Dom 18.12.2005
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INTERNACIONALES › BOLIVIA, VECINO MONTADO EN UNA ENORME RIQUEZA DE GAS

El pobre más rico

Bolivia tiene la segunda reserva de gas de América del Sur, después de Venezuela. Pero la pobreza afecta al 62 por ciento de los bolivianos. Hoy, elecciones presidenciales.

› Por Por Raul Burgoa

A pesar de haberse convertido en la última década en la segunda potencia gasífera de América del Sur, Bolivia –que hoy celebrará elecciones para elegir un nuevo gobierno– continúa siendo uno de los países más pobres y de mayor inestabilidad política de la región. Según datos oficiales de organismos internacionales, la pobreza afecta al 62 por ciento de la población, aunque algunos expertos señalan que la tasa podría ser mayor. La economía boliviana crecerá en 2005 el 3,8 por ciento, es decir 0,2 puntos más que 2004, y para 2006 se prevé un incremento económico cercano al 3 por ciento, según la Cepal.

A contrapelo de la multitud de pobres que deambulan en la superficie de la geografía boliviana, su riqueza está en el subsuelo con 48,7 trillones de pies cúbicos de gas natural (108 billones de metros cúbicos), la segunda reserva de América del Sur, después de Venezuela. Los bolivianos esperan que esa abundancia de recursos permita en el corto plazo mejorar el nivel de vida de su población. Sin embargo, las esperanzas de que la situación cambie son escasas: las proyecciones del Comité Interinstitucional de las Metas de Desarrollo del Milenio prevén que “para el año 2015 el 26,5 por ciento de la población boliviana seguirá viviendo en la extrema pobreza”.

El asunto figura en la mayoría de los programas de los candidatos presidenciales: el favorito Evo Morales, por ejemplo, habla de “mejorar las condiciones y calidad de vida” de los bolivianos, a partir de “un proceso de cambio del patrón de desarrollo”. Jorge Quiroga, segundo en los sondeos, afirma que su propuesta de gobierno “está dirigida a los bolivianos que sufren día a día las consecuencias de la pobreza, el desempleo, la exclusión y la discriminación”.

La crisis económica, política y social boliviana estalló en la primera mitad de la década de los 80 con una hiperinflación anualizada del 23.000 por ciento, sólo comparable con la de Alemania en la posguerra. Con el país en bancarrota, Víctor Paz Estenssoro abrió las compuertas del país a un modelo liberal ortodoxo. Paz Estenssoro era el mismo que fue líder de la revolución nacionalista de 1952, que liberó a los indígenas de un estado de semiesclavitud, les devolvió la tierra y estatizó las minas de estaño.

Paz Estenssoro dispuso el decreto 21.060 que instauró en 1985 –durante su cuarto mandato– la Nueva Política Económica, que dio lugar a reformas estructurales inspiradas en el denominado Consenso de Washington y, como efecto inmediato, puso en la calle a unos 40.000 trabajadores mineros y fabriles. La economía reabsorbió entonces a los lanzados al sector de servicios y, peor, a la siembra ilegal de coca en la región central de Bolivia, en el Chapare, antiguo emporio de la droga.

El modelo liberal, profundizado más tarde con la capitalización (forma de privatización) de las principales empresas del Estado, empeoró la situación y detonó protestas sociales. La desigual distribución de la riqueza ahondó la brecha entre pobres y ricos y alentó ambiciones autonomistas en las regiones más prósperas, como el departamento de Santa Cruz.

La pobreza, identificada popularmente con el neoliberalismo, resultó un poderoso articulador social traducido en varias rebeliones, entre ellas la del agua, que expulsó a una transnacional en 2000, y la del gas, que obligó a dimitir al liberal ortodoxo Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003 y a su sucesor, Carlos Mesa, en junio de este año.

La mejor constatación de la situación de pobreza es el éxodo de miles de indios quechuas desde la empobrecida provincia sureña de Potosí hasta las principales ciudades del país, coincidiendo con la Navidad. Según el censo poblacional de 2001 el 80 por ciento de los potosinos es pobre, de los cuales el 36 por ciento está en la indigencia y el 11 por ciento vive en la marginalidad. Paradójicamente, Potosí, signada hoy por el subdesarrollo y la pobreza, fue en los siglos XVI y XVII el centro de la vida colonia americana, engordada por la despiadada explotación española de la plata del legendario Cerro Rico.

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