron los precios en la crisis energética de 1979), economistas antes escépticos ahora hablan abiertamente de “shock”. La catástrofe en el Golfo de México está destinada a agravar esta perspectiva, ya que la región produce un 25 por ciento del petróleo que consume EE.UU. Se calcula que cuatro grandes refinerías permanecerán cerradas durante varios meses, y se mira con aprensión el dato de que la temporada de huracanes concluye recién en noviembre. Y los precios del petróleo están creciendo, además de por China, debido a la sobreextensión y trabajo al 100 por ciento de su capacidad de las refinerías estadounidenses, un sector en el que la industria no invirtió en estos años porque los retornos han sido históricamente bajos. Un 10 por ciento de las refinerías de la zona están paralizadas. De los 450.000 barriles de petróleo diarios que generaba la región, ahora produce sólo 160.000, y se calcula que recién para el último trimestre la capacidad productiva regional apenas arañará un 60 por ciento de su capacidad. “Esto se parece mucho a 1973”, dice Daniel Yergin, autor de una historia del petróleo que ganó el Premio Pulitzer, The Prize: The Epic Quest for Oil, Money and Power (“El precio: la épica búsqueda de petróleo, dinero y poder”) y presidente del Cambridge Energy Research Associates, un think tank. “Desde el lunes, hemos tenido un shock de suministro encima de un shock de demanda”. John Felmy, economista jefe del American Petroleum Institute, afirma: “Estamos en territorio desconocido. No hemos experimentado algo así desde los años ‘80”, con las refinerías funcionando al límite de su capacidad, los consumidores haciendo lo propio y el mercado magnificando cualquier interrupción del suministro. El desenlace fue entonces una recesión; también puede serlo ahora, a menos que la Fed deje de subir las tasas.

Los precios del petróleo se quintuplicaron en 1979 como consecuencia de la revolución islámica de Irán. Es irónico que ahora un huracán parezca susceptible de causar lo que no causaron comandos terroristas igualmente islámicos en Nueva York y Washington, pero sólo hasta que se recuerda que la administración Bush, con su festival de recortes impositivos a los más ricos y, en menor medida, la invasión de Irak, se ha desprovisto a sí misma de los medios financieros para enfrentar una catástrofe como ésta.Es decir, no tiene dinero –sino un déficit proyectado en 500.000 millones de dólares– y vive de prestado, mayormente de la confianza que países e inversores extranjeros mantienen en el valor de la moneda estadounidense. Hasta ahora, por lo menos.

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