AGRO › PIQUETEROS CONTRA PRODUCTORES Y EMPACADORES DE FRUTA
Lucha de clases en el Alto Valle
› Por Susana Díaz
Como todos los años cuando se acerca el comienzo de la cosecha de la pera en enero y de la manzana en marzo, los distintos sectores productivos de los valles del Río Negro vuelven a poner en escena el eterno conflicto por la puja del excedente. Al igual que en las restantes zonas frutícolas del país, cuando se trata del precio pagado por la fruta la disputa es de los empacadores y comercializadores versus los chacareros. Pero ambos actores aúnan esfuerzos cuando se trata de la defensa de los intereses comunes, es decir, cuando año a año se debe fijar el jornal de los trabajadores rurales temporarios, muchos de ellos “golondrina”, que estacionalmente realizan la cosecha.
El dato nuevo es que desde fines de los ‘90 el conflicto hizo propias algunas de las nuevas formas de lucha social nacidas de la exclusión y el abandono de los grandes sindicatos de su función esencial, con lo que los piquetes pasaron a ser parte del paisaje de la región.
Esta semana los trabajadores rurales impidieron el paso de camiones con fruta –y no de los restantes vehículos– hacia el puerto de San Antonio Este y la salida al norte desde el Alto Valle, es decir la conexión hacia el mercado interno. La discusión se inició por una diferencia de 6 pesos que ya se redujo a 1 peso sobre un jornal que suma 23 pesos. Cabe destacar que esta retribución corresponde a una jornada que, de hecho, es de sol a sol.
Aunque finalmente el conflicto terminará salvándose, la disputa resulta interesante para quienes gustan observar fenómenos tradicionales de las relaciones de producción. Chacareros y empacadores, que continúan gozando los beneficios de la devaluación y disfrutan de un ciclo de auge, sostienen que es “imposible” acceder a los reclamos de los jornaleros. Los chacareros se escudan desde siempre en las inclemencias climáticas padecidas, mientras los empacadores, sin necesidad de eufemismos, sostienen que “no se puede trabajar con la extorsión”.
La prensa regional, desembozadamente identificada con una de las partes y sobando el oído de alguna autoridad comedida, se pregunta con poca ingenuidad “¿por qué la Justicia no toma ninguna medida que tienda al despeje de las rutas?” Por supuesto, la invocación a la represión es acompañada por cuantiosas líneas que describen el martirologio de los inocentes, los automovilistas supuestamente compelidos a llegar a destino algunas horas más tarde. ¿Y el Estado? El gobernador de Río Negro, Miguel Saiz, instruyó a la Secretaría de Trabajo para que si persisten las medidas de fuerza de los trabajadores del sector, la provincia se retire de la mesa paritaria. De lo que no cabe duda es que el viejo Marx se encontraría feliz en el laboratorio.