Los productores de porcinos están enojados. Mientras los precios que pagan los consumidores mantuvieron un alza constante a lo largo de 2006 –dato que pasó a primer plano cuando los exportadores bovinos intentaron promover el consumo interno de reemplazantes de su producción–, los valores que reciben de la industria procesadora perdieron un promedio del 14 por ciento. Y aquí no mediaron medidas gubernamentales, como la prohibición de exportar, sino algo muy distinto que podría caracterizarse como la “lógica de funcionamiento de las cadenas agroindustriales”.

El malestar, que ya lleva varios meses, se expresó esta semana en una denuncia de la Federación Agraria, en la que se afirma que “se detectaron prácticas oligopólicas de la industria del chacinado dirigidas a provocar la baja en el precio de los animales”. A ello se agregó que los procesadores están importando la materia prima desde Brasil a precios más altos que los del mercado interno, a fin de “desanimar las demandas de los productores” domésticos. Las firmas que lideran estas importaciones son Paladini, Los Calvos, Molinos Río de la Plata, Iydsa y Riosma.

Esta realidad al interior de la cadena contrasta con los números globales del circuito, que muestran un muy importante crecimiento de la producción. De acuerdo con los datos difundidos a fines de mayo por la Secretaría de Agricultura, con 56 mil toneladas de res con hueso, la producción registró en el primer trimestre del año una suba del 26,7 por ciento, en tanto que el consumo lo hizo el 20,7 por ciento.

A primera vista las cifras oficiales para el primer trimestre no permiten constatar las denuncias de los productores primarios, ya que si bien marzo muestra un aumento importante de las carnes ingresadas –de raíz estacional– el balance para el primer trimestre, tanto en precios como cantidades, es negativo. Las importaciones provenientes de Brasil, que en el rubro carnes frescas representan casi el 80 por ciento del total, tuvieron un descenso del 10,6 por ciento en volumen y de 11,2 en valor.

No obstante, la FAA denunció que el precio promedio de la tonelada de piernas importada fue de entre 3,00 y 3,05 pesos por kilo para el cerdo en pie puesto en el mercado interno, donde los precios de los productores locales “oscilan entre 1,90 y 2,45 pesos por kilo”, valores que se confirman en los registros de la Oncca sólo para el caso de los más altos, dato que no elimina el saldo en contra de los importados. De acuerdo con los productores primarios, “la importación a esos valores (más altos) sólo se explica como una maniobra para estoquearse de mercadería y provocar una caída en el precio pagado al productor”. Fuentes de la industria, en tanto, reconocieron el aumento de stocks, pero lo atribuyeron a la caída de la demanda, dato que no es confirmado por las cifras oficiales, al menos hasta marzo.

El trance que atraviesan los productores de porcinos se convierte así en una nueva muestra de que “los mercados” no suelen interactuar como lo explican algunos libros de texto. La conclusión preliminar es que allí donde existen pequeños y medianos productores que venden su producción a un conjunto reducido de compradores, englobados bajo la generalización de “la industria”, existe apropiación intersectorial de renta a través del mecanismo de los precios. Esta situación se agrava cuando, como en el caso de los porcinos, los procesadores locales pueden reemplazar la producción primaria local por la importada y así potenciar su poder en la fijación de precios internos.