Dom 15.05.2005
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AGRO › EL FUNCIONAMIENTO Y DESARROLLO DEL MERCADO CENTRAL

Indefinición de la política de abastecimiento

› Por Susana Díaz

Algunos datos a modo de introducción. La Argentina exporta más de 1200 millones de dólares anuales en productos frutihortícolas. Como comparación, las carnes de todo tipo alcanzaron el último año ventas al exterior por 1350 millones de dólares. Un dato nuevo es que los requerimientos de calidad de la demanda externa pusieron en primer plano un concepto desconocido tiempo atrás: el de trazabilidad, un sistema de información sobre “la traza” del ciclo del producto que permite conocer su recorrido desde su lugar de origen hasta el mercado final y que tiene por objetivo garantizar calidad, ayudar al control sanitario y, en el caso particular de los frutihortícolas, al cuidado de las cadenas de frío.

A diferencia de lo que sucede con otros productos orientados principalmente al mercado externo, como por ejemplo los generados por el complejo oleaginoso, en el caso de los frutihortícolas el mercado interno tienen una gran importancia. Para los productores mercado interno significa inmediatamente dos grandes destinos antes de llegar a los minoristas directos: las grandes cadenas de supermercados y el Mercado Central de Buenos Aires. Mandar la producción a uno u otro destino es una decisión netamente económica. Si el Mercado Central no funciona adecuadamente, los costos se elevan, lo que representa una oportunidad para el poder de compra de los grandes supermercados y, en consecuencia, un menor margen para el productor. De acuerdo a las estimaciones en el Mercado Central trabajan alrededor de 6000 personas, y se comercian unas 2 millones de toneladas anuales de productos por más de 1000 millones de pesos. Los números son estimados porque existe un elevado nivel de informalidad.

Estos datos introductorios llevan directamente a la consideración de la deficitaria situación actual del Mercado Central de Buenos Aires, déficit que surge del simple repaso entre la realidad y los objetivos de su creación. Además de sacar el mercado del núcleo urbano, los objetivos de origen fueron principalmente lograr una formación transparente de precios, asegurar la calidad de los productos y su inocuidad –elementos vinculados a la trazabilidad–, y facilitar en su predio la instalación de industrias afines que aporten valor agregado a la producción.

Consultado por Cash sobre el logro de estos objetivos, Ricardo Angelucci, presidente de la Corporación del Mercado Central, reconoció los déficit, aunque los atribuyó a un largo estado de abandono durante los ‘90 y a cierta indefinición de las políticas públicas de abastecimiento. En este marco señaló que el objetivo de su tarea es institucionalizar el concepto de trazabilidad en los productos frutihortícolas. Para lograrlo, señaló tres líneas de acción. La primera es crear una red nacional de mercados con cabecera en el Mercado Central, de modo que funcionen como central de abasto para Argentina y el Mercosur. La segunda es transformar las actuales funciones del mercado en un polo de desarrollo que incluya, además de su función de centro de transferencia de cargas, un parque de desarrollo industrial y de servicios –para ello existen en el predio 240 hectáreas disponibles– y tercero, desarrollar un parque ferial para las economías regionales que sea vidriera de las potencialidades productivas de las provincias. Un objetivo adicional para el corto plazo es conseguir lo que llamó “un sistema de comercialización homogéneo”, con registros de productores y operadores, volúmenes transados y precios, que evite las asimetrías de información para los compradores.

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