AGRO › EL BOOM DEL CAMPO Y LA EROSIóN DEL SUELO
El ángel y el demonio
Por Susana Díaz
Tratándose de uno de los sectores más importantes de la economía, el campo y la industria vinculada desbordan apologistas. Desde la devaluación, salvo el ruido por las retenciones, todo es optimismo y nuevos horizontes (esto último, literalmente). Cada nuevo dato de ventas al exterior, como los conocidos esta semana, resulta una nueva oportunidad para festejar. Pero algunos temas, como la potencial insustentabilidad social y ecológica del actual modelo de explotación, quedan relegados a extramuros del debate central. Y como suele suceder cuando están involucradas grandes rentabilidades de corto plazo, el problema suele ser abordado cuando ya es demasiado tarde; cuando la expulsión de la tierra de trabajadores y pequeños propietarios ya se produjo o cuando la pérdida de fertilidad del suelo por monocultivo y falta de reposición de nutrientes se presenta como irreversible en el mediano plazo. Estas fueron, palabras más, palabras menos, algunas de las conclusiones del XIX Congreso Argentino de la Ciencia del Suelo, realizado entre el 22 y 25 de junio en Paraná, Entre Ríos, donde se pusieron en primer plano los problemas de deforestación y de potencial desertización asociados a la expansión de la frontera agrícola en distintas regiones del país, así como los riesgos agroecológicos del monocultivo sojero. La importancia para los empresarios del agro que asistieron, grandes y pequeños, residió en que no solo se trataron cuestiones estrictamente académicas, sino que se enfatizó la tarea de concientización, sobre todo, de la necesidad de adaptarse a los nuevos cambios hacia la agricultura intensiva, sin abusar de aquellos recursos que, como el suelo, pueden convertirse en no renovables. En el ojo de la tormenta estuvo el ángel y demonio del agro local, el proceso de sojización asociado tanto a los buenos precios internacionales como a la continua expansión de la frontera agrícola.
El ingeniero holandés Gysbert Van Barneveld, una de las personalidades que participó del encuentro, destacó la necesidad de revalorizar los problemas ambientales. “Los suelos vertisólicos”, abundantes en muchas zonas de la Pampa húmeda y Entre Ríos, “son suelos muy pesados” y, por ello, “tienen la capacidad de retener mucho los pesticidas y herbicidas”. De acuerdo al profesional “el desafío es, entonces, estudiar hasta qué nivel esto puede ser tolerado”, sostuvo.
Otro de los problemas abordados fue el de la deforestación, como por ejemplo, la que se registra en el centro y norte de la región mesopotámica. Según Van Barnevelt la deforestación “está provocando profundos cambios en el uso de la tierra. Estos suelos, ahora pelados, necesitan otro tipo de manejo y de cuidados”, advirtió.
Un capítulo aparte fue el monocultivo. Mientras algunos consideraron que el problema de la “sojización” podría provocar una grave destrucción del suelo, los más optimistas señalaron que en la combinación entre el cambio tecnológico que vuelve rentables nuevas áreas y los precios internacionales es solo coyuntural. Se estaría entonces, ante un fenómeno transitorio que reduciría su impacto en la nueva estructura agraria tan pronto como los precios “se normalicen”. Todo esto dicho sin olvidar la rotación. “Hay que buscar un equilibrio en el uso de los suelos y para esto es indispensable la rotación de los cultivos de acuerdo con la capacidad que tienen los suelos para producir”, fue la conclusión previsible de uno de los especialistas.