AGRO › AUMENTO DE LA PRODUCCIóN DE ARROZ Y DE LA PRODUCTIVIDAD POR HECTáREA
› Por Susana Díaz
Los productores arroceros están en problemas. Se estima que este año la cosecha podría llegar a cerca de 1 millón de toneladas, un resultado mayor al esperado y que marca una fuerte suba respecto del piso de 650 mil toneladas de la campaña 2001-2002. El 90 por ciento de esta producción se concentra en Entre Ríos y Corrientes. El consumo en el mercado interno es de unas 400 mil toneladas, bastante bajo en relación al consumo per cápita de la región, Y el resto son excedentes exportables. A fines de los ‘90, la producción local había llegado a algo más de 1,6 millón de toneladas implantadas en 291 mil hectáreas. El millón actual, en cambio, se consiguió en 165 mil hectáreas. La producción fue obviamente menor, pero con un aumento de productividad por hectárea de casi el 10 por ciento. Los números muestran que el complejo arrocero está sufriendo un fuerte ajuste, con migración de productores a cultivos más rentables como la soja.
De acuerdo a datos de la Federación de Entidades Arroceras Argentinas, la tonelada de arroz puesta en molinos se está pagando entre 375 y 380 pesos, un valor que, según los empresarios, se encuentra por debajo del costo de producción. Esto ocurre a pesar de un contexto internacional en que los precios en las principales plazas de referencia se encuentran en sus máximos históricos.
De acuerdo a datos del Indec, en los últimos dos años el arroz bajó su precio minorista el 4 por ciento. En el mismo período, el precio pagado por la materia prima cayó el 18 por ciento. Los molineros y exportadores locales explican que los magros valores que están obligados a pagar al productor primario son consecuencia del aumento de costos de procesamiento y de la estructura impositiva, con el 10 por ciento de retenciones y eliminación de reintegros a la cabeza. El destino tradicional de los excedentes de producción fue Brasil, pero con una producción de entre 12 y 13 millones de toneladas en las últimas dos temporadas, el vecino país se encuentra próximo al autoabastecimiento. A ello se agrega, en un contexto desfavorable para Brasil en materia cambiaria, su voluntad para proteger su mercado interno de las exportaciones argentinas a través del “Mecanismo de Adaptación Competitiva” consensuado para el comercio bilateral. Esa restricción es la contracara de la expansión de fines de los ‘90, cuando el crecimiento de la demanda brasileña en el marco de un Mercosur protegido parecía infinito. La Brasildependencia de las exportaciones resulta en parte del “atraso tecnológico” de la producción local, ya que salir a terceros mercados demandaría una reconversión varietal.
Todas estas razones contribuyen, pero no completan la explicación de los bajos precios recibidos por los productores primarios. La distribución del excedente al interior de la cadena de valor es el otro dato clave. Aunque las estadísticas hablan de la existencia de más de 80 molinos arroceros, los tres más grandes procesan más del 50 por ciento de la producción, dato que les otorga un gran poder de negociación y les permite, vía precios, apropiarse de una porción mayor del excedente generado por el subsistema y, con ello, reforzar su posición dominante.
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