INTERNACIONALES › WALL STREET A UN AÑO DE LOS ATENTADOS
Otro 11 de setiembre
La economía y las bolsas de EE.UU. siguen en baja a un año de los atentados que golpearon el corazón financiero de Nueva York.
› Por Claudio Uriarte
El índice Dow Jones marcaba 9.605 puntos en la noche anterior a los atentados del 11 de setiembre. Tras el cierre de las bolsas por varios días, el promedio de acciones industriales cayó a 8.236 puntos el 21, viviendo desde entonces una serie de subas y bajas. En los últimos doce meses, el Dow Jones ha fluctuado entre los 10.635 y los 7.702 puntos. Actualmente se encuentra en 8.424 puntos, 16,03 por ciento menos que hace un año. El más amplio índice S&P-500 ha perdido el 21,06 por ciento de su valor y el índice NASDAQ de nuevas tecnologías el 26,53 por ciento.
Casi un año después de los atentados, un 11 de setiembre más subliminal y en cámara lenta parece estar ocurriendo dentro de la economía norteamericana. Gracias a la administración más desaforadamente probusiness de que se tenga memoria, el presupuesto y la balanza de pagos registran déficit gigantescos. También gracias a ella, la investigación y persecución de los fraudes empresarios cometidos durante la burbuja de las acciones tecnológicas bajo la administración Clinton están en velocidad mínima. La economía se mantiene en un estado letárgico, renuente a despegar. Las ganancias de las empresas y el dólar se encuentran bajo presión. Y la guerra de rumores contra Irak que da vueltas en Washington y las principales capitales mantiene nerviosos a unos inversores que en los últimos 12 meses han perdido sumas por billones de dólares.
El escenario recuerda a una especie de comedia de mentirosos. La administración, como necesita ganar las elecciones legislativas de noviembre, insiste en que su plan económico es un éxito, y sigue sosteniendo que la recuperación económica está en marcha. Las agencias bursátiles privadas, como su negocio depende de la suba y no de la baja de los precios de las acciones, declaran creer lo mismo. Los economistas y la oposición demócrata tienen sus dudas, pero temen ventilarlas por la posibilidad de que la administración Bush se le venga encima con críticas por insuficiente patriotismo económico.
El Banco de la Reserva Federal juega un rol un poco más al filo de la navaja. Después de los atentados, la Fed trató de contrarrestar el impacto con una serie de rebajas de las tasas de interés, llevando la tasa básica a 1,75 por ciento, el nivel más bajo en 40 años. El republicano Alan Greenspan, titular de la Fed, pasó buena parte de los últimos meses tratando de persuadir a todo el mundo de que la economía estaba repuntando, pero en la última reunión del organismo hubo advertencias de problemas de “debilidad” que pueden determinar una baja aún mayor de la tasa en lo que va del año. Lo que no se sabe es qué eficacia tendrá esto cuando las tasas reales están cerca de cero.
Los consumidores siguen gastando, pero su confianza decrece, las empresas no invierten, y el empleo crece muy poco, en medio de un boom inmobiliario que nadie sabe cuánto durará. Este es el nuevo 11 que se está insinuando rumbo al primer aniversario de los atentados, donde sólo una cosa es segura: la Bolsa ya no planea construir una nueva sede junto a la actual –a pocas cuadras del solar vacío del World Trade Center– sino en otro punto de Nueva York, o fuera de la ciudad.